Viajar a otros mundos, fomentar la creatividad y expandir el conocimiento son solo algunas de las posibilidades que ofrece la lectura, pero ¿qué ocurre cuando los libros no pueden ser leídos por barreras idiomáticas o de otro tipo, limitando su disfrute a una parte de la sociedad? Se genera segregación y aislamiento, una situación común para la población con discapacidad.
En el Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor, celebrado cada 23 de abril en todo el mundo, es pertinente reflexionar sobre los avances y desafíos en relación con la accesibilidad a los libros. Patricia Ospina Ospina, jefa del Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas de EAFIT, destaca el importante avance de la digitalización de libros con características especiales para personas con discapacidad visual y auditiva. "Estos textos permiten que un software haga una lectura en voz alta, ajuste el tamaño de la letra, el contraste y los colores, según las necesidades particulares", explica.
El incremento de plataformas digitales de pago por suscripción que ofrecen libros electrónicos y audiolibros, el desarrollo de dispositivos como escáneres y tabletas de braille, así como el establecimiento de estándares de accesibilidad, han motivado a las editoriales a incluir nuevas disposiciones y ser más flexibles, agrega Patricia.
“Esas legislaciones ayudan a que, si se presenta el caso de una persona con algún tipo de discapacidad que requiera un lector de voz, la editorial retire la protección de seguridad del documento”, indica, aunque señala que persiste el reto de diversificar las temáticas, donde, por cierto, la literatura tiene una mayor ventaja en términos de accesibilidad que los textos académicos.
Asimismo, la llegada de estas herramientas digitales implica procesos de alfabetización, apropiación y visibilización, siendo este un frente que aún falta cubrir y en el que las bibliotecas cumplen un rol fundamental para que la información llegue a los usuarios que más lo necesitan y puedan hacer un uso provechoso.
Sobre estos procesos de digitalización se refiere Esteban Duperly Posada, jefe de la Editorial EAFIT, quien considera que, aunque el audiolibro resuelve una parte del acceso, resta un componente central de la experiencia de lectura: el contacto con el papel. Además, destaca la complejidad y escasez de la producción de libros en braille, así como la necesidad de ampliar la mirada a otras dimensiones de la discapacidad.
“¿Las librerías y las bibliotecas tienen acceso a las estanterías para personas de talla baja, usuarios de sillas de ruedas o con movilidad reducida? Es una gran pregunta. También, ¿el personal de estos establecimientos está capacitado para atender personas que hablan lengua de señas? Ahí se abre un espectro de posibilidades muy amplias, porque, en general, el mundo no está pensado ni diseñado para la discapacidad. Y, por supuesto, el ambiente del libro también participa de eso”, afirma Esteban.
Biblioteca para todos
Desde el 2015, la Biblioteca de EAFIT ha implementado con más fuerzas acciones para disponer recursos y servicios de información accesibles para personas con discapacidad. Esto acorde con un propósito de democratizar el conocimiento, que busca acercar a estudiantes, profesores y ciudadanos a la ciencia y la cultura.
En este sentido, la Universidad cuenta con bases de datos bibliográficas que contienen colecciones de textos literarios, académicos y científicos en formatos de audio lectura, como: Libby, Jove, Naxos, Project Gutenberg, O’Reilly, Digitalia y Legis. De un total de 153.000 libros electrónicos, aproximadamente 138.000 están disponibles para audio lectura, es decir, el 90 % de esta colección.
Adicional a los espacios accesibles señalizados en braille, la Biblioteca tiene lupas para facilitar la lectura del material impreso, teclados de alto contraste que permiten el uso de equipos de cómputo e internet, software como Magnificación Magic y Jaws para escuchar la información o aumentar el tamaño de las letras, servicio de scanner para leer documentos y libros en español, francés, alemán e inglés, y una tableta digital Braille Note Touch que permite realizar tareas comunes a personas con algún tipo de discapacidad visual.
Patricia señala que el equipo bibliotecario ya cuenta con personas capacitadas en lengua de señas en un nivel básico, con el fin de guiar y orientar a aquellos que lo requieran, sin embargo, considera que el reto es “comprender cada una de las discapacidades para adaptar mejor nuestros servicios, tecnologías, alfabetización y educación a la comunidad en general”, afirma.
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Alejandro Gómez Valencia
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