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Microrrelatos

Vindicta
Andrés Carvajal

Veo cómo vienen cada tarde a este mismo parque. Llegan tomados de la mano, listos para hacer una rutina de juegos que empieza siempre por los columpios. Casi al anochecer, la niña sonríe a su padre, y él, borracho de dulzura, no se resiste a comprarle un helado que comparten entre sonrisas. 
Quisiera no tener que hacerlo, pero mi hermano también tenía una hija. 

Una docena de muertos
Laura Isabel Giraldo Valencia

Ocurrió en la av. Ochenta cerca al cruce con la Treinta. “Fue accidente, no es mi culpa, no quería hacerlo”. El líquido que lo incriminaba recorrió sus dedos temblorosos. Su emoción poco a poco terminó en llanto. El daño ya estaba hecho, por más que quisiera cambiarlo. Tocó la puerta imaginando las consecuencias de sus actos. Abrió su madre, y él, con la culpa en las manos y un nudo en la garganta le dijo: “Se me quebraron los huevos”.

Picardía del Poder
Andrés Vélez

Estaban cerca, intentando buscar la definición de poder. Ella lo besó y él, emocionado, le devolvió el beso. Cuando se atrevió a volverlo a intentar, ella se negó dos veces y le dijo “Esto es tener poder”. Él se quedó en silencio.

El descubrimiento
Carlos Andrés Henao

Hacia finales del siglo XV, Cristóbal Colón emprendió un viaje, auspiciado por la corona española, con el propósito de llegar a la India desde el oeste. Muchos meses después de zarpar, Colón regresó en la Santa María con noticias del gran descubrimiento: al llegar al extremo final del Atlántico, la Niña y la Pinta cayeron al vacío. 


Castigo griego
Pablo Patiño
Cuando los dioses se cansaron de la cayente piedra de Sísifo y del perpetuo hígado de Prometeo pensaron en un nuevo castigo: quitarle las gafas al miope y obligarlo a buscarlas sin tenerlas, por toda la eternidad. 

El pájaro del ala rota
Natalia Torres
Cuando el último pasajero cruzaba la puerta de entrada, se advirtió la presencia de un pájaro revoloteando adentro. Los viajeros se sobresaltaron y la tripulación se dispuso a agarrarlo de inmediato, mientras que la criatura buscaba desesperadamente una salida. Recuperé mi calma cuando comprendí que el ave estaba más asustada que cualquiera de nosotros y comencé a detallarla: sus refinadas alas combinaban varios tonos de café con uno que otro trazo blanco, y pude sentir el olor de las montañas de mi último viaje cuando se posó sobre mi cabecera, facilitando su captura. Una vez hubieron sacado al pequeño, se autorizó el despegue y no fue hasta que estuvimos en el aire, que reparé, a través de mi ventanilla, cómo se incendiaba una enorme grieta en el ala del avión, —él logrará regresar a casa, —pensé, — mi destino, por el contrario, acaba de ser alterado—. 

Enemigo
Carlos Andrés Henao

Lo adoctrinaron para pensar que el enemigo era un monstruo. Cuando se lo encontró en la trinchera, era tan parecido a él que prefirió pegarse un tiro. 

Decisión
Carlos Andrés Henao
Se subió a la silla, se puso la cuerda alrededor de cuello y se quedó mirando hacia el piso. Luego, tomó una decisión.