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Un programa que se consolida

​​​Ana Cristina Abad Restrepo, jefe de la Universidad de los niños, habló sobre el crecimiento del Programa, un sueño al que le apostó diez años atrás y hoy, con los aprendizajes que ha adquirido, se convierte en un proyecto consolidado y referente en la ciudad para acercar a niños y jóvenes a la ciencia. 

​​Ana Cristina.JPG¿Qué significa para ti la Universidad de los niños?

Significa mi primer hijo intelectual, porque fue un proyecto que nació de una idea muy primaria, un poco intuitiva. De hecho, nace antes de tener mis hijos biológicos; así que mi sentimiento hacia la Universidad de los niños es de una relación filial en términos de la emoción y pasión que me produce trabajar y estar aquí, pero también una relación muy fuerte en términos intelectuales por todo lo que he aprendido a lo largo de estos diez años.

¿Cómo has visto la evolución de la Universidad de los niños en sus 10 años de existencia?

Lo más importante de lo que ha pasado durante estos diez años es que hemos tenido realmente el ojo puesto en las necesidades, retos y oportunidades de cada uno de los niños y jóvenes que vienen a la Universidad, en relación con la ciencia y el sistema educativo en general.

Hemos entendido cómo un programa de comunicación de la ciencia puede aportarle a esos niños. Que a partir de los talleres puedan llevarse un equipaje de herramientas y habilidades de investigación que les ayuden a enfrentar el mundo de una manera distinta, basados en el pensamiento crítico, en la curiosidad y en muchos otros asuntos que ellos van transformando día a día en la Universidad de los niños.

Cada año, en la medida que observamos a nuestros públicos participantes, incluyendo a investigadores y maestros escolares que vienen, hemos entendido qué transformaciones hay que hacer para darles lo mejor que tenemos en EAFIT.

¿Qué han aprendido los participantes de la Universidad de los niños?

Los niños han aprendido a preguntar, a no tener miedo, a decir que no están de acuerdo, a confrontar, a argumentar y a relacionarse con personas de otros contextos socioculturales que quizás nunca en su vida hubiesen podido conocer si no hubieran venido a la Universidad de los niños. A ser capaz de reconocer que no entienden para poder llegar en algún momento a comprender, apasionarse y motivarse por lo que les gusta y creer que eso se puede lograr.

¿Cuáles son los aprendizajes que el Programa ha consolidado?

  • Un programa de esta naturaleza realmente se vuelve un puente interesante entre un público que no es habitual para una institución de educación superior y unos investigadores que están todo el tiempo preocupados por producir nuevo conocimiento de alta calidad. Sin embargo,  en muchas ocasiones ese saber no baja al contexto de la realidad, y esa posibilidad de interacción y diálogo les permite conectar su conocimiento con la vida de un niño que hace preguntas inocentes, pero que finalmente son preguntas tan potentes que a ellos los pone a pensar de una  manera distinta. 
  • Valorar el lugar del niño en la sociedad, un niño como ciudadano y no como un ente vacío, una infantilización o un producto inacabado, sino todo lo contrario: un niño como un ser humano que tiene ideas, preguntas y propuestas muy valiosas y que cada vez puede participar más de las decisiones de una ciudad.

  • Entender la necesidad de una ciudad como Medellín, que es una ciudad fragmentada, cómo la Universidad de los niños es un lugar de encuentro real, no ocasional, donde se establecen relaciones afectivas y sociales muy grandes, profundas y respetables entre ellos, niños de diferentes contextos, que permiten la construcción de tejido social. Nosotros estamos construyendo tejido social al permitirles a los niños de diferentes contextos relacionarse a partir del conocimiento.
     
  • Entender que el conocimiento, lo que se produce en la Universidad de los niños para lograr procesos de comprensión de algún concepto en particular, debe pasar primero por la motivación, la emoción y la percepción desde los diferentes sentidos de una persona antes de llegar a una conclusión de tipo intelectual.
     
  • La importancia del diálogo de saberes. Reconocer que no solamente  los investigadores tienen un saber muy importante, sino que es posible poner en diálogo el saber que trae el niño de su casa con el de los investigadores, y producir así una nueva manera de mirar la ciencia, las preguntas que se hacen los investigadores y el conocimiento que se produce en la Universidad.
     
  • Los colegios realmente valoran este tipo de programas porque les permiten ver cómo un mismo concepto se puede trabajar de manera interdisciplinar. No tiene que ceñirse a lo que dice el currículum, sino que puede abordarse desde diferentes metodologías o didácticas, para llegar a una misma comprensión. Hemos tenido la oportunidad de  entregarle al sistema educativo cosas novedosas para enriquecer lo que pasa en el aula de clase.

     
  • Otro aprendizaje es con los estudiantes talleristas. Si bien nuestro núcleo y razón de ser son los niños y los jóvenes que participan en el programa, los talleristas, que son los facilitadores, mediadores y guías que acompañan en las actividades del taller, también se han transformado con nosotros. Han llegado a entender la importancia de comprender un concepto para poder abordarlo con un niño. La importancia de estudiar, de tener habilidades de liderazgo para enfrentarse a un grupo tan diverso y de ser capaz de manejar la frustración. Estamos en este plan de formación de estudiantes talleristas, ayudando a lograr aprendizajes muy potentes que les han servido y que seguramente les servirán para enfrentarse a la vida profesional.

 

¿Qué siente al ver todos los aprendizajes que ha consolidado la Universidad de los niños en estos 10 años?

Siento gran satisfacción y un sentimiento de que vale la pena y todo tiene sentido. Además, también siento mucha gratitud hacia la Universidad que nos ha permitido hacer lo que hemos hecho, no cualquier universidad permite aventurarse en un programa de esta naturaleza. Pero a la vez, también tengo un sentimiento de incertidumbre muy potente, qué va a pasar, para dónde va a esto, cómo seguir aprendiendo y creciendo y hacía dónde queremos llegar. Es un poco como el sentimiento de un niño de 10 años, que no es ni chiquito ni tampoco grande, pero que ya comienza a entender esos miles de surcos que tiene el camino y por cuál se va a enrutar. Pero esta incertidumbre es con la certeza de que hay un buen puerto y que el barco y los tripulantes vamos muy bien.

Última modificación: 19/10/2015 14:44