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Papás y mamás ya saben qué hacen sus hijos en la Universidad de los niños

Fueron dos jornadas de talleres para papás y mamás, organizadas como parte de las actividades conmemorativas de la primera década del Programa.

  • ​Llegaron desde distintos puntos de la ciudad; cada uno en representación de su familia. Con la excusa de descubrir cómo vuela un avión o por qué alguien nos manda y nos dice qué hacer, vinieron a despejar las dudas acerca de lo que hacen sus hijos, cada viernes de taller, en la Universidad de los niños.

  • Fueron dos jornadas de talleres para papás y mamás, organizadas como parte de las actividades conmemorativas de la primera década del Programa y en respuesta a la solicitud de algunos de ellos, quienes por años, reclamaron un espacio de participación para entender el porqué, a pesar del tiempo y la edad, sus hijos acuden con fidelidad a la cita de cada viernes en el campus de EAFIT.


​La tarde en que volaron como aviones

Dejaron atrás su discreción, timidez y seriedad. Por unas horas escondieron al adulto y dejaron volar en libertad al niño que todavía llevan dentro; elaboraron aeroplanos de papel que lanzaron contra el viento para identificar algunas fuerzas que le permiten elevarse, mantenerse en el aire y volver al suelo; en el Laboratorio de Mecánica de Fluidos dejaron correr el asombro con experimentos que desbarataron sus sentidos.

Así lo vivieron dos de los asistentes al taller ¿Cómo vuelan los aviones? Ella, una mamá nostálgica por su hijo, quien este año abandonará el Programa pues va a graduarse del colegio. Él, un papá con un hijo recién llegado a la Universidad de los niños, oportunidad que aprovecha para estimularlo a preguntarse todos los días de la vida.

Amalia Betancur Montoya, mamá de Marcos Cardona quien lleva siete años en el Programa y hoy participa en Proyectos de ciencia, vino acompañada de su esposo; ella describió la experiencia en el taller con una palabra: "fabulosa", "porque hay cosas que a uno, como adulto, olvida preguntarse; estos espacios te motivan a seguir cuestionándote y a comprender que en la labor educativa con los niños, todas las preguntas importan".

Una opinión similar tiene Luis Fernando Zapata, filósofo; se inscribió al taller porque aún lo rondaban inquietudes que le quedaron desde la infancia cuando jugaba a armar avioncitos de papel u otros materiales: "actividades más fáciles y dinámicas no pueden ser. Esta es una gran oportunidad, para nosotros y nuestros hijos, de acercarse al conocimiento".

Los investigadores de EAFIT tienen un rol fundamental en los talleres de la Universidad de los niños; sus conocimientos son insumos que tienden puentes entre los participantes y el aprendizaje. En esta oportunidad, Jesús Alberto Pérez Mesa​, magíster en Ingeniería, dirigió el taller y acompañó a los padres de familia en algunas de las actividades, como ya lo ha hecho en varias ocasiones con los niños y jóvenes del Programa.

Según él,  el ser humano es curioso por naturaleza, y sus preguntas permanecen independiente de factores como la edad. "Es muy valioso que personas adultas se den la oportunidad de desinhibirse en espacios como estos, que demuestran que la inquietud es transversal al ser humano. Me emocionó ver en los padres esos mismos ojos de asombro que en los niños… El aprendizaje es bonito en la medida en que uno se sabe protagonista de ese proceso".

Al término del taller, los conceptos de empuje, sustentación, resistencia y peso tuvieron un nuevo significado: son las fuerzas básicas para que vuelen los aviones, pero, también, las indispensables para que sus hijos no extravíen la ruta que recorren para la propia y colectiva experiencia de aprender a partir de las preguntas. 

Un sábado para mandar y obedecer

Mandar es parte de la labor de ser papá o mamá; obedecer lo es más de los hijos hasta cierto momento de la vida. Cuando ambos conceptos se revuelven, son vistos en conjunto o por separado, y desde áreas del conocimiento tan diversas como el Derecho o las Ciencias Humanas, las posibilidades de analizarlos y abordarlos exigen reflexiones extensas que por momentos  pueden tornarse incomprensibles.

Para comprobarlo, los papás y mamás asistentes al taller ¿Por qué alguien nos manda y nos dice qué debemos hacer?, entraron al aula viva, un espacio de interacción directa de los participantes con los investigadores, donde sorprendieron con puestas en escena de situaciones cotidianas, que dimensionaron el impacto que tiene en un hogar, un lugar de trabajo o la ciudad el cumplimiento o no de las normas que regulan las conductas sociales.

Como investigadores invitados estuvieron Adolfo León Maya, magíster en Ciencias Políticas, Juan Camilo Escobar, magíster en Historia, y Alfonso Cadavid, doctor en Derecho. Ellos hablaron, entre otros ejemplos, de los grandes desobedientes que impactaron con fortuna la historia del mundo; de las formas diversas de obediencia presentes en la edad media y en otras épocas de la humanidad; y de lo inevitable de ser mandado por algo o por alguien.

Ellos también se refirieron a esta iniciativa dirigida a papás y mamás: "Hacer una réplica de un taller con los padres de familia, les permitió volverse niños otra vez. Los papás y mamás van a llegar a la casa dándole el aval a esta iniciativa y un abrazo a sus hijos, porque vivieron lo que a ellos tanto los haces felices", comentó Adolfo Maya.

Mientras tanto, Alfonso Cadavid no ocultó su emoción por lo vivido durante este día: "Es muy entrañable ver que estos papás experimentan lo que hacen sus hijos cuando vienen aquí"; además destacó los aciertos de la Universidad de los niños como programa que forma a sus participantes como ciudadanos críticos y constructores de sociedad: "En una sociedad tan fragmentada como la de Medellín existen muy pocos espacios donde los niños y jóvenes puedan encontrase, discutir y sentirse iguales; aquí es posible la construcción de una sociedad más democrática".

Entre ejercer autoridad o poder, imponer o llegar a acuerdos, las actividades del taller fueron el lugar para evidenciar, además, la seducción de la Universidad de los niños hacia algunos de sus participantes. Es el caso de María Rocío Arias, sicóloga, quien siempre se preguntó por qué a su hija, María Adelaida Ramírez, el tiempo en este Programa se le pasaba volando y cuál era el secreto de tanto "amaño":

"Mi hija lleva seis años aquí, imagínate; es un tiempo suficiente para que un chico se desmotive y no quiera regresar… Con mi hija pasa lo contrario, sus espacios de vacaciones son eternos, larguísimos, porque ella lo que quiere es estar acá; se ha generado un sentido de pertenencia por este espacio, muy valioso; esta es su universidad, su segundo hogar, donde se siente segura y cómoda".

Además, acerca de la experiencia en el taller, María Rocío comentó: "Esta experiencia ha sido muy bonita, porque nos ha permitido entender y comprender los diferentes momentos que nuestros hijos pasan aquí para construir su propio conocimiento. Muy lindo compartir con otros padres, conocer a los talleristas y a los investigadores". Ahora sé que mi hija viene aquí a construir preguntas respuestas y a trabajar con otros en la búsqueda de un aprendizaje permanente, lo que ha influido para que hoy sea una niña que se cuestiona permanentemente".

Coincide con ella en varios aspectos, Juan Fernando Cano, mercadeólogo, para quien las inquietudes de los otros padres, el enfoque pedagógico y el compartir con profesores expertos en el tema enriquecieron su jornada.

Ahora ya tiene claridad acerca de qué hace su hijo Jerónimo, de 11 años de edad, cuando viene a Encuentros con la pregunta: "Él viene a vivir una experiencia formidable, en un escenario de esparcimiento que le da madurez; lo que aprende aquí lo hace mejor persona y despierta en él un interés por investigar y cuestionarse el porqué de las cosas. Eso lo ha hecho mejor hijo, incluso".

El hijo de Camilo Barrera, ingeniero mecánico, tiene 11 años y asiste a Expediciones al conocimiento, en la ruta de los suelos; al preguntarle por los posibles aspectos positivos de involucrar a los padres de familia en talleres Universidad de los niños, su respuesta en contundente:

"Supremamente valioso, porque refuerza el apoyo que como padres podemos darle a los hijos para que asistan a los talleres; además se abre un canal de conversación entre ellos y nosotros, pues al contarnos lo que les ocurre aquí en un día, podemos situarnos más en cómo fueron esos momentos".

Y es que los modelos educativos habituales han desvanecido el asombro, la curiosidad y el deseo por aprender de sus estudiantes, y así lo confirma otra de las mamás asistentes al taller y, además, empleada de EAFIT, Adriana Saldarriaga:

"La Universidad de los niños es una iniciativa que nos demuestra, a los padres de familia, que la desobediencia crítica es válida; que es posible utilizar modelos alternativos sin interrumpir ni obstaculizar el tradicional que conocemos en educación; con esta experiencia, y por primera vez, me sentí constructora de esta propuesta. ¡Felicitaciones!" 

Para el cierre de la jornada, la conversación final entre investigadores y participantes reunió opiniones, conclusiones y respuestas diversas que validaron la interdisciplinariedad que promueve el Programa; por ejemplo, desde el punto de vista jurídico, si bien no siempre tiene que existir un sujeto que ejerza el mando, es imprescindible la presencia de reglas a las que debemos someternos para garantizar la convivencia; en el caso de la Antropología, la obediencia y el mando, de alguna manera pueden y deben construirse; no son naturales ni para siempre. Prueba de ello es que en el mundo contemporáneo imponer y mandar por la fuerza se desvirtúan.

De regreso a casa, algunos de los padres de familia aceptaron que se iban con más preguntas que respuestas; con más certezas que dudas acerca de lo que ocurre con sus hijos en un viernes de Universidad de los niños; y con una petición contundente para el Programa: ¡Por favor, que se repita!