Con Josías, la intolerancia religiosa y erótica hizo su entrada en el mundo, y en él ha perdurado por cerca de veintisiete siglos. Dicho en palabras de Kenneth Clark, "el cuerpo dejó de ser el espejo de la perfección divina y se convirtió en objeto de humillación y de vergüenza".
"La gente, Bruno mío -le escribió Saba desde Roma a su amigo el pediatra, el 30 de junio de 1953-, tiene necesidad, una urgente necesidad, de ponerse en libertad, de ser liberada de sus inhibiciones". Y desde Trieste, el 20 de agosto de 1953, a Pier Antonio Quarantotti Gambini: la historia de Ernesto "es una cosa increíble: una revolución (no política) que viene -como le gustaba a Nietzsche- en alas de paloma". Revolución pacífica, sí, pero también erótica, pues la paloma era el ave símbolo de Afrodita.
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