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Una mirada
académica a
la “viveza”

 

El culto al vivo se ha instaurado de forma tergiversada en la mente de muchas personas y desde hace mucho tiempo. Hay factores que han influido en esto. Así opinan algunos docentes de EAFIT. Ver el glosario de la viveza.

En la antigua Mesopotamia, cuando a alguien le robaban algo, se le aplicaba una sanción pública por haberlo permitido, como una forma de amonestación o llamado de atención para que la próxima vez fuera más atento y cuidadoso o, como se afirma hoy, para que fuera más “vivo”.

Esta anécdota la leyó en un libro de historia Fernando Mora Meléndez, profesor del Departamento de Humanidades, quien la trae a colación a propósito del tema del culto a la viveza, que plantea el proyecto Atreverse a Pensar.

Y, al hacer una analogía con la realidad actual, puede decirse que esa historia no ocurre de la misma manera. Para Helmuth Trefftz Gómez, jefe del Departamento de Ingeniería de Sistemas, por lo general el “vivo” es aquel que aprendió, no solo a no dejarse transgredir de otros sino, además, es aquel que sabe sacar provecho de las circunstancias y de otras personas de una manera fácil y en muchos casos engañosa.

Actitudes que van desde “colarse” en una fila, sacar ventaja en un negocio, falsificar documentos hasta hacerse pasar por alguien son consideradas, en la cultura de hoy, propias de alguien “vivo”, “teso” o “avispado”.

Lo que invita a la reflexión, en sus palabras, es que este tipo de personas tienden a ser mejor reconocidas que el resto por estas actitudes que son cada vez más ingeniosas.

“Siempre el avispado busca nuevas formas de engañar, de hacer trampa, de saltarse la norma, de ser más creativo, más astuto y de incorporar elementos para que sea más difícil cogerlo”, dice el profesor.

Helmuth agrega que esta mentalidad no es propia solo de unas personas. Es un conjunto de creencias instauradas en la mentalidad de muchos, y que si bien no todos practican la viveza, sí la aceptan y, en la mayoría de los casos, la validan.

¿Desde cuándo?

Pero, ¿por qué estas actitudes son aprobadas?, ¿cuándo la humanidad aprendió sobre esto? A ciencia cierta nadie sabe el momento exacto en el que el ser humano adoptó conductas poco éticas y menos en el que estas fueron aceptadas por el común.

Parece, como lo dice Pedro Vicente Esteban Duarte, docente del Departamento de Ciencias Básicas, que desde la misma fundación del mundo siempre ha existido esta clase de comportamientos, pero cada vez adquiere mayor fuerza y aceptación.

“Al que no es ‘bobo’ es al que premian y eso de no ser el ‘bobo’ se aprende desde la casa, desde la escuela, pero además esta educación que se recibe desde la niñez, de ser avispado, se ha tergiversado”, indica.

Así como él, Carlos Mario Henao Galeano, jefe del pregrado en Psicología, considera que las influencias de los medios de comunicación, de internet, de la publicidad que muestra íconos que incitan a conseguir las cosas mucho más fácil son, en parte, las responsables de que se hayan dado cambios en la manera de entender qué significa ser avispado.

“El cambio se da en el sentido de creerse avispado y no ser capaz de crear algo, de tener nuevas ideas, sino de obtener buenos resultados de la manera más fácil y a costa de otros. Es decir, se combina esa sagacidad con un asunto de facilismo, porque anteriormente se podría ser sagaz, pero con esfuerzo, con dedicación, y con respeto por el otro y la autoridad”, comenta el psicólogo.

El rector Juan Luis Mejía Arango, en su artículo El culto al avispado, hace referencia al cuento Que pase el aserrador, de 1914, donde don Jesús del Corral narra una situación de 1885 en la que un individuo se hizo pasar por aserrador para, por medio de engaños, abusar por mucho tiempo de la buena fe y confianza de quien le brindó ayuda.

Esta historia propia de la literatura colombiana podría ser una prueba de que en el país este tipo de comportamientos se han instaurado desde hace mucho tiempo, sin que esto quiera decir que en el resto del mundo no haya ejemplos de lo que es el culto a la viveza. Por el contrario, según los titulares de prensa, este tipo de comportamientos se dan con frecuencia y están acompañados, en muchos casos, de personas que los validan.

La transformación lleva tiempo

Camilo Piedrahita Vargas, jefe del pregrado en Derecho, apela a su profesión de abogado para argumentar que el derecho es quizás una de las estructuras de regulación o normativización de la conducta humana, pero que existen unos valores imperantes en la sociedad que de igual manera se deben respetar.

“No solo las normas jurídicas son dignas de acatarse, estas representan, en el fondo, unos valores que ya están presentes y son conocidos por los ciudadanos”, explica.

De la misma manera, Pedro Vicente Esteban Duarte señala que un cambio hacia el respeto de las normas o de los valores no se dará de un momento a otro. Para él es necesario un trabajo conjunto entre autoridades, escuelas, universidades y otros sectores.

En este sentido, según él y al hacer alusión al proyecto Atreverse a Pensar, que puso en marcha EAFIT, las universidades están en un escalón muy importante de la sociedad por su misión formadora, por lo que es primordial cultivar en los estudiantes una actitud ética. 

Helmuth lo respalda: “No es solo el conocimiento profesional el que se debe impartir, es todo un conjunto de valores y conceptos para la vida. Pero tendrá que pasar tiempo para que nuevamente se vaya transformando esa mentalidad. Ya con este proyecto la Institución está dando pasos, pero deben adherirse otras voces para tener el eco necesario y acumular logros importantes”.

Sonia López Franco y Fernando Mora Meléndez, docentes del Departamento de Humanidades de la Universidad, reconocen que el culto a la viveza también se evidencia en expresiones que se han enquistado en la cultura colombiana y antioqueña.

“Son consignas sociales que se van imponiendo con el uso, se vuelven normales y con el paso del tiempo van reflejando una ideología”, afirma Sonia. A esas palabras, en lingüística, se les da el nombre de superordenadores.

Ambos académicos definen algunas de estas expresiones.

Abeja: persona minuciosa para hacer la trampa, se toma el tiempo de pensarla y es cautelosa, precisa y perspicaz para cumplir su cometido. Ejemplo: que man tan abeja.

Avión: aunque no siempre es un término negativo, el avión es como un avispa’o, pero en algo más específico. Ejemplo: es un avión para los negocios.

Avispa’o: podría considerarse un sinónimo de vivo, con la salvedad de que está aceptado socialmente. Es aquel que logra salir adelante, pero no tiene límites morales. Ejemplo: una madre le puede decir a su hijo: “Tienes que ser más avispa’o”.

Bajar: robar descaradamente y sin vergüenza. La persona que lo comete no tiene escrúpulos y se siente con derecho a robar porque cree que el que tiene le sobra. Ejemplo: le bajé el celular.

Banquiar: quitar o desplazar a alguien de un puesto o lugar. El que banquea generalmente es más fuerte, pero usa su fuerza de manera irrespetuosa. Dentro de las empresas es un término asociado con una práctica de hipocresía. Ejemplo: estoy detrás de ese cargo, lo quiero banquiar.

Cañero: el cañero abusa de las máximas de cantidad y calidad en las conversaciones. Habla más de la cuenta y no todo lo que dice es cierto. Es un presumido.

Comer cuento: hace referencia a la ingenuidad social, a dejarse engatusar con las palabras y prestarle más atención a la persona que está hablando que a lo que realmente está diciendo.

Coronar: puede tener ambas connotaciones, tanto positiva como negativa. Pues podría usarse para decir que se alcanzo un objetivo muy difícil, o para referirse a un hecho delictivo. Ejemplos: coroné la tesis o coroné ese robó.

Cruce o catorce: aunque inicialmente se le dio un uso negativo para referirse a un favor ilícito del que nadie podía enterarse, en la actualidad se ha vuelto tan cotidiano que muchos adolescentes lo usan simplemente para solicitar una ayuda.

CVY (Cómo voy yo): término usado por el cómplice de algún hecho, o una persona que no hizo un gran esfuerzo en determinada situación y quiere reclamar una parte. Ejemplo: ¿cómo voy yo en ese trabajo de la Universidad?, ¿me va a anotar?

Dar papaya: es ofrecerle la posibilidad de ser engañado o traicionado a alguien que tiene habilidad para estafar o causar perjuicios.

Flecha: es un contacto. Una persona que consigue cualquier cosa que alguien necesite, viola las normas institucionales y morales, y por supuesto, cobra por ese tipo de favores. Ejemplo: tengo una flecha en esa oficina para que no tengamos que pagar la multa.

Gato: tiene un significado negativo. Se utiliza generalmente para referirse a un ladrón muy astuto.
Guardado: sinónimo de ‘tapa’o’. Un dato que no se puede hacer público y que obliga a los que lo conocen a convertirse en cómplices.

La tajada: es un beneficio, la parte del botín con la que se queda uno de los involucrados. Por lo general este término es asociado al terreno de la política.

Liga: soborno o dinero que se le suministra a alguien para ocultar algún hecho, situación o dato que no debe ser conocido. Ejemplo: le di la liga al guarda para que no me partiera.

Llevarse el mundo por delante: expresión común entre los más jóvenes que refleja cierto grado de terquedad. El individuo no se da cuenta de lo que pasa y sigue avanzando hacia su meta sin importarle los daños que causa a su alrededor.

Marrano: se usa para definir a una persona ingenua y que se deja engañar fácilmente. Existen un sinnúmero de expresiones para identificar a esta persona como: “Es el bobo del paseo”, “el que lleva del bulto de la rume”, “el tumba’o”, “el que siempre da papaya”.

Meter cuento: hacer uso del lenguaje y sus habilidades comunicativas para conseguir objetivos personales o persuadir a alguien de manera negativa.

Meter un gol: lograr un cometido sin mucho esfuerzo. Ejemplo: gané el parcial y ni siquiera estudié. ¡Metí un golazo!
Paisa: el mismo gentilicio de los antioqueños se ha convertido en ocasiones, en sinónimo de viveza, de robo o de sacar ventaja, y eso se refleja en los chistes y comentarios cotidianos.

Rosca: generalmente es una apalabra asociada al dicho “es mejor estar en la rosca”, que hace alusión a conseguir beneficios sin haber hecho nada para merecerlos. Ejemplo: no hice la fila porque tengo rosca.

Sapo: es un delator. Algunos lo hacen con buenas intenciones y otros, en cambio, para sacar beneficios o quedar bien ante alguien.

Tapa’o: algo que debe mantenerse oculto entre cómplices, y que al evitar que no salga a la luz, beneficia a las partes involucrados. Su uso casi siempre es negativo. Ejemplo: entre esos dos hay un tapa’o.

Torcido: es un traidor. Una persona que traiciona al resto de cómplices en determinado asunto ilícito, se ganaría el calificativo de ‘torcido’.

Tumbar: engañar, estafar o robar con inventos y artimañas ingeniosas, como el “paquete chileno”.
Ventajoso: es el que saca partida de todo, se aprovecha de las situaciones y tiene una habilidad clara para sacar beneficios en momentos de crisis.

Vivo: es aquel que con astucia logra lo que se propone, sin importarle el medio o los fines, solo su beneficio propio. Ejemplo: tan vivo que se robó ese dinero y nadie se dio cuenta.

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