La minería es una forma en la que, social y culturalmente, nos hemos organizado en nuestro país. Uno de los grandes desafíos frente al cambio climático, las crisis ecológicas y el desarrollo desigual, es cómo hacer de la explotación minera y de la práctica de la joyería de esmeraldas una actividad sustentable, equitativa y reconocida para las comunidades de conocimiento que las realizan.
Las millonarias subastas de esmeraldas de Muzo que se hacen en Sotheby´s y en Christie´s invisibilizan a estas comunidades como si la esmeralda solo tuviera un valor monetario y fuera un producto acabado, silenciando historias, valores y procesos comunitarios, artesanales y ecológicos.
Con el fin de darle voz, lugar y visibilidad a esta comunidad de saberes que muchas veces pasa desapercibida, el profesor Andrés Vélez Posada, de la Escuela de Artes y Humanidades, recibió una beca para una estancia de investigación en el Descartes Centre de la Universidad de Utrecht, en Países Bajos. Allí estuvo desde el pasado noviembre hasta finales de enero profundizando en un proyecto de historia y filosofía sobre el conocimiento vernáculo de las prácticas de la minería de esmeraldas, desde el siglo XVI hasta nuestros días.
El profesor Vélez plantea que la explotación minera debe ser pensada no solo como un proceso comercial y económico, sino también como un fenómeno de conocimiento con base social, donde las comunidades, como las de Muzo y Coscuez en Boyacá, se organizan para producir y transmitir saberes ligados al territorio, a los minerales y a las tecnologías del brillo y la translucidez.
Uno de los resultados de la investigación que propone, consiste en afirmar que en la cadena de valor del comercio de esmeraldas mundial hay una dependencia del conocimiento local del que se ha hablado poco. Y es que grandes casas de joyería como Cartier dependen del conocimiento de las comunidades locales sobre la minería artesanal de las esmeraldas, las cuales tienen un papel fundamental en la producción, valoración, comercialización y efecto de fascinación que tienen estas piedras verdes.
Con acceso a documentos, libros, objetos y obras de arte de las colecciones históricas de la biblioteca de las universidades de Utrecht, Ámsterdam y Leiden, de los archivos nacionales de los Países Bajos y de las fuentes y materiales del Rijksmuseum en Ámsterdam, Andrés pudo encontrar la manera en la que tecnologías y procesos mineros y artísticos de hace 500 años han sido valorados, transformados y transmitidos. Con esto, es posible evaluar las nuevas tecnologías de la joyería o la actual explotación minera de piedras preciosas, como las esmeraldas, para encontrar en formas del pasado maneras alternativas de extraerlas, seleccionarlas, cortarlas, pulirlas y comercializarlas de una manera más sostenible, menos contaminante y dañina para el entorno y sus comunidades.
La investigación continúa
con esta experiencia el profe Andrés pudo terminar un artículo que será publicado muy pronto y un capítulo del libro de investigación que podría salir a finales de este año, además de un video ensayo sobre las comunidades de Muzo que fue presentado en la universidad de San Diego. A través de estos, los productos y resultados están empezando a salir a la luz.