Las siluetas negras de la Comuna 13 de Medellín se han convertido en un símbolo nacional de los desaparecidos. No tienen rostro, no tienen voz, no tienen género. Representan hombre o mujer, indistintamente. Algunas llevan nombres escritos, fecha de desaparición y a veces mensajes.
El "siluetazo", como se ha denominado este acto de comunicación política, inició en el año 2003. Actualmente, la imagen de una fila de siluetas negras con letras blancas representa la situación de la Escombrera -sector ubicado en esta comuna de la capital antioqueña- y, en general, constituye un símbolo de la resistencia frente a la guerra.
Así lo expresa Adriana Arboleda. Ella coordina el proceso de acompañamiento a víctimas en la Corporación Jurídica Libertad, y explica que estos símbolos "no solo hacen parte de una lucha por la tierra, sino por el derecho al territorio".
Precisamente, este proceso de comunicación política será el centro del próximo conversatorio organizado por la especialización en Comunicación Política. Así, el evento Mujeres caminando por la verdad, servirá como open house del año 2016 para este programa de posgrado de EAFIT, pero sobre todo tendrá el objetivo de hacer visible el trabajo que este sector de la sociedad civil organizada de la ciudad —la Comuna 13— ha desarrollado en los últimos 14 años, con el ánimo de buscar justica, verdad y reparación en medio de las dinámicas del conflicto armado.
Quienes asistan a este encuentro tendrán la oportunidad de conocer, además del testimonio de estas valientes mujeres, la presentación del nuevo enfoque de la especialización, cuya formación estará orientada a los procesos de construcción de paz y defensa de los derechos humanos desde perspectivas comunicativas y políticas. Para ello, el programa estableció una alianza entre la academia, la sociedad civil, los organismos multilaterales y el Gobierno colombiano.
Una experiencia de comunicación, política y movilización social
En el año 2001, un grupo de mujeres se manifestó por primera vez en la Comuna 13, con el ánimo de reclamar públicamente contra la violencia y la militarización del territorio. En aquel momento, el Gobierno se había plantado el objetivo de derrotar a las milicias urbanas que, desde la década de 1980, se hacían presencia en este lugar privilegiado por sus virtudes geográficas: la Comuna 13 es un corredor estratégico importante que posibilita el acceso a municipios aledaños a Medellín, y a otros con salida al único puerto marítimo del departamento de Antioquia, por lo que se ha empleado especialmente para el transporte de armas y drogas.
Los intentos por evitar la presencia militar en el año 2001 no tuvieron los efectos deseados. Por el contrario, en mayo y octubre de 2002, la Comuna 13 padeció la acción militar. En la madrugada del 21 de mayo de 2002 se llevó a cabo la Operación Mariscal: helicópteros artillados, tanquetas blindadas y vehículos de guerra incursionaron en este territorio urbano, densamente poblado, de estrechas calles empinadas. Según narra el artículo Operación Mariscal: operación terror, de la Corporación Jurídica Libertad, alrededor de 1.000 efectivos de la Policía, el Ejército, el DAS, el CTI y la Fuerza Aérea Colombiana, con presencia de personal de la Fiscalía, allanaron los barrios 20 de Julio, El Salado, Independencias I y II y Nuevos Conquistadores.
Dice el Banco de Datos de Violencia Política del Centro de Investigación y Educación Popular -Cinep-, referenciado en el Informe del Grupo de Memoria Histórica en 2011, la Fuerza Pública atacó indiscriminadamente a la población civil, y dejó un saldo de 9.000 muertos (entre ellos, varios menores de edad), más de 37 heridos, 55 pobladores detenidos de forma arbitraria y 8 miembros de la Fuerza Pública heridos.
Y no fue suficiente. En octubre 16 de ese mismo año se realizó la Operación Orión, quizá la acción armada de mayor envergadura que ha tenido lugar en territorio urbano en el marco del conflicto colombiano.
Durante los días de terror que vivió la Comuna 13 en la Operación Mariscal, varios civiles vestidos de blanco caminaron por el lugar con megáfonos, pañuelos y pancartas, exigiendo pacíficamente la suspensión de las balas. El grupo estuvo encabezado principalmente por mujeres, pues muchos hombres de la comunidad fueron asesinados. Este fue uno de los primeros precedentes del movimiento Mujeres Caminando por la Verdad.
Actualmente, el grupo representa aproximadamente a 130 mujeres, quienes han venido desarrollando particulares acciones de comunicación política con el ánimo de promover y defender los derechos humanos de su comunidad frente a los crímenes y la violencia ocurrida a lo largo de los últimos 15 años en el territorio.
Mujeres Caminando por la Verdad recibió en septiembre de 2015 el Premio Nacional a la Defensa los Derechos Humanos Colombia 2015, en la categoría Experiencia colectiva del año. Gracias a estas mujeres, artistas y organizaciones como la Corporación Jurídica Libertad, la Comuna 13 de Medellín se ha convertido en un espacio de resistencia a la guerra a través del arte y la comunicación política, y las mujeres que protagonizan este movimiento constituyen hoy un referente nacional de defensa de los derechos humanos.