Algunas otras técnicas de representación 3D, como las proyecciones y las tecnologías estereoscópicas, suelen ser confundidas con la holografía. Sin embargo, los resultados de las primeras difieren de la segunda, entre otros, porque no brindan al observador características como la profundidad de los objetos o diferentes perspectivas de una escena.
Por ejemplo, los conciertos en los que se presenta la imagen virtual de algún cantante fallecido -o que se encuentra en un lugar distante- corresponden a proyecciones que se realizan sobre superficies semitransparentes, con lo que se logra dar la sensación de una imagen presente y que, aunque generan una sensación de tridimensionalidad con los observadores que están de frente, no posee características reales de profundidad.
En el mismo sentido, el cine 3D y las lentes de realidad virtual se realizan con tecnologías estereoscópicas que se encargan de crear dos imágenes simultáneas, con diferentes perspectivas del objeto, y es el cerebro quien se ocupa de agregarle una dimensión de profundidad, que claramente no poseen, pues se trata de imágenes planas superpuestas o proyectadas de forma independiente a cada ojo.