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Opinión / 20/12/2021

El nuevo salario mínimo en Colombia

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El aumento real del salario mínimo tiene por supuesto efectos positivos de bienestar, tras la difícil situación que han vivido los hogares a raíz de la pandemia. Pero tiene también costos importantes, que reflejan la precariedad del mercado de trabajo en Colombia. La tarea urgente sigue siendo impulsar una transformación productiva profunda que, aprovechando las disrupciones de las cadenas globales de valor, posicione de manera renovada la economía del país en ellas, aprovechando el reacomodo de la inversión, las oportunidades de nuevas tecnologías, y la transformación energética en curso. Sólo consolidando un sector productivo dinámico y vigoroso, generaremos el empleo de calidad que el país necesita​​​​​

​Por: ​Jesús Botero García

La propuesta presidencial de llevar al salario mínimo a $1.000.000, lanzada justo antes de la reunión de la Comisión de Concertación Laboral, puede leerse de dos maneras: como una caída en la tentación populista, que estaría reflejando el sesgo futuro de los acontecimientos políticos en Colombia; o como una astuta jugada estratégica, que acotó el debate, evitando la polarización extrema que podría haberse dado en un proceso de negociación complejo como el que estaba a punto de comenzar.

Quizás la interpretación adecuada sea la segunda: una estrategia de “segundo mejor", ante la imposibilidad de poner límites a pretensiones de alguna de las partes, superiores sin duda al 15 %, que se habrían concretado en un momento políticamente explosivo como el que se vive en la campaña electoral que se desarrolla. Cambio del juego, dirían los profesores de teoría de juegos, a través de la modificación de la pregunta que define la decisión estratégica. Ya no ¿cuánto pedimos? (o ¿cuánto ofrecemos?); sino más bien, ¿aceptamos la propuesta? alterando sustancialmente las ganancias asociadas a la decisión, que enfrenta ahora un costo cierto a un resultado incierto.

Desde este punto de vista, la estrategia fue adecuada, con las ventajas y desventajas que ello implica para las partes sentadas en la mesa, y para la sociedad en general. Para quienes perciben ingresos salariales en torno al mínimo, un magnífico resultado: tras una inflación anual que cerrará cercana al 6 % (y con un incremento en los precios de alimentos y bebidas, del orden del 15 %), tener un incremento de 10 % generará sin duda alivio, siempre y cuando la inflación de 2022 se mantenga controlada. Esto último, por supuesto, no es seguro, e implicará alguna gestión del Banco Central, con efectos posibles sobre el nivel de actividad económica, como los que se analizarán más adelante.

Pero el grupo de personas ocupadas que reciben el mínimo, es minoritario, como lo ilustra la tabla 1, que resume el empleo según nivel de ingresos, para el promedio de los tres primeros trimestres del año. Sólo el 18,1 % de los ocupados tienen ingresos laborales en el rango entre 0.9 y 1.1 salarios mínimos, rango en el que el aumento tiene un efecto inmediato y efectivo. 46,1 % tienen ingresos inferiores al 90 % del mínimo, y otro porcentaje cercano al 30 % están por encima del nuevo nivel del mínimo, y aunque ese grupo podrá experimentar algún impacto, no necesariamente se verá beneficiados por el aumento real definido en la negociación. Así que, desde ese punto de vista, el impacto positivo sobre ingresos laborales es limitado.

Desde el punto de vista de los empresarios, probablemente el logro de un acuerdo rápido sea una ventaja, en un entorno complejo e incierto como el que se vive en el país. Algunos deben haber respirado con alivio, al anclar las expectativas de negociación, en tanto que otros, que ya estaban suficientemente preocupados con las presiones alcistas, deben estar ahora concentrados más bien en diseñar estrategias exitosas de aumento de precios que les permitan enfrentar las presiones de costos experimentadas. El panorama, en este sentido, es complejo: hay todavía precios elevados de commodities en los mercados internacionales, y no se ha regularizado el comportamiento de las cadenas globales de suministro, por lo que los empresarios están experimentando importantes presiones de costos, que probablemente se agudicen si la moneda se devalúa, en respuesta al “tapering" (el retiro de los estímulos monetarios) del banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Por esta vía, pues, algún alivio, pero presiones adicionales inflacionarias.

Tabla 1. Población asalariada e independiente: Participación por rangos de ganancias y salarios laborales

 
ENERO-SEPTIEMBRE 2021ENERO-SEPTIEMBRE 2020ENERO-SEPTIEMBRE 2019
TOTAL100.0100.0100.0
Hasta 0,9 smmlv46.146.541.8
Más de 0,9 hasta 1,1 smmlv18.121.623.9
Más de 1,1 hasta 2 smmv19.616.819.0
Más de 2 smmlv10.411.012.1
No sabe/no informa5.84.13.2

Fuente: DANE. Ganancias y salarios laborales de la población ocupada.

Pero concentremos el análisis en los temas esenciales de política pública: el impacto sobre el empleo y la informalidad; las consecuencias sobre el crecimiento del año 2022; y los impactos en la inflación.

En cuanto al impacto sobre el empleo, cabe resaltar el punto de partida: aunque la economía crece ya 1,5 % respecto a su nivel de 2019 en el acumulado a septiembre (ver figura 1), el empleo no recupera su nivel de prepandemia. La figura 2 muestra la creación neta de empleo desde marzo de 2020, a partir de la seria desestacionalizada de empleo del DANE. Como se aprecia allí, se perdieron 5.8 millones de empleos con motivo de la pandemia, y se han recuperado sólo 5 millones.

Figura 1. Empleo neto generado


Lo que probablemente ello signifique, es que la pandemia ha acelerado un proceso de cambio estructural de los procesos productivos, originado en la denominada cuarta revolución industrial. Se ha reemplazado trabajo no calificado por una combinación de trabajo calificado, automatización, tecnologías de TI, y, en alguna medida, capital tecnológico. Este proceso podría agudizarse por efecto del aumento del salario real, generando (en conjunto con los convencionales efectos de precio), una pérdida de empleo respecto a un escenario de aumento del salario definido por la inflación pasada y el aumento de la productividad, del orden de 184 mil empleos.

El segundo elemento que debe considerarse, es la informalidad. La tabla 2 resume el empleo por tipo de ocupación, para el mes de octubre de 2019, 2020 y 2021.

Tabla 2. Población ocupada según posición ocupacional

POSICIÓN OCUPACIONALOCTUBRE 2019OCTUBRE 2020OCTUBRE 20212021 vs. 2019
Empleado particular8,9097,8698,635-274
Trabajador sin remuneración973768787-186
Patrón o empleador820692775-45
Trabajador por cuenta propia9,7159,6119,80792
Empleado doméstico710
625603-107
Jornalero o peón889809802-87
Empleado del gobierno782885717-65
TOTAL22,79821,25922,126-672

 

El empleo sigue siendo inferior al observado dos años atrás, pero hay un detalle de extrema importancia: ¡El empleo por cuenta propia crece ya, respecto a 2019! Dos hipótesis son posibles: la primera, que el emprendimiento calificado ha ganado terreno, aproximándonos a una economía del conocimiento; la segunda, que ha aumentado el empleo precario por “cuenta propia", en reemplazo de empleo remunerado de buena calidad. Dado que el porcentaje de empleo con remuneración inferior a 0.9 veces el salario mínimo legal vigente ha aumentado del 41,8 % en 2019 a 46,1 % en 2021, como lo muestra la tabla 1, es muy probable que la explicación correcta sea la segunda. En ese orden de ideas, es también probable que aumente la participación en el empleo total del empleo informal precario, estrechamente asociado al empleo por “cuenta propia", afectado además por el deterioro de sus ingresos.

El efecto conjunto del aumento de ingresos de los asalariados, del aumento de participación de desempleados y de informales en el total de la población económicamente activa, y del deterioro del ingreso de estos últimos, producirá probablemente una reducción de la masa de ingresos laborales percibidos por la población. Ello impediría que el aumento del salario tenga un efecto virtuoso sobre la demanda: lo tendría, en una economía altamente formalizada, trabajando cerca de la frontera de posibilidad de producción moderna, y en la que hubiese algún grado de capacidad instalada disponible. Pero no en una economía dual, en la que se presente un deterioro del ingreso laboral general. Por cierto, es importante resaltar que el consumo ha sido un dinamizador importante de la demanda interna: ha crecido 6,6 % respecto al nivel de 2019, por efecto, seguramente, de los programas asistencialistas desplegados, concretamente “ingreso solidario" y “devolución del IVA". En efecto, se ha logrado llevar dinero a los bolsillos de los desamparados, protegiendo su consumo, y desde este punto de vista, lo prioritario en el corto plazo será garantizar la permanencia de esos programas, hasta que el empleo recupere su dinamismo. Ello iría sin embargo en contravía del aumento del salario mínimo en términos reales, ya que ese aumento afecta negativamente las finanzas públicas, debilitando la capacidad de atender esos programas.

En cuanto al desempeño económico, hay tres fuerzas en juego a raíz del aumento real del salario: 1) un encarecimiento de la producción, que puede afectar su nivel, reduciéndolo, bien sea por efectos de competitividad, o por efectos de desplazamiento de la curva oferta. 2) asociado a las presiones inflacionarias: si bien el aumento del salario genera señales positivas para el impulso de la demanda, los ajustes ulteriores del coste terminan por mitigar ese efecto, por la vía del encarecimiento de los productos. 3) está el mecanismo de transmisión de la política monetaria: confrontado con los aumentos de precio, el banco central debe incrementar la tasa de interés, para moderar las presiones inflacionarias derivadas de la demanda. Ello incide negativamente en la actividad económica a través de una disminución de la formación bruta de capital, afectando la demanda agregada.

Un ejercicio de simulación con equilibrio genera computable indica que el aumento de tres puntos adicionales del salario genera una disminución de 0,61 % en el crecimiento de la economía, que pasaría de 4,67 % en 2022, a 4,06 %.

En el tema de los precios, el aumento genera presiones inflacionarias que seguramente obligarán al banco central a adoptar una política monetaria más estricta, a través del incremento de la tasa de interés de intervención. Ello contribuiría a la disminución del crecimiento, sin que necesariamente se disipen los temores de incrementos adicionales de la inflación, que volverían más complejo el manejo de la política económica.

Así pues, el aumento real del salario mínimo tiene por supuesto efectos positivos de bienestar, tras la difícil situación que han vivido los hogares a raíz de la pandemia. Pero tiene también costos importantes, que reflejan la precariedad del mercado de trabajo en Colombia. La tarea urgente sigue siendo impulsar una transformación productiva profunda que, aprovechando las disrupciones de las cadenas globales de valor, posicione de manera renovada la economía del país en ellas, aprovechando el reacomodo de la inversión, las oportunidades de nuevas tecnologías, y la transformación energética en curso. Sólo consolidando un sector productivo dinámico y vigoroso, generaremos el empleo de calidad que el país necesita.​

Última modificación: 08/02/2022 17:16

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