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Opinión / 03/03/2021

La economía en un vistazo

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​¿Qué está pasando? En la economía mundial hay una recuperación que trae esperanza, pero también grandes inquietudes. En el país cae el empleo con una tasa del 17.3%, ¿cuáles fueron las transformaciones que sufrió la estructura del empleo?  ​​​

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​​Economía mundial: optimismo moderado hacia el futuro

China, tras divulgar un crecimiento del 2.3% en 2020, lidera una recuperación mundial que será sin embargo desigual y que, aunque alienta la esperanza, genera también grandes inquietudes: ¿se mantendrá contenida la inflación en Estados Unidos (y en el mundo), incluso tras los nuevos estímulos por 1.9 billones que se tramitan en el Congreso de ese país y la política monetaria de sesgo expansivo que conduce la autoridad monetaria? ¿El progresivo retiro en el futuro de los excesos de liquidez en los mercados financieros mundiales, podrá llevarse a cabo sin generar crisis en agentes altamente endeudados, y sin producir caídas abruptas en los precios de los activos? ¿Y la recuperación del empleo, en presencia de las transformaciones profundas asociadas a la robotización y la inteligencia artificial, podrá ser ordenada y equilibrada, para evitar profundizar las tensiones distributivas que se observan en las economías occidentales? 

Gráfico 1: Producción industrial, ventas y PIB trimestral. China



Son ya varias las voces que empiezan a alertar acerca de los riesgos subyacentes, poniendo en duda que lo que estamos viendo sea una transformación disruptiva de una macroeconomía en la que ha desaparecido la inflación, y recordando cómo ésta ha resurgido con virulencia después de otros períodos de desaceleración, obligando a políticas restrictivas (recuérdese Paul Volcker), que serían devastadoras en el futuro. Pero las presiones que se han generado sobre las sociedades distan de ser manejables, y probablemente los gobiernos aprovecharán el máximo margen de maniobra que les permitan los mercados financieros, para mantener estímulos, medidas de mitigación y alivios.   

Por lo demás, es evidente la caída en los nuevos casos confirmados que se observa en general en todo el mundo (ver gráfico 2), reflejando en parte el despliegue de la vacunación, pero también una tendencia clara a la disminución de la tasa de contagio, que se superpone a los efectos de la vacuna. Podemos estar avizorando la luz al final del túnel, pero sin duda, debemos proceder con prudencia. Los rebrotes de finales del año pasado así lo aconsejan.



Son tiempos complejos, pues, en los que tendrán que aplicarse con prudencia políticas expansivas, evitando los riesgos de un prematuro retorno a la austeridad, pero también evitando exceder la capacidad de absorción del sistema, en un mundo en el que tendremos que aceptar la existencia de equilibrios múltiples y divergentes, entre los que oscilarán las economías.

La evolución reciente de la economía colombiana​​

La serie desestacionalizada de indicadores laborales, muestra por primera vez una caída en el empleo, desde julio de 2020, como lo ilustra el gráfico 3. Ahora, la pérdida neta de empleo se ubica por encima de 1.6 millones de empleos, con respecto a febrero de 2020. Ello explica una tasa de desempleo del 17.3%, que devela sin duda una profunda precariedad en los mercados laborales, aquejados también por la informalidad, que en rondaba el 50% al final del 2020.

Gráfico 3.

Fuente: DANE. Cálculos propios.


Pero los datos del DANE del mercado laboral correspondientes al mes de enero de 2021, permiten analizar de manera integral el impacto que la crisis del COVID-10 ha tenido sobre el empleo en Colombia: la tasa de desempleo se elevó al 17.3%, producto de la crisis, pero también, de factores estacionales, que una vez corregidos, permiten sin embargo calcular una tasa desestacionalizada del 14.8%; perdieron su empleo 1.577 mil personas, si se comparan las cifras con enero de 2020, de los cuales 626 mil se retiraron del mercado activo, y 951 mil pasaron a formar parte de la población desocupada1; y se produjeron profundas transformaciones en la estructura del empleo, que se resumen en los cuadros 1 y 2, correspondientes al empleo por posición ocupacional y por tamaño de empresas, respectivamente.


Cuadro 1.

Fuente: DANE. GEIH, enero 2021. Cálculos propios.

Cuadro 2.​​​​

 
Fuente: DANE. GEIH, enero 2021. Cálculos propios.​

La pérdida de empleo se concentra, fundamentalmente, en las categorías de “empleados particulares”, que da cuenta del 77,9% del empleo perdido, cuando representaba sólo el 40% del empleo total en enero de 2020; y en la de “patronos o empleadores”, que aporta el 14.3% de la pérdida. Los trabajadores por cuenta propia han retornado, en cambio, al trabajo, y su cantidad supera en 52 mil empleos el nivel existente un año atrás. De acuerdo a ello, la pérdida del empleo se concentra primordialmente en aquellas categorías que suponen estructuras organizacionales de algún grado de complejidad (empresas, emprendimientos estructurados en los que un patrón o empleador organiza y coordina actividades de otros trabajadores), reflejando probablemente una precarización profunda del empleo, que golpeará profundamente la estructura distributiva y la pobreza en el país.

Pero el análisis por tamaño de empresa es aún más contundente: mientras las empresas de más de 10 trabajadores generaban en enero de 2020 el 32.2% del empleo, se concentra en ellas el 62.4% del empleo perdido! Son unidades productivas medianas o grandes las que han dejado de emplear cerca de un millón de personas, y ello puede tener dos explicaciones: una, coyuntural, relacionada con bajos niveles de actividad económica, que se presentaron con motivo de la pandemia,  y que tras recuperarse en el segundo semestre del año, pudieron caer de nuevo en enero, tras el rebrote de contagios en diciembre; y otra, estructural, que indicaría que los empresarios han aprendido a trabajar más eficientemente, en esa confluencia compleja de crisis de demanda y de absorción de nuevas tecnología asociadas a la digitalización y a la virtualización propias de la cuarta revolución industrial. 

La cuestión básica de política pública debe ser planteada de manera consecuente con esos datos: ¡se han perdido cerca de un millón de empleos de manera permanente! Han desaparecido seguramente organizaciones empresariales de tamaño mediano o grande, pero también, y quizás primordialmente, se han incorporado cambios en los procesos productivos, que disminuirán de manera quizás irreversible la intensidad de empleo de esos procesos. A fin de cuentas, las crisis con, para los empresarios, magníficas oportunidades de mejorar si es que se sobrevive a ellas.
Hay que propiciar entonces una transformación radical de la estructura productiva del país, que aproveche las disrupciones profundas de las cadenas globales de valor para redefinir el papel del país en la economía global; incentive la creación de nuevas empresas y organizaciones, dotadas de tejido productivo complejo y eficiente; genere renovadas oportunidades para quienes quieran desarrollar las competencias de este mundo 4.0, disruptivo, digitalizado, descentralizado y descarbonizado; y redefina, a partir de ello, las formas de integración de los individuos al bienestar colectivo, más allá del angustioso rebusque de los “cuenta propias” que  buscan con desespero generar rentas para su subsistencia.

En el proceso, será necesario apalancar una política agresiva de inversión en infraestructura que genere empleo transitorio, al tiempo que se mantienen esquemas de protección social para el auxilio de los más afectados por la crisis. 
Ello genera presiones inmensas, que obligarán a la búsqueda de ingresos tributarios alternativos, que mantengan la sostenibilidad de las finanzas públicas. Una reforma fiscal profunda es necesaria, y pertinente: liberar al trabajo de gravámenes parafiscales, para concentrar el esfuerzo fiscal en el consumo, a través de impuestos al valor agregado; impuestos directos a las personas en el disfrute de las rentas que reciben, en lugar de gravámenes a las empresas, en el proceso de generación de riqueza; eliminación de exenciones, excepciones y espacios de elusión, simplificando los regímenes y cobijando a más contribuyentes; y una ambiciosa propuesta de consolidación del sistema de protección social y de aseguramiento, que proteja a las personas de los riesgos de vejez, enfermedad y precariedad económica, al tiempo que les permite acceder a la acumulación de capital humano, para permitirse integrarse en aparato productivo transformado y renovado, que permita el crecimiento futuro.

Son los retos del futuro inmediato, tanto más cruciales, cuanto que los mercados financieros estarán atentos a la evolución de las finanzas públicas. 

 
Si no se hubiese producido tal retiro, la tasa de desempleo habría llegado al 19.4%

Última modificación: 03/03/2021 9:15

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