Esta afirmación la hizo ayer el Nobel de Economía 2004, el noruego Finn Erlin Kydland, quien clausuró el segundo día de sesiones académicas de la reunión de la Asociación de Economía de América Latina y el Caribe (Lacea), y el Encuentro Latinoamericano de la Sociedad de Econometría (Lames), que delibera en la Universidad Eafit.