Por: Liz Londoño-Sierra
Es innegable que, en general, los gobiernos están tratando de minimizar la pérdida de vidas humanas y que aún no existe una fórmula “correcta”: cada uno ha ido implementando medidas que poco a poco evidencian su efectividad. Pero también es cierto que medidas de aislamiento como la cuarentena han dejado ver las dificultades que tienen los países de cubrir las necesidades de los más vulnerables, cuando se apaga el aparato productivo de la economía y se desacoplan las cadenas de suministro. Las diferencias son abismales entre los países avanzados y emergentes, donde los segundos enfrentan un reto mayor porque, además de lidiar con la pandemia, deben lidiar con la escasez de recursos públicos y las dificultades de conseguir financiamiento externo para mitigar una crisis sanitaria y económica, que podría convertirse también en una crisis financiera.
Actualmente, los hacedores de política deben decidir sobre el tipo de cuarentena y distanciamiento social a implementar para reactivar el funcionamiento de la economía y evitar la expansión de contagios, mientras la ciencia juega una carrera contra el tiempo por encontrar una vacuna efectiva. Los países emergentes buscarán reactivar sus economías más rápidamente que los desarrollados, para evitar que el choque de oferta se retroalimente con el choque de demanda, dada la debilidad de su tejido productivo, la endeblez de sus cadenas de suministro y su dependencia de precios de materias primas que se han debilitado considerablemente. Si no lo logran, miles de personas pueden ver desaparecidas sus fuentes de ingreso y sus posibilidades de consumo.
Así, es necesario seguir implementando políticas encaminadas a aplanar la curva de contagio de la COVID-19, al tiempo que se implementan políticas macroeconómicas para aplanar la curva de contagio de la economía. Estas medidas, de ser adecuadas, pueden minimizar los costos asociados a la disminución de la producción y a la contención y mitigación de la crisis de salud pública. Es decir, el uso adecuado de políticas macroeconómicas permitirá reducir la magnitud, durabilidad y profundidad de la recesión que ya comenzó.
La directora del Fondo Monetario Internacional dijo el 23 de marzo de 2020 que era previsible “una recesión (global) por lo menos tan grave como la de la crisis financiera global, o peor” (aunque aclarando a renglón seguido que podría esperarse una recuperación en 2021)1 . Por su parte, el martes 14 de abril, Gita Gopinath de la misma institución, afirmó: “Por primera vez desde la Gran Depresión, tanto las economías avanzadas como las de mercados emergentes y en desarrollo están en recesión”2 . Adicionalmente, resaltó que la contracción económica puede ser mayor “si la pandemia y las medidas de contención se prolongan, si las economías emergentes y en desarrollo se ven aún más golpeadas, si persisten las condiciones financieras restrictivas o si se registran secuelas más duraderas y generalizadas debidas a cierres de empresas y desempleo prolongado”3
En estas condiciones, los pronósticos negativos recientes, que se resumen en la tabla 1, aún pueden resultar optimistas. Todo dependerá de la capacidad que tengan las economías de reactivarse después del periodo de confinamiento. Por lo pronto, tanto el Fondo Monetarios como la CEPAL, pronostican caídas superiores al 5% para América Latina, y aunque se mantienen en general expectativas positivas para 2021, el futuro dependerá de que encontremos mezclas adecuadas de políticas, que contengan el contagio, al tiempo que impiden la destrucción del aparato productivo.
Tabla 1: Proyecciones de crecimiento económico. 2020
Fuente: IMF, OCDE y CEPAL
La OCDE, el 14 de abril, en la evaluación del impacto inicial de las medidas de contención de la COVID-19 sobre la actividad económica, afirma que, por cada mes de contención, habrá una pérdida de 2 puntos porcentuales en el crecimiento anual del PIB. Así mismo, agrega que “muchas economías entrarán en recesión. Esto es inevitable, ya que tenemos que seguir luchando contra la pandemia, pero al mismo tiempo hemos de enfocar nuestros esfuerzos para poder restaurar la normalidad económica lo más rápido posible”
A medida que se observen los efectos de las medidas de contención del virus y su duración, así como la reapertura de los mercados, será posible identificar qué tipo de escenario podemos imaginarnos al futuro. Por el momento, la recesión del primer semestre es clara, y la incertidumbre se concentra en lo qué ocurrirá en el segundo y en el año venidero. Sin embargo, es de anotar que América Latina es una región que tiene poco espacio para aumentar su gasto fiscal debido a su restricción de acceso al crédito externo y a los limitados ingresos fiscales, y por ello, le será muy difícil mitigar los costos en que tenga que incurrir para detener la pandemia. De ahí la importancia de encontrar una mezcla óptima de políticas de contención y políticas de reactivación: de ello dependerá la vida y el futuro de millones de personas.
1Comunicado de prensa del 23 de marzo: https://www.imf.org/en/News/Articles/2020/03/23/pr2098-imf-managing-director-statement-following-a-g20-ministerial-call-on-the-coronavirus-emergency.
2Blog dialogo a fondo del 14 de abril: https://blog-dialogoafondo.imf.org/?p=13190
3IMF, WEO abril de 2020. https://www.imf.org/en/Publications/WEO/Issues/2020/04/14/weo-april-2020