Por un ecosistema sin efectivo
¿Acceso o inclusión? Distinción clave para analizar el contexto del sistema financiero en Colombia.
Diversos estudios han identificado que el problema radica más en lograr una verdadera inclusión financiera que acceso, generando la efectiva utilización de los recursos por parte de la población excluida. La realidad muestra que, aproximadamente un 33% de las personas que cuentan con al menos un producto financiero, no lo utilizan.
Dentro de las principales razones para no acceder a una cuenta bancaria formal, además de la falta de dinero, se destacan el costo de acceso, los requerimientos de documentación, la desconfianza y la distancia geográfica. ¿Cómo encontrar una solución a estos obstáculos? En un ecosistema sin efectivo radica parte. Éste se refiere a aquella situación donde hay poco o ningún flujo de efectivo, y de manera alternativa, se utilizan otros canales como transacciones por Internet, banca móvil y depósitos electrónicos.
El gobierno, reconociendo la importancia de la inclusión financiera y de la creación de un ecosistema sin efectivo como herramienta para lograrla, ha implementado diferentes políticas. Ejemplos de éstas son la Ley de Inclusión Financiera (Ley 1735 de 2014) y la consolidación de mecanismos de ahorro acordes con las necesidades de cada sector, fomentando las Cuentas de Ahorro Electrónicas, de Trámite Simplificado y Depósitos Electrónicos.
Las medidas han logrado generar un crecimiento en los índices de bancarización e inclusión, que puede explicarse además, por el impulso al sistema a través de programas como Más Familias en Acción y los BEPS (Beneficios Económicos Periódicos).
Es destacable también el programa que realizan la Banca de Oportunidades, Asobancaria y Davivienda en Concepción, municipio del suroeste antioqueño. La prueba busca desincentivar el uso del efectivo por parte de los habitantes, por lo que ahora se hacen transferencias electrónicas para todas las actividades.
En general se ha dado una importante evolución en cuanto a un ecosistema sin efectivo; para el cuarto trimestre de 2014 se registraban 2,088,000 cédulas inscritas en depósitos electrónicos. Además, las tarjetas han pasado de ser utilizadas solo en cajeros automáticos a ser parte del comercio y herramienta de depósito de los salarios. En el año 2013, las transacciones en dinero plástico superaron los 8,200 millones de dólares, lo que equivale a un 2.19% del PIB.
A pesar del progreso, muchos consumidores prefieren todavía el efectivo. De hecho, aunque en el país circulan 88 billones de pesos, 42 billones se mueven en efectivo y el promedio de uso del dinero plástico es apenas 29 veces al año.
Es pertinente entonces replantear algunas regulaciones, como el 4 por mil y el retiro de la política de disminución de los puntos del IVA al pagar con tarjeta débito, puesto que éstas pueden desincentivar a algunos individuos para el acceso al sector.
Adicionalmente, es esencial que los establecimientos ofrezcan medios electrónicos para que los consumidores puedan pagar y que asimismo, los ciudadanos tengan incentivos para emplear canales no tradicionales.
¿Cómo lograrlo? Convenciéndolos de los beneficios que genera el desarrollo de este ecosistema. Se ofrece mayor eficiencia para la economía, fomentando la actividad y mejorando el flujo de bienes y servicios. También se brinda seguridad en las transacciones, mayor control de los gastos y se reduce la economía informal al aumentar la transparencia.
Por lo tanto, es importante consolidar el marco bajo el cual se desarrolla el sistema financiero, identificar el costo de oportunidad de algunas políticas que se han implementado y ofrecer garantías tanto para consumidores como para vendedores. Así, habrá un incentivo real para la utilización de nuevos canales que generen beneficios sobre la economía.
Fuentes
Congreso de Colombia. (21 de Oct de 2014). Ley Nº 1735 .
Superintendencia Financiera de Colombia. (2013).
Reporte de Inclusión Financiera.
Manuela Vélez Ramírez