Desnudas de artificios estas páginas logran mover y conmover, en ellas la escritora desata las tiras de su sandalia para que el camino sea vivido a pies descalzos, y así “la piel cobarde” logra ver con claridad, sentir plenamente, afirmar lo humano en medio de la rutina. Al leer a Esther Fleisacher sentimos que la quietud de un estanque ha sido golpeada por una mano que hace cobrar vida a las aguas dormidas; entonces de lo que era quietud y silencio emerge una música clara, precisa que nos cuenta y nos vindica.
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