Andrés García sabe que el hombre es el monstruo y que la bestia lo habita incesantemente. Sabe, además, que en toda aberración palpita el perfil de la muerte y la carga de soledad y dolor que ella impone. Los personajes de estos cuentos son seres mezclados, los sacude la rareza de sentirse incompletos, anómalos y feos. Algunos de ellos brotan de universos fabulosos y fantásticos. Y lo que se narra, en definitiva, es un intento de mensurar no sólo sus propios sufrimientos, sino los que marcan al hombre contemporáneo.
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