En algún momento pensé que este libro debía llamarse Década, con ese título quería, sin más, etiquetar –y sin preferir ninguna de sus partes– una colección de cuentos forjada a lo largo de diez años de trabajo.
Si al final elegí el rótulo de La isla del Gallo, ello fue porque me ganaron una imagen curiosa y un enigma americano. Si esta explicación no basta, aún puedo robar una frase de Jorge Luis Borges sobre “El Sur” y decir, asumiendo todos los riesgos, que el relato que da título a esta colección “es acaso mi mejor cuento”.
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