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Pero yo te quiero sin saber por qué… Para violín, violoncello y piano

Colección de Música (Partituras)​
Autor: Andrés Posada Saldarriaga
Medellín, 2002
ISBN: 958-8173-23-X
Rústica, 21.5 X 30.5 cm
58 páginas
$ 30.000






En abril de 1999 se estrenó en Medellín Esa vana costumbre, obra del grupo Danza Concierto, coreografiada y bailada por Peter Palacio, director y fundador del grupo, con quien he tenido una estrecha colaboración de trabajo. La música que escribí para esa obra, fue realizada por computadora para una serie de instrumentos digitales que semejaban a los bronces -trompeta principalmente- cuerdas y teclados. Esta partitura, está basada en aquel trabajo, resumiendo sustancialmente el proyecto electrónico original y desarrollándolo para instrumentos acústicos: violín, violoncello y piano. En esta recreación tuve que rehacer las ideas para sacarlas de la libertad de los instrumentos electrónicos y digitales -que prácticamente pueden hacer cualquier cosa- pasándolas al lenguaje concreto y específico de los instrumentos acústicos mencionados. Está basada, de una manera muy libre, en el bolero. Este ritmo, esta forma de canción, esta forma de vida..., constituye una parte esencial de nuestra cultura latina.

Sin saber porqué, el segundo movimiento, está muy ligado a un hermoso bolero, Amor salvaje, de Miguel Ángel Valladares, inmortalizado en la voz de Toña la Negra. De alguna manera también expreso musicalmente, en mi estilo, el texto de la canción: "Qué manera de amar tan terrible / y ya no es posible cambiar lo que soy. / Muchas veces quisiera olvidarte / y no puedo dejar de adorarte. / Una angustia clavada en el pecho, / me llega al cerebro y pierdo la fe. / Sé que nada espero, / pero yo te quiero sin saber por qué. / Este amor salvaje, es ansia fuerte y loca / de estrecharte en mis brazos / y de morder tu boca con desesperación. / Luché por olvidarte, por vencer mi destino / y caí al remolino de la fatalidad. / Este amor salvaje / me causará la muerte / pero me importa poco / si volveré a quererte, allá en la eternidad." La muerte está representada por la ausencia de tonos: los tres instrumentistas cambian gradualmente sus instrumentos por otros de percusión, de afinación indeterminada, y la obra se desvanece en el silencio.


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