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Corrupción de un país puede ‘contagiarse’ a sus vecinos

Un estudio que surgió del semillero de investigación de Estudiantes de Economía (Siede) determinó los mecanismos de transmisión entre países, para bien o para mal, de un flagelo tan generalizado como complejo de medir.

Imagen: Shutterstock

​​​Juan Fernando Rojas T.
Colaborador​

¿Qué tanto el nivel de corrupción de un país puede afectar o no a sus vecinos o viceversa? Esa fue la pregunta que durante año y medio buscaron responder el profesor Michael Jetter junto con Alejandra Montoya Agudelo y Esteban Alemán Correa, entonces estudiantes de pregrado y miembros del semillero de investigación de Estudiantes de Economía (Siede).

La labor investigativa fue ardua debido a que no hay consenso ni claridad frente a todas las variables que pueden afectar o mejorar los niveles de corrupción de un país. Incluso, hay serias limitaciones para obtener datos que faciliten cuantificar los niveles de este flagelo que, por antonomasia, busca ocultarse.

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“Políticas que ayudan a disminuir la corrupción en un país pueden ayudar a disminuirla en su vecindario”: Alejandra Montoya Agudelo.

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No obstante, un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), publicado en mayo de 2016, indica que solo por sobornos (una de las formas de corrupción) se pagan unos dos billones de dólares +anuales, es decir, cerca del 2 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial. Y esto no cuantifica otros impactos en el crecimiento de la economía, las instituciones democráticas, las menores tasas de desarrollo de los más necesitados y el desvío a particulares de recursos públicos.

En esas condiciones, en la actualidad se apela a varios caminos para intentar cuantificar la magnitud de la corrupción, por ejemplo, índices de percepción, estimativos económicos, mediciones puntuales y modelos de inferencia estadística.

De ahí que Marcela Restrepo, directora del Área de Sector Público de la oenegé Transparencia por Colombia, asegura que “debe haber un cambio en el paradigma de medición: no puede ser solo con encuestas a la opinión pública y hay que dejar de indagar de forma genérica la corrupción, pues no se  podrá saber cuánta plata pública se negocia, pero sí cuantificar expresiones del delito, como los fallos fiscales y disciplinarios”.

corrupcion-domestica.gifDiferencia de corrupción doméstica frente a vecinos (2012)

Cálculos y pruebas​

Teniendo en cuenta estas dificultades, los investigadores de EAFIT partieron de los factores del entorno de los países debido a que sus interacciones podrían incidir en que la corrupción trascienda fronteras. En este sentido, acopiaron cientos de datos de una muestra de 123 países entre 1995 y 2012, y tuvieron como referencia los resultados del Índice de Libertad de Corrupción (FFC, por su sigla en inglés de Freedom From Corruption Index) de la Fundación Heritage.

Luego establecieron los mecanismos de transmisión de ese “efecto contagio” de corrupción entre países vecinos. Con metodologías de econometría tradicional y también algunas estimaciones de econometría espacial probaron dicho efecto con diversos aspectos para obtener un índice ponderado de corrupción de todos los países vecinos y que llamaron Índice de Corrupción de Vecinos (NCI, por su sigla en inglés de Neighbors’ Corruption Index), teniendo como línea base de medida la extensión de las fronteras entre países.

“El resultado más importante es que el nivel de corrupción de países vecinos puede afectar directamente el nivel de corrupción doméstico”, es decir, si un país tiene vecinos corruptos es más probable que también se vuelva corrupto, acota el profesor Jetter, vinculado en la actualidad a University of Western Australia (UWA). Para llegar a esta conclusión trabajaron con 14 variables relacionadas con posibles hipótesis de mecanismos de transmisión, las cuales se testeaban una por una. De esta manera, identificaron que aspectos como compartir el idioma o tamaño de la población no eran indicativos de un efecto contagio en el lapso analizado. Aunque intentaron examinar flujos migratorios, lo que supondría mayor vulnerabilidad, no había datos disponibles.

“Después de descartar opciones encontramos que la cercanía geográfica entre ciudades capitales sí puede facilitar el efecto contagio. Además, resultó ser significativo el grado de globalización, es decir, la apertura a mercados internacionales que, por ende, puede generar una mayor influencia entre vecinos”, explicó Montoya, quien en la actualidad es estudiante de la maestría en Economía de EAFIT y, además, es coautora del artículo Corruption: Transcending Borders que, sobre la investigación, publicó en mayo de 2016 la revista académica internacional Kyklos, especializada en economía política.


En clave de política pública​

Los investigadores también establecieron que mayores o menores niveles de corrupción pueden pasar de uno a otro país según el tamaño de las economías. Por ejemplo, mientras más ricos son los países con base en sus PIB per cápita, mayor es el riesgo de contagio, un fenómeno que también está relacionado con la calidad de las instituciones económicas y políticas de cada país (ver mapa).

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En el país “no se logra una lucha integral contra la corrupción por falta de coordinación entre órganos de control”:
Marcela Restrepo, Transparencia por Colombia​.​

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A dicha conclusión llegaron tras analizar el caso de la Unión Europea (UE) donde hay economías con un PIB alto, los países disponen de una institucionalidad similar, las fronteras son más abiertas y hay mayor movilidad fruto de los esfuerzos de integración durante las últimas tres décadas. De esta manera, al aplicar el índice NCI en los vecinos de la UE y en los países miembros, los investigadores encontraron que en ambos casos se presenta efecto de contagio, pero su magnitud es del doble para los que son de la UE frente a los que no pertenecen a este bloque.

“Aunque el estudio no analiza casos específicos, a partir del resultado de contagio se puede decir que los más altos niveles de corrupción de Italia pueden afectar a sus vecinos, pero niveles menores de corrupción de esos mismos vecinos podrían ayudar a disminuir la corrupción en Italia. Hablar de contagio no siempre es perjudicial, puede resultar benéfico”, señala Montoya.

Los resultados de este trabajo aportan nuevos elementos frente a dos estudios previos (2009 y 2011) con hipótesis similares, pero con conclusiones opuestas: mientras uno encuentra efectos de corrupción a través de las fronteras, el otro no. En contraste, mientras dichos estudios solo usan un punto en el tiempo, la presente investigación usa varios años a la vez y analiza mecanismos de transmisión de la corrupción.

Por otra parte, la investigación aporta datos útiles para que los responsables de crear políticas públicas te​ngan en cuenta el efecto del grado de corrupción de países vecinos frente a programas domésticos para luchar contra este flagelo. Así mismo, para que puedan leer el beneficio de las acciones anticorrupción que se irradien a países limítrofes. Y, por último, para que ese efecto de contagio de la corrupción sirva de argumento al tomar decisiones de integración en bloques regionales, por ejemplo, la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile) o Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela).


Colombia y sus retos

Aunque el estudio no se centró específicamente en Colombia, sus resultados sí son muy útiles para el país si se tiene en cuenta que “el
continente aún tiene países muy 
corruptos”, afirma el investigador Michael Jetter.

A lo anterior se suma que Colombia ha buscado en los últimos años implementar buenas prácticas de transparencia, impulsadas a partir de su intención de llegar a ser miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) y mejorar en diferentes índices de percepción de corrupción, tenidos en cuenta por los inversionistas nacionales y extranjeros.

En este sentido, toma fuerza un enfoque sistémico y estructural para comprender y combatir la corrupción, ya no como un asunto interno de cada país, sino en una escala transnacional. Al respecto, Marcela Restrepo, de Transparencia por Colombia, asegura que esto implica reconocer “unas lógicas ilegales que van más allá de las fronteras, cuyas prácticas están ligadas a una realidad política, social y económica en clave de globalización. Así que, por ejemplo, Colombia no resolverá su problema de corrupción sin ayuda de Panamá”.

En ese orden de ideas, el país también tiene un reto mayor frente al narcotráfico, que encuentra en la corrupción una forma de optimizar sus ganancias, bajo lógicas perversas de mercado y que pasa por nodos en los sectores público y privado. De ahí la necesidad de una mayor coordinación entre las entidades de control (Fiscalía, Procuraduría y Contraloría) para fortalecer la capacidad de investigación de cada una de estas porque “si no hay trabajo conjunto, no hay nada qué hacer y, ante la corrupción, es anticipar la derrota”, concluye Restrepo.

Los investigadores

Alejandra Montoya Agudelo

Se graduó en 2016 como economista de EAFIT, donde es estudiante de la maestría en Economía y auxiliar de investigación de un proyecto sobre métodos de evaluación de políticas públicas. Ha participado en otros estudios sobre corrupción, desarrollo y crecimiento económico. Durante año y medio, hasta enero de 2015, coordinó el semillero de investigación de Estudiantes de Economía (Siede). Desde marzo de 2015 es integrante del grupo de investigación en Estudios en Economía y Empresa (GEE) de EAFIT.

Michael Jetter

Economista, Universidad de Heidelberg (Alemania); BA y PhD en Economía, Universidad de Memphis (Estados Unidos). Durante cuatro años y hasta 2015 fue profesor- investigador de la Escuela de Economía y Finanzas de la Universidad EAFIT. En la actualidad es profesor de la Universidad de Australia Occidental (UWA, por sus siglas en inglés), en la ciudad de Perth.

Esteban Alemán Correa

Se graduó en 2015 como economista de EAFIT. Fue miembro del semillero de investigación de Estudiantes de Economía (Siede). En la actualidad es estudiante de la maestría en Economía de la Universidad del Rosario, donde también es joven investigador.​​​