Los papás y mamás de la Universidad de los niños
Los Freydell Mesa y un periódico del domingo
Cuando Harold Freydell -médico oftalmólogo- habla de su hijo, lo hace con una sonrisa de orgullo. Describir a Federico, de 13 años de edad, le resulta complicado, porque prefiere no pecar de exceso, muy común entre los padres cuando se trata de exaltar las cualidades de los hijos.
Pero al referirse a la principal motivación para inscribir a Federico en la Universidad de los niños tiene comentarios generosos hacia una metodología de trabajo con una clara vocación de enseñanza y transmisión de conocimientos.
Harold Freydell: “En acuerdo con mi esposa Stella María Mesa siempre apoyamos las actividades que Federico quiere hacer extracurricularmente; por supuesto, la Universidad de los niños es una de ellas. Ahora que su enfoque de lectura se relaciona con temas sociales, de economía e historia, encuentra en el programa un espacio para profundizarlos y establecer conversaciones con otros niños que también los disfrutan. Me gusta verlo contento, inquieto y amigo de sus talleristas, que aunque son más adultos, tienen vocación de enseñanza, capacidad de transmitir y de preocuparse por los más pequeños”.
El Doctor Freydell sabe que las nuevas generaciones vienen repletas de destrezas que asombran. Él vivió la experiencia en su hijo cuando a la edad de 4 años, mientras ojeaban los periódicos del domingo, deletreó, para sorpresa del padre, la palabra A-u-s-t-r-a-l-i-a. Por eso, al preguntarle acerca de los aportes que un programa como la Universidad de los niños brinda a Federico, admite que los aportes extras son necesarios para potenciar esas capacidades.
HF: “El programa los potencia, les abre el mundo de la universidad hacia lo profundo del conocimiento, derriba la estructura jerárquica que todavía conserva el colegio y borra tanta diferencia entre el que enseña y el que recibe”.
Las familias: