El cielo no puede ser visto como una sábana que cubre el planeta Tierra. En realidad, tenemos el imaginario de que el cielo es el límite del universo, el punto más alto, como si se tratara de algo finito. Pero nada acerca de esta idea es verídico.
El cielo es, nada más y nada menos, todo el universo que se expande ante nosotros. En astronomía el cielo es conocido como una esfera celeste. Éste entendido como una bóveda imaginaria en donde se distribuyen el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas.
A su vez dicha esfera se divide en regiones llamadas constelaciones. Para entender más claramente la magnitud de ese azul celeste, a veces gris oscuro y en las noches casi negro, es necesario saber que el cielo se divide en diversas capas: atmósfera, tropósfera, estratósfera, mesósfera, termósfera y exósfera, respectivamente.
Entre ellas no hay ninguna diferencia. Es decir, éstas sólo tienen un cambio en las partículas de aire. Por ejemplo, si pudiéramos volar sobre el planeta Tierra, a medida que nos alejáramos más y más de ella, nos daríamos cuenta de que nunca llegaríamos al cielo, debido a que éste se expande cada vez más.