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Universidad EAFIT
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¿Por qué soñamos?

​¿Alguna vez te has preguntado por qué soñamos todas las noches, incluso si no lo recordamos al otro día? En la Universidad de los niños EAFIT nos preguntamos esto y aquí está la respuesta.​

Pregunta: Andrés Felipe Jaramillo, 10 años. 

Responde: Zara Niebles, psicóloga y realizadora audiovisual y Valentina Gómez, psicóloga de la Universidad CES. 
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Alegrías, tristezas, preocupaciones y deseos llegamos a proyectar en nuestros sueños, como si se tratar​an de una pantalla de cine. Allí todo es posible: crear lugares, personas, otros mundos; volar, convertirnos en superhéroes y hasta hacer cosas que nunca haríamos despiertos. ¡Los sueños son los guardianes del dormir! 


¿Sabías que en promedio pasamos una tercera parte de nuestras vidas durmiendo? Y no es para menos: dormir es muy importante. ​Según el Instituto de​​ Corazón, Pulmón y Sangre​ de los Estados Unidos, ​​​dormir adecuadamente es fundamental para aprender y recordar cosas, ​​para reaccionar, ser creativo y para la reparación de muchos tejidos del cuerpo​, entre muchas otras cosas. 

​Sin embargo, para do​rmir bien es necesario descansar por lo menos ​8 horas diarias, en el caso de los adultos, o hasta más de ​​​​​​​​17 horas para bebés recién nacidos. ​En esos momentos, donde no se tiene el control de la imaginación, emociones, ni sentimientos, se logran tener sueños por ráfagas, es decir, sucesos que pasan de manera muy rápida y que sólo están ahí en la mente por pocos minutos. En este tiempo, el cual equivale, en un promedio también, a seis años enteros de vida, es posible que soñemos cuatro veces o hasta más. 


Pero, ¿por qué es tan difícil recordar lo que se sueña? El hecho de que lo que recordamos muchas veces no tenga sentido o cuando sentimos que éstos se enlazan y nos hacen confundir, tiene una razón de ser. En este proceso de la mente, mientras soñamos, una parte del cerebro se paraliza y detiene su funcionamiento. Más claramente, es el centro lógico el que hace una pausa. 

Es por esto que los sucesos irreales y utópicos no son vistos de forma extraña en este lapso de tiempo, porque las ilusiones, fantasías e imaginarios que creamos están por fuera de nuestra cordura. A su vez, el cerebro envía constantemente, en las horas que dormimos, signos o señales a la médula espinal con el propósito de que todos los órganos queden paralizados temporalmente.

Todos éstos se comportan muy bien y obedecen las órdenes que se les dan, excepto los ojos, los cuales, durante esta fase, permanecen activos y se mueven en la misma armonía de la actividad en el sueño. En muchas situaciones, algunas de las funciones importantes que cumple el cerebro mientras sueña es la de desechar y elegir los recuerdos, además de solucionar los problemas que roban nuestra atención durante el día. Pero también se construyen los sueños como una colcha de retazos, con pedazos de lo que vemos, escuchamos, olemos, probamos y demás construcciones propias. 

Expertos, como Sigmund Freud, sostenían que los sueños existen para satisfacer los deseos que cada persona tiene, o que pueden ser también un reflejo fiel y simbólico que se adueña de la mente, de los sueños y anhelos del ser humano. A lo mejor tengan razón o a lo mejor no. Durante muchos años, estudiosos del tema han tratado de darle un significado lógico a esos sucesos enigmáticos que nadie logra comprender por qué y cómo suceden. 

Hasta el día de hoy, no se ha podido concretar ni contestar de manera eficiente nada acerca de los sueños, pero de lo que sí se puede tener certeza es que esa tercera parte de la vida que pasamos durmiendo y soñando, no es en vano.​​


Un sueño en ciclos
Hasta mediados del Siglo XX, los científicos consideraban que el sueño de una persona era una actividad invariable, es decir, sin cambios. Sin embargo, en el año de 1953, los doctores Nathaniel Kleitman y Eugene Aserinksy de la Universidad de Chicago demostraron que el sueño de los humanos se puede dividir en dos etapas: NREM (no movimiento rápido de ojos) y REM (movimiento rápido de los ojos).. 
En la primera etapa, el sistema nervioso se va sumergiendo en ciclos de sueño cada vez más profundos hasta llegar a la segunda etapa (REM), en la que el cuerpo se comporta de manera muy particular: aumenta la actividad cerebral, la respiración y el ritmo cardíaco se aceleran, los músculos se paralisan, y la más llamativa de todas, los ojos comienzan a moverse rápidamente bajo los párpados cerrados. Extraño ¿verdad?
Te preguntarás, ¿qué tiene que ver esto con soñar? Resulta que las personas que son despertadas en la fase REM recuerdan más fácilmente qué estaban soñando. Por esta razón, y debido a la alta actividad neuronal, se vinculan los sueños con la etapa REM. Sin embargo, aún faltan muchas investigaciones por realizar. Aún buena parte de lo que nos pasa neuronalmente es un misterio.
Un dato adicional: Mientras que un recién nacido pasa 8 horas diarias en la etapa REM, una persona de 20 años llega a 2 horas y un adulto de 70 años a solo 45 minutos. ¿Por qué? Por ahora se desconoce. 


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