El riesgo no espera

La gestión del riesgo en Colombia se volvió importante desde los años ochenta, cuando desastres como el terremoto de Popayán (1983) y la tragedia de Armero (1985) demostraron la fragilidad de las poblaciones ante eventos extremos.

Pero los desastres no son únicamente fenómenos naturales, sino también la manifestación de vulnerabilidades creadas por la intervención humana que ignora las dinámicas del territorio.

Última actualización

Agosto 24, 2025

Ante esta realidad surge la denominada gestión del riesgo de desastres, que se mueve en diversos tiempos. El primero es un tiempo inmediato, de respuesta a la emergencia: qué hacer en el ahora, cómo evitar que el agua inunde las casas o que los deslizamientos se lleven vidas.

Esta rapidez es útil, pero deja a un lado otro tiempo importante: el futuro. Por eso, con la planeación a largo plazo, el concepto de riesgo se entiende no solo como una circunstancia del presente ni algo a lo cual se debe reaccionar en el momento menos favorable. Desde esta perspectiva, la reducción del riesgo trata de construir escenarios en los que se evite la tragedia. 

 

Convivir con el riesgo

Aunque Medellín es una ciudad innovadora, en su interior persisten profundas desigualdades socioespaciales que exponen a algunos de sus habitantes a condiciones de alto riesgo. Sectores como El Sinaí, ubicado en la comuna 2 (Santa Cruz), enfrentan amenaza constante de inundaciones, a causa de dinámicas históricas de segregación, desplazamiento forzado y autoconstrucción en zonas inestables e informales.

Allí, la gestión del riesgo es una forma de vida. El río es un vecino impredecible: los niños disfrutan y juegan en él, pero, en época de invierno, el nivel del agua sube por las paredes de las casas hasta tapar pisos enteros.  En algunos casos, una línea color café de casi tres metros de alto es el rastro de una inundación en la calle más cercana al río y en la calle principal del barrio, dos cuadras más adentro. La línea recuerda los días cuando la tragedia y la angustia han sido las protagonistas.

Esto pasa durante cada temporada de lluvias, al menos dos veces al año, aunque no dejan de registrarse otras inundaciones de menor magnitud. En todos estos casos, el propósito de la vida se resume en acciones como salvar lo que se pueda, sacar a las mascotas o cuidar a las personas más vulnerables. 

 

Resistencias cotidianas frente a la emergencia 

A pesar de los esfuerzos institucionales en materia de gestión del riesgo de desastres, la presencia efectiva del Estado es limitada en territorios como este. La insuficiente intervención de las autoridades hace que estas comunidades tengan que vivir en un tiempo inmediato, en estado de alerta y autogestión frente a amenazas como las inundaciones.

Por eso, la comunidad de El Sinaí resuelve estos problemas con una lógica que parece innata, universal, que obedece a un instinto de adaptación que aparece durante las crisis. Por ejemplo, sus habitantes han puesto compuertas herméticas en sus casas, construido muros, diques y barreras que los protegen. Todo esto forma parte de la inteligencia colectiva, la cual no es exclusiva de ellos: estrategias similares se han visto en otras partes del mundo, como Venecia.

¿Significa esto que existen dos realidades paralelas? Posiblemente. Para Venecia, una para los turistas y otra para los residentes. Para Medellín, una segura, formal y planificada y otra vulnerable, informal y relegada a las laderas o márgenes del río.

 

Representación gráfica de las dos realidades que coexisten en Medellín.

 

Entretanto, desde universidades como EAFIT trabajamos para entender y transformar íntegramente las problemáticas de los territorios. Para El Sinaí, se propone una gestión del riesgo que valore la inteligencia colectiva, acelere los tiempos de reacción y fortalezca la vida digna. 

 

Notas

1. La avalancha del nevado del Ruiz sepultó a más de 25.000 personas. Es el desastre más grande de la historia del país. 

2. Según el Plan Municipal de Gestión del Riesgo de Desastres de Medellín 2015-2030, las mayores densidades poblacionales se concentran en las comunas 1 (Popular) y 3 (Manrique), precisamente donde se concentra el mayor porcentaje de áreas de amenaza y de riesgo por fenómenos socionaturales les y las mayores vulnerabilidades por las condiciones de vida de la población.

 

Referencia

Wilches-Chaux, G. (2008). La gestión del riesgo: del deber de la esperanza a la obligación del milagro. [Discurso]. Foro Global Provention.

 

Este contenido fue construido como elemento complementario de un trabajo de grado de la Maestría en Procesos Urbanos y Ambientales de EAFIT, en la que se exploraron acciones para la reducción del riesgo en el sector del Sinaí en Medellín.

Autores

Susana Galvis Bravo

Magíster en Procesos Urbanos y Ambientales

Julián Carvajal Zapata (@caarza)

Comunicador gráfico publicitario e ilustrador

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