Del azadón al mercado global: la alquimia empresarial de El Hueco 

Imaginemos un laboratorio en donde no se mezclan ácidos ni metales, sino saberes campesinos y estrategias urbanas: ese es el escenario de la alquimia empresarial de El Hueco. 

Última actualización

Agosto 26, 2025

El término "alquimia”, subraya la idea de transformación: así como los alquimistas aspiraban a convertir metales comunes en oro, los migrantes del Oriente antioqueño en el Valle de Aburrá combinaron de modo creativo sus recursos intangibles —confianza, solidaridad, cooperativismo—, con el contexto urbano y las prácticas empresariales del Valle de Aburrá. A través de interacciones sociales complejas, crearon un nuevo valor colectivo. 

En los pasillos estrechos de El Hueco, el humo de los vehículos que circulan sin pausa se entremezcla con los olores intensos de las comidas callejeras y el polvo de las mercancías recién descargadas. Todo vibra al ritmo de voces que anuncian productos y regatean precios, murmullan trueques, convites, compadrazgos y natilleras: las prácticas de comerciantes y empresarios, que lejos de fórmulas secretas o laboratorios ocultos, aprovechan la confianza y la reciprocidad que han cultivado en campo para adaptarse a las dinámicas urbanas.  

Hoy, estas redes empresariales se expanden como hilos dorados que impulsan una parte importante del comercio de Medellín, probando que el verdadero oro nace en la intersección entre la tierra y la sociedad humana. 

 

Prófugos del azadón y del machete 

En el corazón del viejo Guayaquil, entre pasajes laberínticos y edificios antiguos que albergan comercios, floreció durante las últimas décadas del siglo XX un modelo de negocios que desafía los esquemas convencionales de la historia empresarial. 

Bajo el apelativo de El Hueco, campesinos migrantes provenientes del Oriente antioqueño transformaron sus saberes rurales en estrategias urbanas de gran calado, tejiendo las redes de confianza y colaboración que hoy constituyen un referente para repensar la formalidad, la innovación y la resiliencia empresarial en América Latina. 

Los habitantes de El Santuario, Marinilla y Granada salieron de sus pueblos “con una mano adelante y otra atrás, espantando el hambre con una rama[1]”. A estos migrantes internos también se les conoce como “prófugos del azadón y del machete[2]”, ya que dejaron atrás sus cultivos de papa, maíz, legumbres y hortalizas, para buscar oportunidades en el comercio de la ciudad.  

 

Exterior de la Plaza de Mercado Cisneros, en el barrio Guayaquil, durante la primera mitad del siglo XX. Fuente: Rodríguez (1920). Archivo Fotográfico Biblioteca Publica Piloto, Medellín.

 

Estas historias de partida forzosa y de adaptación al contexto urbano ilustran el traslado de prácticas rurales —el respeto por la palabra, el trueque, el ahorro colectivo y la reciprocidad comunitaria—, a las dinámicas empresariales de la ciudad. De esta manera los migrantes del oriente antioqueño no solo preservaron su identidad, sino que también forjaron un modelo híbrido en el que la experiencia campesina se convirtió en capital social y organizativo, sentando las bases de las prácticas comerciales en El Hueco. 

Al llegar a la Medellín de los años setenta, estos migrantes encontraron en el comercio informal del barrio Guayaquil un espacio propicio para reinventarse. Sin acceso a créditos bancarios ni infraestructura formal, recurrieron a prácticas comunitarias: sistemas de ahorro colectivo o “natilleras”, préstamos entre paisanos y acuerdos verbales en lugar de contratos escritos. Tal es la fuerza de la palabra empeñada que basta un apretón de manos para cerrar un negocio. “La confianza vale más que cualquier papel[2]”.  

Esta informalidad estructurada se convirtió en una ventaja competitiva. Al compartir riesgos y recursos, los comerciantes de El Hueco podían adquirir mercancías importadas a bajo coste y redistribuirlas sin los trámites habituales.  

La creación de Asoguayaquil en 1997, y luego de Centro Unido en 2015, selló la transición de las redes espontáneas hacia asociaciones formales, sin renunciar a los valores que las sustentaban: solidaridad, reciprocidad y familiaridad.  

 

Del oriente antioqueño al lejano oriente 

Sin limitarse a un mercado de subsistencia, El Hueco articuló cadenas de valor que lo conectaron con mercados nacionales e internacionales.

En la década de los noventa, una nueva generación de comerciantes antioqueños viajó directamente a China, país donde aprendieron a negociar sin la necesidad de intérpretes y establecieron alianzas que hoy facilitan la importación de todo tipo de mercancías, sin depender de intermediarios.  

Esta forma de innovación social evidencia la capacidad de los colectivos locales para desarrollar innovaciones organizacionales sin depender de estructuras corporativas convencionales, mostrando cómo se configuran soluciones creativas a partir de saberes comunitarios.  

Si bien en El Hueco algunos negocios todavía operan en pasillos improvisados, otros han evolucionado hasta convertirse en auténticos centros comerciales, con ascensores, galerías de arte y sistemas de seguridad privada. No obstante, estos avances no ocultan el ADN rural de sus fundadores.  

 

Fotografía: Archivo de la Asociación de Comerciantes de Guayaquil (Asoguayaquil, s.f).

 

La familiaridad continúa marcando las conexiones empresariales: primos, compadres y vecinos de antaño comparten ahora locales comerciales contiguos, amalgamando lazos de sangre y de negocios. En El Hueco se ha producido un tránsito, desde la informalidad hacia un modelo empresarial híbrido, caracterizado por un aumento de la formalización que no sigue las rutas convencionales de la industria, ni depende de fusiones y adquisiciones.  

En este enclave, conviven estructuras formalizadas con prácticas no escritas, que favorecen la agilidad operativa y mantienen los bajos costos de transacción.  

Para dar cuenta de esta dinámica, proponemos el concepto de productividad adaptativa, que reconoce la capacidad de los comerciantes para generar empleo y sustento en contextos de exclusión institucional, para crear mercados que satisfacen necesidades desatendidas por el comercio formal, y para desarrollar mecanismos alternativos de financiamiento, distribución y comercialización basados en redes de confianza.  

El empresariado de El Hueco forja conexiones internacionales sin recurrir a intermediarios reglados y transforma saberes rurales tradicionales en ventajas competitivas dentro del entorno urbano. Este modelo amalgama lo mejor de ambos mundos e impulsa el dinamismo económico de Medellín. 

 

 

La herencia de El Hueco 

La dimensión intergeneracional añade otro matiz a este relato. La primera generación de El Hueco aprendió en la “universidad de la calle” las técnicas de negociación y gestión de inventarios. La segunda generación, sus hijos, mitad aprendices y mitad profesionales, iniciaron el proceso de formalización de sus negocios. La tercera generación, con estudios universitarios y dominio del chino-mandarín, integra sistemas de gestión contemporáneos y redes digitales, sin olvidar la importancia de la palabra empeñada. 

Esa continuidad demuestra que la ruralidad no es un lastre, sino un capital cultural que, bien adaptado, genera resiliencia y cohesión social. 

La historia de El Hueco propone un paradigma alternativo en la historia empresarial tradicional, al desplazar el foco de atención hacia los actores populares y los entornos informales. Al reivindicar el capital social como motor de desarrollo, se desmantela la creencia de que solo las grandes élites industriales generan crecimiento económico. Sin necesidad de ser una excepción marginal, el ecosistema empresarial de El Hueco demuestra que el comercio opera como una actividad primaria de creación de riqueza, desplegando dinámicas propias que se articulan con las lógicas globales. 

Este planteamiento resuena con Werner Sombart, para quien el empresario es conquistador, organizador y negociador: en El Hueco, el conquistador cambia el machete por el mostrador, el organizador teje amplias redes familiares, y el negociador elude la burocracia con el poder de la palabra. Desde la perspectiva de Joseph Schumpeter, allí florece una innovación social y organizacional, más que una tecnológica, nacida de la exclusión y la marginalidad. 

 

Centro Comercial Gran Plaza en el corazón del sector de El Hueco, en el tradicional barrio Guayaquil del centro de la ciudad de Medellín. Fotografía: medellinguru.com.

 

La metáfora de la alquimia también alude a las asociaciones sociales y comerciales que estructuran El Hueco, fundamentadas en la confianza, la solidaridad y el cooperativismo, que superan las explicaciones convencionales al funcionar como mecanismos de protección, innovación y expansión. Gracias a ellas, emprendedores informales se convirtieron en comerciantes consolidados, crearon vínculos internacionales y fundaron gremios que perviven hasta hoy. 

Más allá de documentar un fenómeno local, estos hallazgos ofrecen claves para entender otras dinámicas empresariales en América Latina. En el ámbito docente, las visitas de campo y los talleres del Semillero de Prácticas y Redes Empresariales SIPRE de la Universidad EAFIT permiten a los estudiantes desarrollar empatía, pensamiento crítico y habilidades metodológicas para enfrentarse a realidades donde la formalidad y la tecnología no están garantizadas. 

Todavía hay mucho que estudiar en El Hueco: la feminización del comercio, la consolidación de redes empresariales de tercera generación, las oportunidades para la transferencia de conocimientos, estudios comparativos con otros centros de empresarismo informal en la región y análisis de la economía política de la informalidad.  

En suma, El Hueco es un laboratorio vivo de innovación social que invita a repensar la historia empresarial latinoamericana desde sus márgenes. 

 

 

Referencias 
  1. E07. Entrevista semiestructurada, 28 septiembre 2019, Medellín.
  2. E09. Entrevista semiestructurada, 20 febrero 2020, Medellín.

 

 

Autora

Natalia Gonzalez-Salazar

Investigadora de la Escuela de Administración EAFIT

 
Bibliografía recomendada
  • Baumol, W. J. (1990). Entrepreneurship: Productive, unproductive and destructive. Journal of Political Economy, 98(5), 893–921.
  • Baumol, W. J. (1993). Formal entrepreneurship theory in economics: Existence and bounds. Journal of Business Venturing, 8(3), 197–210.
  • Baumol, W. J. (1996). Entrepreneurship: Productive, unproductive, and destructive. Journal of Political Economy.
  • Baumol, W. J. (2004). Entrepreneurial enterprises, large established firms and other components of the free-market growth machine. Small Business Economics, 23, 9–21.
  • Schumpeter, J. A. (1911). The Theory of Economic Development: An Inquiry into Profits, Capital, Credit, Interest, and the Business Cycle. Harvard University Press.
  • Schumpeter, J. A. (1942). Capitalism, socialism and democracy. Harper & Brothers.
  • Schumpeter, J. A. (1968). Ensayos de Joseph A. Schumpeter.
  • Sombart, W. (1972). El burgués: Contribución a la historia espiritual del hombre económico moderno. Ediciones Castilla.
  • Sombart, W. (2005). El burgués: Contribución a la historia espiritual del hombre económico moderno (2.ª ed.). Alianza Editorial. 

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