Lo que nos enseñan las abejas para cuidar a las futuras generaciones
“Cuida este espacio para que los demás puedan encontrarlo igual de limpio” o “recicla para un futuro mejor”, son frases que escuchamos y vemos de manera recurrente en sanitarios, comedores, parques, cafés, etc.
Pero ¿por qué nos preguntamos siempre por el futuro? Pareciera que viviéramos en una sociedad que habita dos tiempos: mejorar el hoy para el mañana.

Y así surgen paradigmas como el del desarrollo sostenible, es decir, el reconocimiento de los límites al crecimiento, la idea de un desarrollo que satisfaga las necesidades del hoy sin comprometer las necesidades y demandas de las generaciones futuras.
En un mundo que vive a velocidades alarmantes, que está “mcdonaldizado” (que busca la eficiencia, la rapidez y la homogeneidad casi al instante), tener este tipo de propósitos de cuidado a largo plazo parece bastante retador.
Los acuerdos en el mundo de los derechos
Hoy, para una considerable parte de la población, resulta bastante cotidiano encontrar productos cada vez más económicos o al alcance de un clic.
Esto pareciera acercarnos, un paso más, a un mundo más igualitario o por lo menos a uno con un mayor acceso a mejores condiciones materiales para todos. Sin embargo, si se piensa en el largo plazo, esto es una trampa algo compleja.
Las empresas parecen hacerse cargo de sus productos hasta el momento en el que llegan a las manos del consumidor. ¿Y después? Nadie se encarga de ellos una vez se termina su vida útil; las montañas de basura crecen y se explotan más recursos para producir nuevos productos. Todo esto queda como herencia para las futuras generaciones.
¿Cómo garantizar que se satisfagan las necesidades y aspiraciones materiales de todos, sin destruir los sistemas naturales que permiten que haya vida en el planeta? Preguntas complejas como esta han servido para promover el surgimiento de los derechos, un mecanismo que regula nuestra actividad y garantiza el bien común.
Es claro que debemos alcanzar acuerdos comunes. Sin embargo, muchas veces es difícil pacificar las condiciones de la naturaleza con las de nuestra sociedad, sobre todo con las de cada individuo. En muchas situaciones, pensar en lo común nos enfrenta a contradicciones a nivel individual y es difícil imponer limitaciones. Esto representa un gran dilema para la humanidad, ya que los derechos son la base sobre la cual toman forma los acuerdos comunes.
Los derechos fundamentales se configuran a través de muchos instrumentos. La gran evolución jurisprudencial que hemos tenido en Colombia es un buen ejemplo. El reto, ahora, es comenzar a transitar por un camino más justo para todos.
“La danza de la abeja” es un fenómeno descubierto por el científico austriaco Karl Von Frisch. Se trata de un sistema de comunicación en el que, por medio de movimientos con sus cuerpos, las abejas le avisan a la colmena en qué zonas se encuentra el néctar y dónde puede haber escasez. Así, se logra la provisión colectiva de la colmena y se garantiza su pervivencia en el tiempo.
Justicia entre generaciones y para las generaciones futuras
Pensar en las generaciones que no han llegado es una visión proyectiva que plantea una discusión bastante interesante. Al hacerlo, involucramos a un sujeto que aún no existe o que, si existe y puede participar, aún es muy pequeño para decidir determinantemente.
La conversación amable entre generaciones demanda un cambio paradigmático, en el que a partir de los afectos, los cuidados y la cultura que surgen de las relaciones sociales3, se genere un espacio en el que sea posible pensar en estilos de vida y dinámicas de producción propias de las generaciones del presente que no afecten el bienestar de las generaciones futuras y puedan ser replicados por ellas para proteger a las que las sucederán.
Esto nos habla de un mundo en el que debe haber espacio para muchas dimensiones del bienestar: el consumo y la producción, pero también el cuidado, la necesidad de preguntarse por los demás y por sus necesidades y valores.
Dicho todo esto, tal vez nos demos cuenta de que no se trata simplemente de hablar de “protección de las generaciones futuras”. Nos preguntaremos, entonces, ¿cómo encontrar nuevas maneras de relacionarnos? Uno de los obstáculos más difíciles es el individuo y su soledad; cada quien debe arreglárselas para navegar las lógicas de la sociedad actual.
Muchos nos sentimos atrapados, debido a la velocidad a la que gira el mundo moderno. Necesitamos cambiar, y todo parece indicar que para hacerlo necesitaremos organizarnos en colectivo. Esto implica entenderse como parte de ese colectivo y asumir roles y responsabilidades que van más allá de “compartir bienes y servicios”. Una disputa de tales características refleja tensiones muy claras entre el liberalismo —con su énfasis en la privatización— y, en el extremo opuesto, el centralismo estatal.
¿Y si en lugar de tender hacia uno u otro extremo, exploráramos la posibilidad de llegar a acuerdos que limiten ciertos aspectos en pro del bien común? De esta manera, tal vez, crearíamos espacios más sostenibles en los que las futuras generaciones puedan existir y, a su vez, establecer sus propios consensos, en armonía con sus cosmovisiones, culturas y formas de comunicación.
Hacer esto, posiblemente, es demostrar que aprendimos del ejemplo de las abejas, una especie que encuentra métodos de autorregulación, mediante acuerdos de comunicación y de responsabilidad, que pueden prolongar la supervivencia en el entorno y con ello proteger la posibilidad de las futuras generaciones de tomar sus propias decisiones.
Referencias
1. Brundtland, G. H. (1987). Our common future. Organización de las Naciones Unidas.
2. Ritzer, G. (1996). The McDonaldization of society: an investigation into the changing character of contemporary
social life. Pine Forge Press.
3. Gutiérrez, R., & Rátiva, S. (2020). Producción de lo común contra las separaciones capitalistas. Hilos de una perspectiva crítica comunitaria en construcción. En D. Roca-Servat y J. Perdomo-Sánchez (Eds.), La lucha por los comunes y las alternativas al desarrollo frente al extractivismo. Miradas desde las ecología(s) política(s) latinoamericanas (pp. 41-66). CLACSO.
Autores
Manuela Ruiz Veloza
Estudiante de la Maestría en Estudios Jurídicos de EAFIT
Carolina Arango Hurtado
Ingeniera en Diseño de Producto e ilustradora