El auge de los periódicos universitarios de práctica coincide temporalmente y de manera sintonizada con el auge de la crónica periodística latinoamericana y las revistas que la publican a partir de 1999.
Walter Arias Hidalgo
Colaborador / Proyectos de investigación
Niños que acarician las nubes con las puntas de los dedos mientras saltan y se retuercen en carcajadas. Garras de cerdo y pedacitos de yuca que bailan en un plato de icopor, que a la vez sirve de escenario para el idilio acostumbrado de los frijoles y el arroz. Una revista que se disputa con una pistola un lugar en el cinturón de un escolta. Una voz que suena idéntica al charango andino mientras ofrece una porción de chicha…
Estos fragmentos de crónicas son imágenes sacadas de las mangas literarias de sus autores para pintar sus narraciones. Podrían ser de alguno de los maestros de la narración periodística en Latinoamérica: Alberto Salcedo, Gabriela Wiener, Leila Guerriero, entre otros.
Pero no. Son pinceladas del talento de cronistas universitarios que sustentan de manera muy general una de las conclusiones de la investigación Idea, estructura y contenido de la crónica periodística universitaria contemporánea en Colombia: los cronistas universitarios se miran en el espejo de cuerpo entero en el periodismo practicado por los Nuevos Cronistas de Indias. Tratan los mismos temas y clichés, y usan los mismos métodos de investigación.
Los temas recurrentes de unos y otros universitarios y narradores consagrados– son, por ejemplo, la violencia, el sexo, los gays, el rebusque de artistas callejeros, y también de narcos y estafadores, tribus urbanas, cárceles, prostitutas, delitos aberrantes y calles rebosantes de vida.
Para llegar a esta conclusión, Carlos Mario Correa Soto, periodista, escritor, docente y autor de la investigación, adscrita a la Escuela de Ciencias y Humanidades de la Universidad EAFIT, buscó crónicas periodísticas escritas por universitarios de 35 facultades de comunicación y periodismo de Colombia –de las 50 que hay en el país–, publicadas entre 1999 y 2013.
Temáticas de la crónica universitaria
Correa clasificó los relatos en 12 bloques temáticos: de la persistente violencia o de la violencia crónica; de sucesos, oficios y memoria; de tendencias y arribismos; de testigos y testimonios; del rebusque de cada día; de anécdotas e ironías; de animales y hombres; de oídos y sonidos; de quién es quién; de tinta roja; de paisajes y naturalezas, y del oficio de periodista. En estos se detalla, especialmente, la marginalidad, los sonidos y ritmos, la ciudad y el campo, los personajes, el tabú y los retratos y autorretratos periodísticos.
En marginalidad, Correa agrupó relatos sobre drogadictos, delincuentes y habitantes de la calle. En sonidos y ritmos, crónicas que describen talentos monumentales de cantantes y bailarines que hacen shows en calles o buses. En la ciudad, radiografías sobre calles rebosantes de vida, negocios carnicerías, bares y tabernas–, cementerios, bulevares, parques... “Lo que no es noticia, pero sí es historia”, escribe Correa.
En inventario y personajes, las semblanzas de personajes anónimos: vendedores ambulantes, rebuscadores de todo tipo, al por mayor y al menudeo. Si bien aparecen relatos de personajes públicos como artistas, deportistas, políticos y periodistas –como la remembranza de los asesinatos de Bernardo Jaramillo Ossa y Jaime Garzón–, las crónicas universitarias se apartan de las semblanzas de personajes ubicados en los puestos de poder.
En este punto, así lo recoge Carlos Mario en su investigación, los narradores universitarios también tienen una deuda similar a la de los grandes cronistas: “husmear en la vida de los poderosos de todas las raleas y contar sus historias de amor y de odio, de éxito y fracaso; sus pequeñas y sus grandes miserias”.
En los temas tabú, el profesor recogió crónicas sobre sexo, prostitución, drogas, brujería y locura. Y en retratos y autorretratos periodísticos recopiló los textos sobre periodistas y fotógrafos, narraciones que exaltan a reporteros dignos de seguir y en los que se valora un oficio expuesto a las presiones y las amenazas. “Más que cualquier medio de comunicación masivo, el periodismo universitario reflexiona sobre el oficio del periodista”, dice.
La violencia, en todas sus expresiones, salpica estos bloques temáticos. Es el eje transversal. Aunque este tema es tratado de manera recurrente por los periodistas profesionales y los medios masivos de comunicación, los narradores universitarios se enfocan especialmente en las víctimas. Las acompañan, las siguen, reivindican su dolor, su frustración y sus esperanzas. El resultado: un relato más sensible, sincero y dramático.
¿Por qué? Porque “el cronista universitario está más cerca de la víctima, la víctima es familiar o es vecino, o es conocido (…) Y en ese sentido, la cró- nica cobra mucha fuerza y vitalidad como denuncia o como expresión de voces que son calladas por los medios masivos”, dice el docente. O también porque en Colombia, con más de cinco décadas de conflicto armado, “la violencia y sus manifestaciones es un tema que les es imposible soslayar a los estudiantes reporteros”, escribe en su texto académico Bajo el acecho de cronos.
Entonces, en las páginas de periódicos y revistas universitarias han quedado plasmadas historias de fuego, sangre, incluso amor en medio de la guerra: una toma guerrillera, la explosión de un carro bomba, una masacre, mujeres jóvenes ennoviadas con los nuevos ‘duros’ de un pueblo.
Los métodos de reportería o búsqueda y recolección de información son semejantes a los utilizados por los maestros de la crónica en Latinoamérica. Además de la entrevista, herramienta fundamental para construir estos relatos, los universitarios se sumergen en los lugares donde habitan o donde se mueven sus personajes y los describen a ellos y a todo su entorno: paisajes, olores, colores, baile, música, alcohol.
Inclusive, varios de los periodistas en formación se arriesgan con prácticas de obtención de información a través del periodismo gonzo en el que su inmersión en la historia los lleva a ser parte de esta, a veces hasta de manera encubierta.
La crónica, rejuvenecida
La similitud de la crónica periodística universitaria de los últimos 15 años con la de los más reconocidos narradores de Latinoamérica llevó al eafitense a reafirmar que hay un despertar del periodismo narrativo, que hay un reenamoramiento por la crónica, por ese género narrativo, antiguo, compacto textualmente, que luce mejor en las plataformas impresas (aunque también en las digitales) porque no se deja dividir como el reportaje o la entrevista.
“Para los directores, los editores y los reporteros del periodismo universitario (…), la crónica es su caballito de batalla; su carta de triunfo”, destaca.
Esto lo demuestra con otro dato de su investigación: “El auge de los periódicos universitarios de práctica coincide temporalmente y de manera sintonizada con el auge de la crónica periodística latinoamericana y las revistas que la publican a partir de 1999. Los perió- dicos de laboratorio de periodismo nacieron impulsados por el desarrollo del periodismo narrativo latinoamericano actual y han crecido aferrados a ese auge”.
Esto también indica que las universidades cada vez son más conscientes de apoyar la creación de medios universitarios que sirvan para forjar la mente y la pluma de los narradores. Así como lo hacen los simuladores aéreos con los futuros pilotos “para que los estudiantes aprendan a sortear los desastres antes de que se los encuentren de verdad atravesados en el camino”, analogía expresada por Gabriel García Márquez y recogida por Correa en su investigación.
Los resultados de estas apuestas de las universidades han dado ya sus frutos. “Esos laboratorios son el semillero fundamental en los que se forman los nuevos cronistas colombianos... Los periódicos profesionales o comerciales se están nutriendo de estos cronistas”, explica el profesor.
Carlos Mario está convencido de que estos laboratorios les ofrece a los nuevos cronistas las condiciones necesarias para fortalecer su espíritu de narradores: un diseño editorial claro, un decidido apoyo institucional, un trabajo planeado entre estudiantes y profesores, y una convicción de que para aprender periodismo hay que entrenarse en un ambiente académico en el que se cree un escenario de trabajo que refleje las características concretas y esenciales del ejercicio de la profesión periodística.
Crear medios en las universidades que sirvan de laboratorio es una idea vieja. Y se le atribuye, así lo menciona el académico en su texto El laboratorio de periodismo: La práctica universitaria de la idea fundacional de Pulitzer, al director y propietario de periódicos estadounidense Joseph Pulitzer (1847-1911), “quien en 1903 anunció su decisión de establecer y apoyar intelectual, afectiva y financieramente un Colegio de Periodismo en la Universidad de Columbia, en Nueva York”.
Pulitzer aseguró que antes de acabarse el Siglo XX, las escuelas de periodismo serían “aceptadas generalmente como una característica de la educación superior especializada, como la escuela de leyes o de medicina”.
Aprendiz de cronista
Estas relaciones establecidas en la investigación y los nuevos hallazgos sobre la crónica universitaria han dado como resultado una antología de más de 100 crónicas publicadas en diferentes revistas y periódicos universitarios de Colombia, en las que se ve el estilo de estudiantes costeños, bogotanos, vallecaucanos, antioqueños, boyacenses, entre otras regiones.
Para llegar a esa selección, el docente leyó 700 relatos de 35 medios y filtró los mejores según pará- metros como creatividad en la escritura, propuesta experimental con dicha escritura, relevancia periodística, originalidad formal y de contenido, y la sensación que produce ese texto en el lector: la historia es digna de recordarse sí o no.
Correa preseleccionó 300 y seleccionó 107. La antología, titulada Aprendiz de cronista, está antecedida de 100 páginas en las que Correa expone sus referentes conceptuales y responde las preguntas de investigación, análisis que ha dejado dos publicaciones en revistas académicas: “El laboratorio de periodismo: La práctica universitaria de la idea fundacional de Pulitzer”, publicado en la revista Co-herencia de EAFIT, y Bajo el acecho de Cronos, en evaluación por la revista Palabra Clave de la Universidad de La Sabana.
El profesor Correa –carismático, amable, querido por estudiantes y amigos– ha ido materializando de esta manera un deseo personal: demostrar que el periodismo narrativo es el de mayor impacto. Ahora, su sueño es poner su antología en el mismo nivel de las grandes antologías de periodismo colombiano y latinoamericano, como las recogidas por Daniel Samper Pizano, Maryluz Vallejo y Juan José Hoyos.
“Yo quiero que esta antología vaya en esa lí- nea”, dice, convencido de que esto despertaría mucho más el interés de los cronistas aprendices, como ya ha sucedido con los estudiantes del Semillero Narrativas Periodísticas de EAFIT, quienes han sido sus lectores y críticos.
Investigador
Carlos Mario Correa Soto
Comunicador social–Periodista, especialista en Periodismo Investigativo y magíster en Literatura Colombiana de la Universidad de Antioquia. Coordina el Área de Periodismo del pregrado en Comunicación Social de EAFIT, donde es docente de las materias Géneros periodísticos 1 y 2, y Reportaje.
Correa es autor de los libros Préstame tus ojos (cró- nicas periodísticas) y Las llaves del periódico (testimonio periodístico), y la investigación Idea, estructura y contenido de la crónica periodística universitaria contemporánea en Colombia, de donde sale la antología de crónicas universitarias Aprendiz de cronista.
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