La maniobra se repite cada día del año. En la ducha o en el lavamanos se le da vuelta a la llave y, por esas cosas de la naturaleza y de la ingeniería, sale eso que tanto se busca en Marte y, que se tenga noticias, solo se tiene en buenas cantidades en este planeta: agua.
Si sale, pues muy bien, el día comenzó de lo más normal, pero si no, ¡por Dios!, peor no se pudo empezar. No importa si es lunes, festivo, sábado, si se está en vacaciones, si hay que trabajar o si no se va a salir de la casa… Importa es que del grifo salga este líquido.
Y en los próximos 30 años se requiere que el patrón continúe, pero se necesita de pronósticos confiables que evalúen cómo será el crecimiento del área metropolitana en la que hoy viven unas 4.000.000 de personas y que, para el periodo previsto, podrá rondar los 5.000.000 de habitantes.
En este contexto surgió la posibilidad de que el grupo de investigación Research in Spatial Economics (Rise) de EAFIT, que trabaja en el desarrollo y aplicación de nuevos métodos cuantitativos para el análisis de información georreferenciada, se encargara de visualizar una serie de datos que determinaran cuántas conexiones de agua deberán acondicionarse.
A partir de esto, Juan Carlos Duque Cardona, doctor en Estudios Empresariales y experto en análisis espacial; el economista Andrés Ramírez Hassan; y el ingeniero matemático Alejandro Betancur Arango pensaron una metodología econométrica que ligara el consumo del servicio de agua con la proyección de la población y de los hogares.
Un crecimiento urbano que se base en la densificación tiene como gran ventaja que esta acción es mucho más barata que expandir.
En este trabajo también participaron el geógrafo Diego Patiño Cortés y el economista Daniel Londoño. Al final, quedó como resultado el estudio
Pronósticos de demanda del servicio de acueducto y alcantarillado del Valle de Aburrá: un ejercicio espacio-temporal.
“Todos sabemos que es muy traumático estar sin agua. Así, lo que permite la herramienta -un software que tiene como nombre Pascal- es, por ejemplo, acondicionar la oferta para que en ningún hogar o industria del Valle de Aburrá haya estas necesidades en los próximos años”, indica Andrés Ramírez, codirector de la iniciativa.
Además, como lo explica el investigador Juan Carlos Duque, y quien también ejerce como codirector de la propuesta, este es un modelo que analiza, con muchos años de antelación, dónde habrá necesidades de infraestructura.
“Es condicionar la oferta para satisfacer una demanda, lo que trae un beneficio social enorme, pues nos alerta para que no tengamos problemas de abastecimiento de agua”, complementa Ramírez Hassan.
El modelo pronostica que, entre 2012 y 2040, se tendrán unas 581.000 nuevas conexiones de agua. “Se encontró también que, en algunas partes de la ciudad, hay una contradicción entre los límites máximos establecidos por el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y el número de crecimiento real o la densidad real en esa zona. Inclusive, en algunas partes, lo real supera hasta en un 118 por ciento lo permitido”, especifica Duque Cardona.
Otra conclusión que entrega este modelo es que el crecimiento de la ciudad tiende hacia la densificación más que hacia la expansión. “Un crecimiento urbano que se base en la densificación tiene como gran ventaja que esta acción es mucho más barata que expandir. Es que al expandirse se tienen que llevar líneas de acueducto, de energía, vías. La otra opción, la densificación, aprovecha lo que hay. Un ejemplo fue lo que ocurrió en Simesa, donde se construyó el complejo residencial Ciudad del Río (sur de Medellín)”, aclara el doctor en Estudios Empresariales.
El modelo predice que, durante el periodo en mención, habrá un altísimo crecimiento residencial en Sabaneta y en el centro de Medellín, así como una concentración de industria en la parte norte, como Girardota o Barbosa, una zona clave si se tiene en cuenta que, para entonces, ya deben estar operando las Autopistas de la Prosperidad.
Pero de igual forma como se habla de un crecimiento de la demanda, las tendencias históricas muestran que cada hogar consume menos agua, es decir, se trata de un patrón decreciente. En ese sentido, Andrés Ramírez enumera tres factores: conciencia ambiental y la efectividad de algunas campañas; un desarrollo tecnológico que contempla, por poner un caso, que un inodoro hoy gasta menos agua que uno de hace 20 años; y el número de personas promedio por vivienda, que en la actualidad es de 3.3, cuando hace 30 años era de 4.5. “La masa crece, pero el consumo decrece”, enfatiza el académico.
En palabras del profesor, si bien cuando se promedian ambos ítems gana el referido al aumento, este no representa un índice elevado. “Más o menos, la tasa de crecimiento a 2040, en promedio anual, es del 0.4 por ciento del consumo total”. A su vez, el modelo facilitará la elaboración de planes financieros y es fundamental para saber que se tienen que hacer ciertas inversiones desde ahora. “En esta oferta se pueden determinar planes de ingeniería, financieros o socioeconómicos”, recuerda el economista Ramírez.
Una proyección a tres décadas
EPM tiene dividida el área metropolitana en 89 circuitos que prestan el servicio de acueducto y alcantarillado. Cada una de esas áreas geográficas cuenta con un tanque para abastecer agua a la población. De esos circuitos, 40 ya han bajado su consumo y se proyecta que otros 27 también lo hagan.
Con respecto a la aplicación del modelo, María Janet Valencia, profesional de proyectos de la compañía, detalla que se busca calcular la producción que necesitarán los usuarios en el futuro y así saber cómo se puede invertir y en qué hacerlo.
En particular, este proyecto hace parte de la Dirección de Aguas, específicamente del Área de Normalización y Soporte, dependencia con la que, hace un par de años, la Universidad empezó a realizar los pronósticos del servicio de acueducto y alcantarillado en el Valle de Aburrá.
Allí lo que se hace es la proyección del número de usuarios y del consumo medio de acueducto y alcantarillado, clasificado por lo que la empresa denomina como categorías, que son los seis estratos socioeconómicos, así como comercio, industria y las áreas pública y especial.
“Se le llama proyección comercial porque, finalmente, desde ahí se deduce lo que va a entrar por flujo de caja a la compañía, mas no son los ingresos reales”, asevera Andrés Ramírez, quien durante dos años trabajó en EPM en el tema de pronósticos de demanda de todos los servicios: electricidad, agua, telefonía y telecomunicaciones. En los pronósticos se tiene que tomar en consideración la tarifa media.
“En el ejercicio esas proyecciones, los dos primeros años, se deben hacer mensuales, pero del segundo año en adelante deben ser anuales, a un horizonte temporal de 30 años”. Pero, ¿por qué a 30 años? Porque así se requiere para los planes de inversión y los mecanismos de financiación. De esta forma, ellos proyectan sus ingresos y, con esa medida, se dirigen a los bancos a solicitar préstamos para financiar proyectos.
Para la realización del estudio, EPM entregó al grupo de investigación una base de datos con cerca de 6.000.000 de registros del Valle de Aburrá, material que los docentes “geocodificaron” con base en cada una de las conexiones de agua que emitieron factura entre 2004 y 2010.
La propuesta se hizo en función del POT, pero debe tenerse en cuenta, como lo reconoce Juan Carlos Duque, que existen dinámicas de crecimiento de ciudad que no van muy de la mano a lo que son estos planes.
El trabajo incluye, también, efectos negativos, como el hecho de que en algunas zonas del Valle de Aburrá haya riesgo de inundación o de deslizamiento. No obstante, Duque Cardona subraya que el modelo es lo que llaman un sistema de alarmas tempranas, pues anuncia cómo, por ejemplo, un tanque que se utiliza hoy entre el 50 y el 70 por ciento de su capacidad puede estar, en 2025, en un ciento por ciento.
La herramienta está para el servicio de EPM, pero, en general, para toda la comunidad, ya que por tratarse de una empresa pública de estas magnitudes, le facilitará desarrollar planes estratégicos en torno a lo social y a lo económico. Y claro, en los próximos años, la idea es repetir y repetir la maniobra de todos los días: manipular la llave y ver cómo, gracias a la naturaleza y a la ingeniería, sale agua de la llave.