Al tener en cuenta estos requisitos, Juan Felipe Araque Jaramillo, coordinador de la iniciativa, comenzó junto con su equipo la búsqueda de las temáticas a tratar en el ‘radiality’, formato hasta entonces inexplorado en Colombia.
Luego de revisar las noticias más mediáticas de 2013, se determinó que las preguntas que se responderían en Con la ciencia en la cabeza serían:
• ¿Cómo viven las personas en las cárceles de Colombia?
• ¿A qué nos referimos cuando decimos que Colombia está en conflicto?
• ¿Cuál es la diferencia entre la minería legal e ilegal?
• ¿Qué significa ser desplazado en Colombia?
• ¿Por qué hay ricos y pobres en Colombia?
• ¿Cómo se movilizan las personas en nuestras ciudades?
• ¿Funciona el sistema de salud en Colombia?
Para seleccionar a los participantes era preciso que tuvieran relación con los interrogantes a resolver. Por eso, todo el equipo de trabajo del ‘radiality’ visitó instituciones en las que pudieran encontrar, entre otros, a representantes de la comunidad LGTBI, personas en situación de discapacidad y pobreza, pospenados, transportadores, exparticipantes del conflicto armado y víctimas de desplazamiento.
Por su parte, los investigadores pertenecientes a las universidades EAFIT, Pontificia Bolivariana, CES, Nacional, de Antioquia, de Medellín y Autónoma Latinoamericana, a la Escuela de Ingeniería de Antioquia y al Área Metropolitana del Valle de Aburrá construyeron, antes de las jornadas en las que se encontrarían con los 16 participantes, un texto en el que daban respuesta al interrogante relacionado con su campo de estudio, a partir del que construirían las actividades que permitirían crear nuevos saberes de manera conjunta.
Del taller a la cabina de radio
En 12 encuentros que se hicieron, y luego de las dinámicas grupales, cada uno de los participantes dejaba grabado su testimonio y conclusiones en la cabina de radio de Acústica, la emisora web de EAFIT. De cada taller salieron cuatro microprogramas radiales que se pueden escuchar a través de emisoras comunitarias, culturales y universitarias, y también 10 programas audiovisuales. A dichos contenidos se puede acceder a través del enlace www.conlacienciaenlacabeza.co.
En el ‘radiality’ representantes de la sociedad civil e investigadores intercambian experiencias y generan nuevo conocimiento.
Esta investigación surgió de una propuesta de un docente de la Universidad de Washington. El propósito incluso es hacer una comparación de los dientes en los Estados Unidos y los de aquí. Los criollos analizados son cordales, muestras extraídas a pacientes de los estudiantes de odontología de la Universidad Cooperativa de Colombia, quienes participan en el proyecto en lo estrictamente odontológico. En el futuro, se quiere dar un paso hacia el estudio del hueso, de su viscoelasticidad.
El primer taller fue sobre hacinamiento carcelario, pero el resultado no fue el esperado, pues aunque las actividades fueron bastante enriquecedoras, no eran las más apropiadas para el formato del ‘radiality’.
“Como el programa no tenía guiones, debimos pensar en dinámicas que se ajustaran a la radio, con el fin de que se entendiera qué estaban haciendo y diciendo los participantes”, explicó Ana María González, asistente de contenidos en la Universidad de los Niños.
Sin embargo, a medida que fueron pasando los talleres, la estructura se fue ajustando y, simultáneamente, los participantes tímidos en un principio iban tomando confianza al exponer sus opiniones, dudas y puntos de vista. Su capacidad de análisis y la forma como se expresaban también cambió sustancialmente.
Respuestas elaboradas y con sólidos argumentos enriquecían los talleres de Con la ciencia en la cabeza, un espacio en el que el respeto por la palabra del otro siempre fue la condición esencial, incluso cuando se trataron los temas más polémicos como el de la desigualdad económica en Colombia.
Dicha problemática dividió al grupo, pues algunos sostenían que la razón por la que las personas eran ricas o pobres tenía que ver exclusivamente con su actitud, es decir, que la pobreza estaba en la cabeza. “Eso es una decisión personal, aunque muchas veces se toma de manera inconsciente”, dijo Ferney Hernández Avendaño (de 29 años), quien estuvo preso durante cinco años.
Con él coincidieron otros participantes que aseguraban que había familias que educaban a sus hijos solo para que fueran trabajadores de otros, sin permitirles pensar en otro porvenir distinto a seguir siendo pobres.
Estas afirmaciones causaron malestar e indignación a otros de sus compañeros, quienes expresaban que su situación no era, ni mucho menos, escogida. “Yo considero que soy pobre no por culpa mía, sino porque las cosas no se me han dado. Hay muchas personas que quieren salir adelante y le dan y le dan, pero no les resulta nada. En cambio hay otros que dan un paso y ahí mismo lo tienen todo”, expresó Juan Guillermo Arboleda Córdova, artista urbano y residente de la comuna 13 de Medellín.
Con Juan Guillermo coincidió María Clara Mesa Abad, estudiante de Administración de Negocios y de Derecho en EAFIT, quien si bien reconocía lo afortunada que había sido en la vida, sabía que era una cuestión de azar, “porque uno no escoge dónde va nacer”.
Se trataba de un asunto complejo y de una realidad innegable, pues Colombia es el país más desigual de Latinoamérica y el cuarto del mundo, y un 32 por ciento de su población vive en situación de pobreza.
El porqué de la desigualdad
El investigador Gustavo Canavire tuvo una ardua tarea. Por esta, decidió empezar por lo básico, es decir, les explicó a los participantes las razones por las que había diferencias: por un lado, dotaciones, aquellas con las que las personas vienen al mundo; y por otro lado, oportunidades, que son las que potencian las primeras y que, en buena medida, sí están condicionadas por terceros.
El proyecto es el resultado de una convocatoria de Colciencias que tenía como condición la divulgación científica por medio de la radio y a través de métodos innovadores.
Luego vinieron las actividades que ayudarían a comprender mejor el porqué, si se vive en el mismo país, unos tienen todo y otros nada. Primero identificaron sus riquezas personales y las de Colombia, después hicieron representaciones teatrales sobre situaciones como recibir una herencia que no esperaban o el dilema de pagar o no los impuestos. Finalmente, llegaron a lo más difícil: cómo distribuir los recursos y atender múltiples necesidades si fueran el Gobierno.
Mientras cada uno daba sus respuestas, Canavire iba exponiendo qué tan convenientes eran o cuáles otros problemas se podían derivar de esas acciones. Así, todos fueron comprendiendo que el asunto no era tan sencillo, tenía muchos matices y la pobreza no era solamente de voluntad, ni tampoco solo culpa de los funcionarios del Estado.
“Este ejercicio nos demostró que no hay excusas o límites para que la gente se acerque al conocimiento. Se trata, más bien, de asumir riesgos en el quehacer educativo para que una mayor cantidad de personas pueda acceder al saber, por supuesto, sin que esto signifique perder el rigor científico”, concluyó Juan Felipe.