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La más reciente edición de la Gran Encuesta Nacional sobre Jóvenes — que realizaron la Universidad del Rosario, Cifras y Conceptos, y El Tiempo con más de 2500 jóvenes— evidenció lo que muchos análisis anticipaban después de las manifestaciones de 2019 y 2021: existe una crisis de confianza por parte de los jóvenes colombianos hacia las instituciones, especialmente las públicas.
Pero mientras algunas entidades no salieron bien calificadas, al preguntarles a los participantes cuáles eran las organizaciones que validaban como un canal de confianza, las universidades públicas y privadas se ubicaron al comienzo de la lista con un 58 y un 44 por ciento respectivamente.
Para Esteban Hoyos Ceballos, decano de la Escuela de Derecho de EAFIT, no se trata de un fenómeno exclusivo de Colombia. Por el contrario, las encuestas globales evidencian una desconfianza hacia las instituciones, producto del momento que se atraviesa debido a la pandemia por covid-19, pero también por la ola de descontentos que se viven en varios países.
En ese sentido, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) llamó la atención sobre la necesidad de retornar a valores como la integridad, la apertura y el ejercicio de poder en áreas del interés público para recuperar la confianza y, nuevamente, las instituciones de educación superior fueron resaltadas como el lugar idóneo para fortalecer dichos aspectos.
Esto, en palabras del Decano, coincide con la visión que tienen los jóvenes sobre sus universidades, pues cuando se pensó en salidas para la crisis, fueron las universidades las que tomaron el liderazgo de los espacios de conversación.
Esta es una opinión a la que se suma la profesora María Rocío Arango Restrepo, de la Escuela de Humanidades de EAFIT, quien agrega que el hecho de que las universidades se hayan convertido en depositarias de la confianza de la sociedad también se basa en una razón más profunda, en una promesa de valor que involucra a diferentes actores.
Por una parte, están los estudiantes, quienes esperan recibir una educación de calidad que les permita convertirse en profesionales competentes para la sociedad y para desarrollar sus proyectos de vida. También están los padres de familia que deciden matricular a sus hijos. Las organizaciones que esperan contratar a egresados de excelencia para contribuir al logro de sus objetivos. Las mismas universidades que buscan que sus estudiantes sean autónomos, responsables y comprometidos con su proceso de formación. Y la sociedad que reconoce a las universidades como centros que cuentan con las capacidades para cumplir con dicha promesa de valor.
“Al remitirse a la definición de confianza se encuentra que es poner la fe o las expectativas en el otro. Básicamente es creer, es una apuesta a futuro, es algo que no sabemos si va a pasar, pero de lo que sí tenemos una certidumbre: que se edifica poco a poco, y que se construye con cada interacción social en la que nos vamos dando cuenta si el otro cumple o no con las expectativas que teníamos. Por eso los seres humanos creamos instituciones sociales que operan bajo un conjunto de reglas, y es ahí donde entran las universidades”, explica la docente.
En el caso de las instituciones de educación superior, y especialmente en aquellas con una amplia trayectoria, continúa explicando María Rocío, su conjunto de reglas permite anticipar el futuro, y eso es un factor importante para establecer una relación de confianza recíproca, pues la sociedad ve en estas que han cumplido con su promesa de valor. Se trata de una promesa que se renueva y se mantienen vigente en una de las acciones más sencillas pero significativas dentro de la vida universitaria: el acto pedagógico.
“En la primera clase todos son desconocidos. Los estudiantes no conocen al profesor, pero confían en que si la universidad dispuso de su presencia allí es porque cumple con los requisitos para ofrecer una clase, y, al mismo tiempo, los profesores no conocen a sus estudiantes, pero saben que cumplen con unos requisitos de admisión para estar ahí. Al final del curso se ha establecido una relación. Eso es confianza”, enfatiza María Rocío.