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Emprender con la confianza como materia prima

Todo emprendimiento es un acto de confianza. La sociedad,
a través de los bancos, las universidades, los aliados y los clientes,
  confía en la persona o el grupo de personas que osa llevar a la práctica una idea de negocio.
 Vale la pena creer en ese soñador que también confía en que su entorno le será favorable.


​​​​​​​​​



Felipe Sosa V. Colaborador


E

En los sinónimos del verbo confiar no aparece emprender, pero debería. O algo así se piensa, cuando Adriana García Grasso, directora de Innovación de EAFIT, dice que “es primordial que el emprendedor esté respaldado por un ecosistema completo. Desde la sociedad es importante porque son quienes apropian las soluciones que generan los emprendimientos, adicionalmente, que vea que se valora el camino de emprender igual o más que el de emplearse, que se convierte en modelo a seguir, que genera transformaciones positivas en sus entornos y desarrollo socioeconómico”.

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Desde 2006, EAFIT ve el emprendimiento como una línea estratégica que inspira, crea y transforma con principios como audacia, creatividad y valor, desde los que se lideran procesos de formación, investigación y proyección para acompañar a nuevos empresarios, favoreciendo espacios entre emprendedores, empresarios, potenciales inversionistas e instituciones del ecosistema de emprendimiento.

​ Pero, parafraseando a Aristóteles con aquello de que los discursos inspiran menos confianza que las acciones, es importante dar cuenta de este recorrido en Emprendimiento. EAFIT ha acompañado más de 4200 emprendimientos y más de 8500 emprendedores, ha brindado más de 12.500 horas de asesoría anuales y ha involucrado más de 130 estudiantes, en una iniciativa para que ellos, los egresados y otros emprendedores, potencien iniciativas e ingresen al mercado.


Confiar con C de creer y crecer​

 

No ver al otro como un enemigo y buscar los puntos comunes para reconocernos es una tarea de la confianza, que se vale del vínculo social para facilitar el desarrollo individual y de la especie.

 

Y como la confianza también sale al tablero, es importante recordar que “además de las funciones tradicionales de docencia, investigación y proyección social, las universidades generamos valor público dando respuesta a los desafíos del futuro: somos un enlace, un catalizador de la confianza”, como expone Claudia Restrepo Montoya, rectora de EAFIT.

Mirando de frente la salud mental con acceso a cursos, libros electrónicos y seminarios, Juliana Londoño, psicóloga y estudiante de Administración de Negocios de EAFIT, señala que “para mí fue de suma importancia el impulso del programa de emprendimiento, porque me ayudó a concretar sin dejar de soñar, es decir, aterrizó las mil ideas que tenía con Serenamente, pero, a la vez, me dio un espacio para crear y ser disruptiva al unir salud mental con digitalización”.

Juliana destaca que “la digitalización permite multiplicidad de formatos y precios accesibles en herramientas de salud mental, autoconocimiento y planeación”, subraya el impacto en el desarrollo personal en “un espacio para pensarse a sí mismos y crecer interactuando en comunidad”, con acompañamiento y generando oportunidades para los colaboradores, pues Sanamente “cree en las alianzas y en el trabajo colaborativo facilitándoles a la vez la forma de compartir sus conocimientos con públicos nuevos”.

Generar oportunidades​​

Adriana García destaca el rol del sector financiero, que “ha evolucionado mucho en entender las necesidades de los emprendedores” y cómo la disminución de intereses y la flexibilización de requisitos es posible gracias a diversas entidades, entre ellas Sempli, iniciativa de egresados de EAFIT, que propone “generar bienestar financiero a empresarios y emprendedores creando productos financieros simples, transparentes y de fácil acceso”.

“Nuestra apuesta refleja perfectamente parte del proceso de emprender”, agrega Adriana, quien explica que la inspiración se da desde diversas actividades y que “luego los invitamos a crear y propiciamos espacios como laboratorios, talleres, retos y proyectos como Kratos para que finalmente generen emprendimientos que transformen a la sociedad y al sector productivo”. Para ella, el mayor logro es la consolidación de un modelo y metodología propia para la preincubación.

​ “Confía en la vida, en sí mismo y en los demás. Confía en los demás lo suficiente como para aprender de ellos” se lee, como una declaración de principios, de Casai, emprendimiento fundado por el eafitense Juan Esteban Garzón, que busca “devolverles la confianza a las personas en la alimentación y la nutrición saludable” y que ha hecho de las segundas oportunidades para personas desvinculadas del conflicto armado, una receta para llamarse con todas las letras “emprendimiento social”.

Abrazar nuevos terrenos y emociones

Juan Gonzalo define como “fundamental” la conexión inicial con el ecosistema emprendedor y destaca espacios como ferias y encuentros para conocer proveedores, clientes potenciales, colegas y todas las personas y entidades claves para proyectarse. Calcula que esa confianza inicial representa un 50 por ciento del éxito y que el otro cincuenta está en conectarse con el nicho de clientes, “quienes validan la marca desde la compra, inician el voz a voz y abren nuevos canales de venta”.

Juan dice que al crecer el nicho de clientes y, por tanto, los ingresos, estos se deben revertir en una mejor calidad de vida de los colaboradores en temas de salario económico y salario emocional, siempre con la mirada de tener un equipo cercano en quien confiar para seguir escalando con sostenibilidad.

“La confianza y el impulso inicial fueron superimportantes”, comenta la ingeniera de diseño de producto de EAFIT y creadora de Hugger Island, Viviana Otálvaro, quien lidera una isla donde surgen abrazadores para ayudar a personas en situación de crisis. “Yo creo mucho en la fuerza de las redes. Es como un efecto bumerán, cuando tú tocas a alguien, este toca otras dos personas y se multiplica exponencialmente, más en este, un proyecto que toca tanto y que se multiplica con las mujeres que apoyamos y con los donadores”, agrega.

Viviana recuerda esa confianza con mucha gratitud, ya que al ser una iniciativa que se vale de algo tan simple como un abrazador de tela para abordar la inteligencia emocional, hoy ver que muchas personas superan sus malos momentos, al tiempo que se genera empleo en mujeres con necesidades socioeconómicas, da una sensación de círculo virtuoso: “diseñamos experiencias para enseñar qué hacer con el miedo, la rabia o la tristeza desde el afecto, el poder transformador más grande del universo”.

Como dice el experto en competitividad, Jorge Mesa Cano, docente de la Escuela de Administración de EAFIT, las universidades son claves para generar conocimiento, pero se necesita toda una infraestructura para continuar. Quizás por eso, Adriana García explica que hoy “el mayor reto es de escalabilidad, tanto en número de emprendimientos y emprendedores acompañados, como en la profundidad y la especialización del acompañamiento, y, por último, en el nivel de impacto y diferenciación de los emprendimientos resultantes de la comunidad eafitense”, emprendedores que hoy ofrecen productos y servicios que generan respuestas y oportunidades para la sociedad, gracias a una semilla que germinó y da sus frutos: la confianza.


Emprender con la confianza como materia prima