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  ¿Qué nos genera confianza?

Encontrar la confianza en una relación firme y duradera que les permita a ambas partes caminar de la mano.
Creer en el otro por la transparencia de sus actos y con la credulidad que da mirarlo a los ojos.
Percibir las intenciones, o mejor, las buenas intenciones de aquel con quien me cruzo y establezco una cercanía.
Sintonizarnos o alinearnos así no seamos astros, pero en el fondo compartamos intereses.
Escuchar a mis pares, que también me escuchen e incidirnos mutuamente para poder regularnos…


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T
T​odo pilar es un soporte. Un apoyo, algo que sostiene. Y no solo ocurre en la ingeniería, sucede también en la vida cotidiana. La confianza tiene los suyos y es el arte el que hoy los acerca y los lleva a esta representación en la que se hablan la música, la literatura, los colores, los dibujos y el arte urbano. Juntos nos ayudan a responder la pregunta: ¿qué nos genera confianza?




​​El afecto que se sostiene en el tiempo​ 

El tiempo como testigo. Largo plazo, constancia, perseverar en el día a día, semana a semana, en el mes a mes… Encontrarnos en los años, en la confianza de lo sostenido. Relacionarnos de la misma forma que una mamá con sus hijos, como una canción que a pesar de haberla escuchado centenares de ocasiones nos abraza igual que la primera vez.​​
Stefanía Palacio Marín, cantante; y Daniel Andrés Restrepo Tamayo, guitarrista, interpretan Mama canta, la canción de Tànit Navarro. ​
Mama canta
(Tànit Navarro / Rusó Sala)

Mama cántame una nana
pa’ que yo quiera salir.
Mama cántame mi canto
que resuene siempre en mí.

(Estribillo)
Si una noche yo me pierdo
y no sé cómo seguir
mama cántame ese canto
que un día me llevó a ti.
Tus aguas voy creciendo.
Se está muy bien aquí.
Oigo voces de otros mundos
que me invitan a venir.

(Estribillo)
Mama cántame una nana
pa’ que yo pueda dormir.
Mama cántame ese canto
que resuene siempre en mí.

(Estribillo)
Na ra nai nai nai nai nai…

​​El afecto que se sostiene en el tiempo​ 

El tiempo como testigo. Largo plazo, constancia, perseverar en el día a día, semana a semana, en el mes a mes… Encontrarnos en los años, en la confianza de lo sostenido. Relacionarnos de la misma forma que una mamá con sus hijos, como una canción que a pesar de haberla escuchado centenares de ocasiones nos abraza igual que la primera vez.​


La intención de ir sin prevención​

Encontrar un sentido, descubrir una intención, poder entregar la vulnerabilidad con la convicción de la protección. Contar siempre con el otro y saber leer al otro.


El método de Lukacs Richter​​

Daniel Bravo A.

El primer parcial que nos devolvió estaba lleno de enmendaduras y tachones con lápiz rojo, parecía más el diario de un loco que la revisión ordenada de un profesor emérito. Lukacs nos había corregido hasta los nombres, decía que no sabíamos seguir instrucciones: tenían que estar con los dos apellidos. Estaba claro que era un profesor excéntrico, pero nos tomaría el semestre entero comprender qué tanto. En la primera clase nos había dicho que tenía la costumbre de darle puntos extra a los estudiantes “meritorios” para el examen final. A nadie le quedó claro eso qué significaba para él, pero creímos que sería algo que nos iba a explicar en el transcurso de la materia, así que le seguimos la corriente.
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Después de los resultados de ese primer parcial, donde el promedio del grupo fue abominable, le preguntamos de nuevo a Lukacs cuáles eran esos méritos para el final, pero él se fue por las ramas y nos insistió que estaba intentando enseñarnos más que Mecánica de fluidos. “La clase no se trata de eso ni de las notas”, dijo, “sino de que entiendan lo que tienen que aprender”. A la salida de esa clase nos sentamos en la cafetería a discutir si en verdad iba a eximir a alguien o si nos estaba tomando el pelo. Para los más escépticos, Lukacs no tenía ningún plan maestro, sino que improvisaba sobre la marcha. Otros ya habíamos comenzado a confiar en su criterio. Era un profesor poco convencional, pero efectivo. Con el tiempo, las notas de los parciales mejoraron y creo que, antes del final, casi nadie necesitaba para ganar la materia.

Para el día del final ya no hablábamos de los puntos extra. Entramos al salón, Lukacs nos entregó los exámenes y nos dijo dos cosas: lean bien las instrucciones, y no voy a responder ninguna pregunta. Eran diez puntos, cada uno más difícil que el anterior, y estaban precedidos por una lista extensa de indicaciones: 1. Lea todas las instrucciones detalladamente antes de comenzar. 2. Llene el examen con su nombre completo, usando ambos apellidos… todo muy estándar para Lukacs, hasta que llegabas a 12. Cuando termine, doble el examen por la mitad longitudinal. Luego, dóblelo en sentido transversal. Dóblelo una vez más y entréguelo hecho un triángulo. Luego seguían algunas indicaciones más. Me pareció extraño, aún para Lukacs, hasta que recordé sus famosos discursos sobre la importancia de la nota y todo tuvo sentido. Nos estaba regalando el punto extra. No quise perder mucho tiempo recordando cuál era el lado longitudinal y cuál el transversal, así que decidí ignorarlo por el momento y concentrarme en terminar primero. Era salvaje, como cualquier examen de Lukacs, pero yo estaba bien preparado.
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​ El tiempo comenzó a terminarse y vi que algunos de mis compañeros doblaban los papeles hasta lograr un triángulo nítido y se los entregaban a Lukacs, felices, guiñándole el ojo. Faltaban pocos minutos cuando resolví el último punto. Revisé las operaciones y, justo antes de hacer mi primer doblez, un tirón en el estómago me hizo releerlo todo de nuevo. Ahí fue cuando la encontré, camuflada entre las otras, que con el afán de terminar a tiempo había pasado por alto: 17. Ignore la instrucción número 12. Entregue el examen sin dobleces. Felicitaciones por su punto extra.

Muy pocos ganamos el punto extra. Cuando nos regresó el final se le veía decepcionado, como si hubiera sido culpa suya que no siguiéramos las instrucciones. A lo mejor lo era. Los exámenes doblados tenían la 17 subrayada con rojo. Ese día, en la última clase que nos daría Lukacs Richter en la vida, nos dijo que el mundo funcionaba igual que la mecánica de fluidos. “Y no habrán aprendido nada hasta que no entiendan la influencia de un sistema en otro”, como si no hubiéramos acabado de terminar un semestre entero matándonos para ganarle la materia. Antes de que se terminara la sesión lo encaré y le dije que me parecía injusto su método, que el punto extra no respondía a nuestros conocimientos de física sino de comprensión lectora. Lukacs me miró, la luz se reflejaba húmeda en sus pupilas. Se quedó callado un momento, suspiró, y me respondió que tal vez tenía razón. Como si eso resolviera algo.

Esta es la historia que cuento al comienzo de cada semestre, luego de que los estudiantes me ven escribir mi nombre y correo electrónico en el tablero. Hace muchos años que Lukacs ya no está con nosotros. Los tiempos han cambiado, ahora soy yo el que se sienta a discutir con los estudiantes en la cafetería. Me gusta pensar que soy más benevolente que él y que mis instrucciones son transparentes y concisas. Sin embargo, cuando en la primera clase digo que esto no es una clase sobre Mecánica de fluidos, sino sobre la vida, no puedo evitar verlo detrás de la mirada luminosa de cada estudiante. Tal vez eso quiera decir que ahora entiendan mis intenciones, ¿o eran las de Lukacs? Y cuando llega el examen final, la primera instrucción siempre dice: ​

​​ 1. Lea todas las instrucciones detalladamente antes de comenzar.



​​Encontrarse, conectarse, sintonizarse…​

Alinearse, conectarse con las ideas y los intereses de alguien que espera sintonizarse con nosotros en tiempo y espacio. Puede ser que queramos lo mismo, puede ser que nos encontremos y nos articulemos en un plano físico o virtual, en un plano de confianza.​



​​Reglas que se fijan, propósitos que se abrazan​

¿Me escuchas? ¡Te escucho! ¿Me copias? ¡Te copio! ¿Nos ayudamos a crecer? Regularnos, por supuesto. En una doble vía, en una historia que puede ser construida por ambos. Creemos entre los dos las reglas, fijémonos llegar juntos.​​

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​​Trust Factory​

Dice Wikipedia que el profesor Dan Ariely, nacido en Estados Unidos y criado en Israel, es un catedrático en psicología y economía conductual. Uno de sus temas, expuesto en diferentes espacios, es la confianza. Por esto, compartimos algunos contenidos de este docente alrededor del tema que nos toca en este especial.

¿Qué nos genera confianza?