Ocho líneas de investigación en salud mental emergentes con la pandemia

Enero 26, 2022

Las áreas abarcan temas que van desde el autocuidado, el comportamiento y el regreso a espacios como el laboral y escolar hasta análisis de los impactos causados por las ideas que promueven los movimientos antivacunas.

El COVID-19 no solo es, en sí mismo, un objeto de investigación. También puso sobre la mesa temas poco explorados e, incluso, muy poco pensados, en especial en salud mental. Su llegada reordenó y modificó la agenda de la ciencia a nivel mundial y abrió la puerta a análisis también desde las ciencias sociales.

“Cuando empezó la pandemia la pregunta era: ¿cómo esto nos va a afectar la salud mental? Este interrogante ha orientado investigaciones que se han ido haciendo de forma simultánea de acuerdo con las distintas etapas de esta emergencia sanitaria”, asegura Mariantonia Lemos Hoyos, doctora en Psicología, profesora e investigadora del Departamento de Psicología de la Universidad EAFIT.

Pero ¿cuáles han sido los problemas en estos tiempos? De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su informe 2020: un año desafiante para la salud mental, “casi mil millones de personas en el mundo viven con un trastorno mental. Cada 40 segundos, alguien muere por suicidio y ahora se reconoce que la depresión es una de las principales causas de enfermedad y discapacidad entre niños y adolescentes”.

En adición a esto, el reporte Salud mental en Colombia: una aproximación desde las estadísticas oficiales en el contexto de pandemia, del Departamento Nacional de Estadística (Dane), da cuenta de que en el país las mujeres reportaron más situaciones de cansancio, tristeza o dificultades para dormir y fue el sector de la población en el que hubo mayor tendencia a conversar con familiares y amistades sobre esos síntomas y a acudir a sus redes apoyo.

En contrapartida, los hombres presentaron más tasas de suicidio de manera sistemática en todos los grupos de edad y el segmento de 20 a 29 años fue en el que más se agruparon casos. De los suicidios reportados en Colombia durante el año 2020, un total de 654 casos, el 82,7% ocurrieron en hombres.

Por ello, han surgido estudios que abarcan temas relacionados con las ciencias del comportamiento, las nuevas formas de establecer relaciones interpersonales e impactos en el desarrollo cognitivo y profesional, entre otros. Además, tienen en cuenta segmentaciones como, por ejemplo, grupos poblacionales, países y género.

1. Los cambios en el comportamiento

A medida que ha ido avanzando la pandemia se han venido haciendo investigaciones que tienen como objeto estudiar la relación entre salud mental y comportamiento de las personas en los diferentes momentos de la emergencia sanitaria. Aquí, los Estudios del Comportamiento han sido clave.

En EAFIT, las investigaciones en este campo se adelantan alrededor de los temas referidos a la conducta, el lenguaje y las decisiones públicas, explica Adolfo Eslava Gómez, decano de la Escuela de Humanidades en su artículo Estudiar el comportamiento para transformar la sociedad de la edición 175 de esta misma revista.

Algunas investigaciones en el mundo han encontrado, de forma general, que las percepciones sobre el virus han cambiado con el tiempo, igual que los comportamientos. Por ejemplo, al principio de la contingencia las ideas sobre el coronavirus estaban relacionadas con el miedo y las personas tenían más prácticas de autocuidado. Asimismo, se halló que, pese a que ahora hay más adaptación, cuando surgen nuevas variantes, endurecimientos en las medidas de protección de cada país y asuntos relacionados con las vacunas, hay de nuevo modificaciones en las conductas.

“Los impactos en la salud mental y los comportamientos de quienes viven en un país que brinda subsidios en caso de que hayan perdido su empleo no son los mismos que tienen quienes están en países en los que las afectaciones económicas fueron devastadoras”, afirma Mariantonia Lemos. Adicionalmente, las investigaciones que se hacen en esta línea permiten que los gobiernos tomen decisiones a la hora de comunicar y promover actitudes de autocuidado.

De acuerdo con el Icare Study (una investigación a nivel mundial que nació para estudiar el COVID-19 y la salud mental, realizada por investigadores de diferentes países y liderado por el Montreal Behavioural Medicine Centre y del cual EAFIT hace parte), “la evolución de las políticas de salud pública basadas en el comportamiento se están implementando en todo el mundo. Sin embargo, la adherencia a las políticas de salud pública implica realizar cambios de comportamiento significativos que pueden conllevar importantes costos personales, sociales y económicos que pueden socavar su impacto”.

2. Back to: el regreso a donde estábamos antes

El colegio, la universidad y el trabajo, antes de la pandemia, eran comprendidos como espacios o entornos protectores, ya que en ellos las personas salían de su vida personal y familiar y convivían con otras que estaban haciendo sus mismas actividades: estudiando o trabajando.

No obstante, la pandemia sacó a la gente de esos espacios seguros e hizo que todas esas actividades se trasladaran al hogar, lo que hoy no es novedad, pero sí lo son las valoraciones positivas y negativas que se le está dando al retorno a esos entornos.

Una encuesta del Montreal Behavioural Medicine Centre indicó que, por ejemplo, para los canadienses, a pesar de que el regreso al colegio tiene efectos positivos en la salud mental de los niños por retomar su vida social y mejorar sus prácticas de aprendizaje, tienen miedo a que aumenten los casos por el contagio y ese ha venido siendo un motivo para no enviarlos a la escuela.

El miedo, en ese caso, es una respuesta normal al retorno, ya que las personas, así como estaban acostumbradas a esos espacios, ahora lo están a la casa. Ese es el denominado “síndrome de la cabaña”, término que se volvió popular para describir lo que ocurre con quienes ya no quieren salir de su hogar y volver a las rutinas de antes del confinamiento.

3. ¿Qué tan influenciable somos?

Los movimientos antivacunas en la última década han tomado fuerza. Incluso, las dudas sobre las vacunas (la renuencia o el rechazo) hacen parte de las 10 amenazas a la salud establecidas por la OMS. ¿Qué tiene que ver esto con salud mental?

“Estas corrientes plantean un gran interrogante: ¿qué tan influenciables somos?”, señala la profesora Mariantonia Lemos. Esta pregunta surge porque en estos grupos, que normalmente desvinculan la evidencia científica de sus planteamientos, no solo se traza la no-vacunación, sino que se promueve convencer a lo demás de su inconveniencia utilizando principalmente plataformas como las redes sociales.

En el artículo Predisposición para recibir la vacuna contra el COVID-19 en Paraguay: estudio exploratorio online, publicado en febrero de este año, se concluyó
que la principal razón de las personas encuestadas para no vacunarse fue la percepción de rapidez con la que se hicieron las vacunas y los efectos secundarios que puedan tener. Además, se sugirió que era necesario hacer campañas de comunicación en contra de las fake news. Pero esas conclusiones se pueden extrapolar fácilmente a otros lugares del mundo.

“Las vacunas contra el COVID-19 son seguras. Hay mitos como que son una improvisación, pero detrás de estas hay grandes esfuerzos de investigación. Desde su surgimiento en el siglo XVIII, las vacunas han traído beneficios para la humanidad y hoy se han creado de la mano de las nuevas tecnologías. Otro mito es que son peligrosas: la verdad es que producen inmunidad, previenen enfermedades o logran que den de forma leve, previenen más de 3 millones de muertes al año, tienen escasos eventos adversos y buscan la inmunidad colectiva”, explica el médico Marco González Agudelo, decano de la Escuela de Ciencias de la Salud de la Universidad Pontificia Bolivariana.

Él manifiesta que, si queremos terminar con la pandemia y evitar más muertes, es un acto de ética comunitaria la vacunación: es la forma de contribuir con la inmunidad colectiva y evitar complicaciones en nosotros mismos. También solicita a quienes tienen dudas buscar información con evidencia y ser cuidadosos con esta. “En febrero de 2021, en Google había 170 millones de publicaciones no técnicas sobre COVID-19 y vacunación, y en una base de datos rigurosa había 4.092 publicaciones técnicas. Eso significa que por cada 41.544 publicaciones no técnicas había una técnica”, anota el doctor González.

En esta línea aún hay pocos estudios, pero los que se están construyendo dan pistas de que habrá publicaciones sobre los efectos que puede producir en la salud mental la información proveniente de movimientos antivacunas. Por ahora, según la investigadora Lemos, queda otra pregunta: ¿cómo ayudamos a las personas para tener comportamientos positivos en salud?

4. Las nuevas formas de relación

El cierre de colegios, universidades, oficinas y sitios de encuentro generó impactos en la forma en la que las personas se relacionaban entre ellas y con su entorno,
y llevó a la creación de nuevas maneras de entablar relaciones, como los encuentros virtuales. Esto ocasionó un aumento en el tiempo invertido en un computador o en el celular y puso sobre la mesa un asunto: ¿cómo las personas empezaron a relacionarse con sus dispositivos?

El uso excesivo de equipos electrónicos puede generar “tecnoestrés”, que es el estrés producto de la utilización desacomedida de las tecnologías de la información y la comunicación. Este va de la mano de la “tecnofatiga” y su pronta identificación puede prevenir trastornos depresivos y ansiosos.

Además, la pandemia modificó las relaciones personales, no solo por no poder tener encuentros presenciales, sino por la convivencia familiar permanente, lo que puso en jaque numerosos vínculos sociales tradicionales.

“A raíz de la pandemia sucedió una especie de revolución vincular: hubo un primer momento en el cual saber que no podíamos ver a nadie generó un exceso de
vinculación virtual: videollamadas con la gente que antes veías. También, se empezó a hablar más con personas que antes se veían, pero no mantenían el diálogo cotidiano. La virtualidad pasó a ser primordial para estar conectado con el exterior y empezó a ser el único modo posible de comunicación”, explica la psicóloga Lorena Ruda en su texto Cómo la pandemia obligó a repensar las relaciones sociales, publicado por el medio Infobae.

Las condiciones en que se empezó a desarrollar el teletrabajo abieron otro campo de análisis que, aunque venía desde antes de la pandemia, se intensificó producto de su masificación repentina en esta emergencia.

5. Impactos en el desarrollo profesional y cognitivo

“Antes de la pandemia del COVID-19, el mundo ya estaba experimentando una crisis educativa. Y la crisis no estaba distribuida por igual: aquellos que viven en situación de mayor desventaja tienen un peor acceso a la escolaridad, mayores tasas de deserción escolar y mayores déficits de aprendizaje. La pandemia ya ha causado impactos profundos en la educación, desde el momento en que se cerraron las escuelas de todo el planeta en la mayor conmoción que hayamos experimentado de manera simultánea en nuestras vidas”, concluye el estudio COVID-19: Impacto en la educación y respuesta de política pública, realizado por el Grupo Banco Mundial.

De acuerdo con este, las consecuencias se presentan de forma diferencial según los grupos poblacionales, ya que no afecta en la misma medida a los niños (que reemplazaron los tableros por pantallas y que están alimentando su curva de aprendizaje) que a los adultos jóvenes que pueden estar terminando sus carreras profesionales. Sobre esta línea de investigación se ha avanzado en publicaciones y cuando se supere la pandemia surgirán más estudios en esta línea.

6. Secuelas del COVID-19 en la salud mental

En abril de 2021, la OMS agregó la salud mental en su guía para el manejo clínico del COVID-19. En ese documento recomendó brindar apoyo psicológico a pacientes con la enfermedad y establecerse vías de atención coordinadas a nivel nacional que puedan incluir a los proveedores de atención primaria –médicos
generales–, especialistas relevantes, profesionales de rehabilitación multidisciplinaria, salud mental, proveedores psicosociales y servicios de atención social.

Más allá de los impactos que puede tener el distanciamiento social, la incertidumbre por contraer la enfermedad y el confinamiento, el COVID-19 también trae consigo diversas consecuencias que afectan el bienestar mental. “Este virus apenas se está empezando a entender. Ya sabemos que no es solo una gripa y conocemos sobre sus secuelas físicas. Sin embargo, la evidencia muestra que hay personas a las que, después de haberlo tenido, les están dando ataques de pánico y cuadros de amnesia, por ejemplo”, manifiesta Mariantonia Lemos.

De acuerdo con la investigadora, de momento se están construyendo las investigaciones que estudian las secuelas en salud mental que deja esta enfermedad que, según el artículo Impacto de la COVID-19 sobre la salud mental de las personas, de José Hernández Rodríguez, miembro del Instituto Nacional de Endocrinología de Cuba, supera la depresión y ansiedad que se pueden producir por las medidas interpuestas por los gobiernos.

7. Los efectos de las normas sociales

Como parte del Icare Study se recopilaron datos para Colombia. Estos demostraron que conductas como el distanciamiento físico y el lavado de manos son más frecuentes en personas que reconocen su vulnerabilidad y que son conscientes de su salud y de las consecuencias del coronavirus. Ese sería un motivador para tener prácticas de autocuidado, así como cuidar del otro, lo cual se califica como un comportamiento prosocial.

En este caso, se da cuenta de modelos comportamentales que se adoptan analizando la cultura del país y permiten tomar decisiones para la contención del virus. Por ejemplo, en Colombia se promovieron campañas de comunicación en las que predominaban los mensajes de norma social, mientras en Inglaterra se construyeron basados en la rueda del cambio del comportamiento.

8. Investigaciones pos-COVID-19

Aunque aún la OMS no ha anunciado el cierre de la pandemia, la ciencia ya está conversando sobre los temas que abordarán las investigaciones cuando llegue ese momento. Algunas de ellas tratarán de responder cuestiones como: ¿qué seres son más resilientes que otros?

Asimismo, estudiarán los impactos cognitivos en niños, adolescentes y jóvenes, y ahondarán en los efectos del COVID-19 en la salud mental. Además, los pronósticos que surjan brindarán más temas de investigación a las ciencias sociales para solucionar, por ejemplo, cómo proteger la salud mental en situaciones de riesgo como las que generó esta enfermedad.

 

Investigaciones de EAFIT en salud mental

La Universidad, de la mano de investigadores de la Escuela de Humanidades y estudiantes miembros de semilleros, ha realizado seis investigaciones en esta materia. Los temas tienen que ver con los impactos que ha dejado el teletrabajo, la virtualidad en profesores universitarios, la teleasistencia en el bienestar, percepciones de la gente en las labores de teleasistencia, del propio COVID-19 en la salud mental y sobre los estereotipos sobre la salud mental afianzados o dejados en medio de la contingencia.

Un hallazgo interesante, entre los muchos encontrados, es que no hay diferencias significativas entre la experiencia de psicoasistencia presencial y virtual, pues para los pacientes lo más importante es que la consulta sea en un lugar íntimo y que haya custodia de los datos, escucha activa y buena conexión de internet.

Otra conclusión es que hay trastornos mentales más estigmatizados que otros, como la bipolaridad y la esquizofrenia, y hay unos que no porque las personas están más acostumbradas a escucharlos, como ocurre con la depresión y la ansiedad.

“Estos estudios son importantes porque la ciencia es un conocimiento confiable y una respuesta adecuada y pertinente para responder preguntas y mejorar la calidad de vida de las personas y de los propios sistemas de salud. Además, permiten tomar mejores decisiones en pro de la sociedad”, manifiesta Jonny Orejuela, jefe del Departamento de Psicología e investigador de la Universidad EAFIT.

 

Autores

María Dilia Reyes

Colaboradora Revista Universidad EAFIT.

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Generación y transferencia de conocimiento consciente y responsable

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Daniel Arango

Camilo Uribe

El cuidado, en el corazón de la ciencia

Enero 26, 2022

Un mundo pandémico, cabizbajo y lleno de temores, encontró en la ciencia a un aliado que le ayudara a salir de semejante crisis. Volcados al cuidado y a entender este momento, científicos y pensadores han aportado su conocimiento en la búsqueda de soluciones. ¿El reto para la humanidad? Dejar de pensar en el corto plazo.

En una entrevista con el diario El Mundo de España, Victoria Camps, catedrática emérita de Filosofía Moral y Política de la Universidad Autónoma de Barcelona, respondía así cuando se le preguntaba si habría que hacer del cuidado un objetivo político: “Tiene que ser un objetivo político para introducir mayor
bienestar para la sociedad, para hacer ver que una sociedad cuidadora, como se empieza a decir, es algo absolutamente fundamental en estos tiempos”.

¿Sociedad cuidadora? Ya fuera un concepto que viniera de tiempo atrás y que se haya hecho mucho más consciente con la pandemia del COVID-19, el tema es que, en este escenario de salida a esta contingencia, es también momento de que la ciencia plantee su aporte para que hoy pueda discutirse cómo, desde diferentes disciplinas, se dispone de diversas acciones transformadoras en beneficio del cuidado. En esta búsqueda es necesario que ciencia y cuidado se encuentren
y conversen, y la primera se ponga al servicio de la segunda.

La Unesco (Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) en un informe especial alrededor de la ciencia al servicio de la sociedad,
formulaba la siguiente reflexión: “La ciencia es la mayor empresa colectiva de la humanidad. Nos permite vivir más tiempo y mejor, cuida de nuestra salud, nos proporciona medicamentos que curan enfermedades y alivian dolores y sufrimientos, nos ayuda a conseguir agua para nuestras necesidades básicas –incluyendo la comida–, suministra energía y nos hace la vida más agradable, pues puede desempeñar un papel en el deporte, la música, el ocio y las últimas tecnologías en comunicaciones”.

La ciencia no está lejos, ni encerrada en papers o laboratorios, ni es exclusiva de una élite intelectual. Se encuentra en lo cotidiano y durante la crisis que comenzó
en la génesis de la pandemia, en 2020, ha estado aportando soluciones que involucran a la salud física y mental, la economía, el medio ambiente, la vida en las ciudades, los hábitos de higiene y en manifestaciones como el arte en todas sus dimensiones.

Una gran capacidad de respuesta

“La ciencia estuvo a la altura de la pandemia”, subraya Gabriel Mesa Nicholls, exgerente de la EPS Sura y asesor de EAFIT. En palabras de este médico, el COVID-19 ha hecho las veces de un gran maestro que le enseñó a la humanidad el valor de la vida, del momento, de la hora, de la potencia de la ciencia y de la hermosura de la existencia.

A su vez, Jorge Giraldo Ramírez, filósofo, profesor emérito de EAFIT y exdecano de su Escuela de Humanidades, percibe este momento como una oportunidad que debe convertir esa impresión –“la impresión tan brava de este golpe”, como llama a lo sorpresivo que fue la llegada de la pandemia– en un proceso más consciente en el que se pongan en práctica proyectos que tienen que ser de cambio.

El académico no ve tan claro que, efectivamente, esté la ciencia al servicio del cuidado. Por el contrario, recuerda que esta no es una sociedad que valore mucho a la ciencia y que más bien –hace poco más de medio siglo– buena
parte de ella dio un giro hacia la técnica, en un camino muy relacionado con el hacer, algo muy distinto a hacer ciencia.

Lo que sí ha hecho la ciencia es responder. En tan solo diez meses se logró que Pfizer y BioNtech llevaran su vacuna del concepto a la realidad, como lo ilustra BBC Mundo en una nota en la que se hace un comparativo con otras enfermedades en la historia. Para la hepatitis B se necesitó de 16 años desde la identificación del agente causal hasta la validación de la vacuna. El polio requirió de 47 años y la meningitis casi de un siglo. Esto para mencionar solo algunas.

El asunto es que antes pasaban décadas y, en muchos casos, aún no hay aprobación, pese a que son enfermedades que llevan decenas de años conviviendo con la humanidad. Esto es una muestra de lo avanzado de la tecnología y de cómo la ciencia actuó en beneficio del cuidado.

“En cuestión de meses ya el mundo tenía cientos de candidatos a vacunas. Todo esto es derivado de la capacidad de entender la ciencia y el funcionamiento de las estructuras que componen la vida. Podemos entender el milagro de la vida, maravillarnos ante el desarrollo y la evolución”, anota Gabriel Mesa.

Un mundo pandémico, cabizbajo y lleno de temores, encontró en la ciencia a un aliado que le ayudara a salir de semejante crisis. Volcados al cuidado y a entender este momento, científicos y pensadores han aportado su conocimiento en la búsqueda de soluciones.

El retorno a lo fundamental

En voz de Jorge Giraldo, lo que demostró el virus es que existe un bagaje muy grande en el tema científico y que, por fortuna –sobre todo en países como Estados Unidos, buena parte de Europa, recientemente China y Japón– se ha brindado a la ciencia gran trascendencia, de ahí las inversiones que hacen en investigación básica.

“Me ha parecido muy significativo que, en un tópico como la salud, para poner un caso, haya personas de sectores como la economía o el empresariado dedicados a su importancia”. En su libro El mundo de hoy, el periodista polaco Ryszards Kapuściński se refiere a un episodio vivido con los nómadas del Sahara y su lucha por sobrevivir en las complejas condiciones del desierto: “En aquellos lugares, si quiero sobrevivir, necesito adquirir unos conocimientos del todo diferentes. Tan solo sobrevivir”.

Esa vivencia está para ejemplificar como en situaciones extremas es necesario apuntar a lo práctico y lo diferente para encontrar respuestas oportunas, como se ha experimentado en esta pandemia.

En línea con lo práctico, el profesor e investigador Efrén Giraldo Quintero, adscrito al Departamento de Humanidades de EAFIT, considera que la actual contingencia ha generado un retorno a la función primaria de las cosas: “El saber médico había valorizado mucho la especialidad. Los médicos tendían a especializarse, entre otros asuntos, para devengar mejores salarios y para obtener un mejor reconocimiento social, pero el escenario de la pandemia lo que hizo fue poner en primer lugar, o como aspecto fundamental, las atenciones básicas. El cuidado primario, la atenciónde urgencias, la medicina general”.

Y agrega que también en la educación –con la crisis– se han valorizado aspectos primarios básicos que definen la tarea pedagógica: “Frente a una concepción de la educación centrada en la especialidad, en el conocimiento de punta, en la investigación y en lo más avanzado, lo que nos ha mostrado la pandemia es que lo que más nos hacía falta era lo más elemental: el contacto y la relación humana, el cuerpo, la mirada...”.

Mucho antes de que comenzara la pandemia, ya se asomaban cambios en diferentes ámbitos, los que, resulta obvio, tocan la vida cotidiana. La Cuarta Revolución Industrial exigía un análisis riguroso de aspectos como el mundo del trabajo, la educación, la economía, el medio ambiente y una
discusión ética alrededor de la biomedicina.

La mayoría de estos ítems se aceleraron por cuenta de este revolcón de la naturaleza y, como se ha visto, la realidad no volverá a ser la misma. ¿Retornarán en masa las personas a las oficinas, a sus lugares de estudio, a los escenarios deportivos o artísticos? En ese sentido sería interesante escuchar al profesor Efrén Giraldo cuando enfatiza que no es solo prioritario entender la importancia de la ciencia, sino el valor de algunas cuestiones humanas fundamentales.

¿Una prensa y unos gobiernos fake?

No es que haya mucha confianza alrededor. Gobiernos y medios de comunicación no gozan por estos tiempos de la credibilidad de antes, asociado esto a muchos factores, pero también a la incertidumbre. ¿Qué pasará hoy?, ¿se vienen nuevas medidas?, ¿a quién creerle?, ¿es cierto lo que me llegó al WhatsApp o vi en Twitter?

Las noticias falsas, también conocidas como fake news, abundan en redes y en dispositivos aúnmás por esta contingencia, y debido a su no identificación por parte de los cibernautas se pueden afectar procesos necesarios en la actualidad como
la vacunación, y la reactivación social y económica.

Otro punto importante es el modelo de negociode los medios, pues como lo anota el periodista chileno Patricio Contreras, en una nota publicada por el canal alemán DW, “las salas de redacción latinoamericanas ya venían arrastrando hace varios años distintas crisis: económica, del modelo
de negocio de los medios de comunicación, crisis de desconfianza como la que viene cuestionando al poder político o económico”.

A esto se le suma que la población también
desconfía de la información oficial y de las cifras que entregan los gobiernos, según una encuesta realizada por la firma Edelman en varias partes del mundo.

Una concepción ampliada del cuidado

Cuando se le da clic a la palabra “cuidado”, inevitablemente hoy se abren decenas de posibilidades. Dentro del nuevo alcance que está teniendo ese concepto se encuentra el medio ambiente y, ligado a él, el papel de la vida en comunidad.

Santiago Mejía Dugand, investigador sénior asociado al Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (Urbam) de EAFIT, resalta el rol de las ciudades durante la actual crisis sanitaria: “En las ciudades vive la gran mayoría de personas. Se estima que el 70 por ciento de los habitantes del planeta está en ellas y cada vez más tenemos lugares de estos habitados por más de 20 millones de seres humanos. Esta es, sin duda, una de las maneras más eficientes para vivir, pues así funcionaran en tiempos remotos como lugar de protección ante el ataque de los bárbaros, hoy son espacios en los que conviven la ciencia y la cultura, la tecnología y la economía. La verdad es que resulta muy costoso llevar los servicios a zonas despobladas o con población muy dispersa. Por esto, la entidad que llamamos ‘ciudad’ tiene muchos beneficios. Sin embargo, sabemos que también tiene muchos impactos”.

En palabras del académico, los actuales Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en específico el número 11 (Ciudades y comunidades sostenibles), le apuntan a contar con metas e indicadores enfocados en la sostenibilidad de una forma más integral y comprensiva. Aún así, lo ocurrido en la pandemia es una alerta hacia el presente y el futuro de la humanidad. “Estamos cruzando las fronteras, invadiendo los nuevos ecosistemas y permitiendo que esa interacción con el mundo silvestre sea cada vez más frecuente. Es por eso que muchas de las enfermedades que tenemos vienen de los animales domésticos y salvajes. Y se cree que este
último virus salió de unos animales”, especifica el profesor Mejía, quien resalta el papel de la ciencia.

“Compartir datos del virus, de la enfermedad, de los problemas, de las causas, de la transmisión y muy rápidamente estar encontrando una solución es importantísimo”, afirma Mejía. El asunto, según su parecer, es que los seres humanos que no piensan en el largo plazo probablemente olviden lo acontecido, la dimensión de cosas vividas a escala planetaria hace apenas unos meses, como los fuertes confinamientos que sufrieron alrededor de 3000 millones de personas en todo el mundo.

Las oportunidades de cara a este momento están a la vista: empleados que ahora pueden trabajar desde sus casas o desde una playa. Eso significará menos viajes y congestión, y un cambio de pensamiento. Esto en cuanto a la vida en las ciudades. El tema es que, como lo ilustra el investigador de Urbam, el cambio climático arremete, tanto que recuerda una caricatura en la que un nadador se encuentra ante varias olas, siendo la más pequeña la del COVID-19 y la más grande, de un tamaño colosal, la del cambio climático, lo que se hace más preocupante cuando los científicos hablan de “adaptación” en vez de “mitigación” a un fenómeno para el que las acciones no han sido suficientes.

Y aunque hubo disminución de emisiones a la atmósfera también se dio, como lo registran algunos reportes, un excesivo uso del plástico. Lo que sí es positivo es el traslado de un gran número de ciudadanos a apuestas de movilidad sostenible, tipo bicicletas o patinetas. El investigador sénior concluye diciendo que la invitación es a darle mucha validez al método científico y, de esa manera, tomar decisiones con base en evidencias.

Cambios en diversas direcciones

Sí, las ciencias le han apuntado al cuidado y a entender las nuevas realidades. Pero el asunto se hace más extenso. Sin tecnología sería imposible pensar hoy la educación y el trabajo, y de estos meses o años de crisis sanitaria llegarán nuevos aprendizajes, costumbres y hábitos que permanecerán quién sabe por cuánto tiempo entre diversos grupos humanos.

Retomando a Jorge Giraldo, sería fundamental pensar en lo prioritario de un nuevo contrato social, el que ve necesario pero difícil, por lo que analiza empezar a

desarrollar acciones desde lo local y lo regional, insistiendo en que, en Colombia, en el caso de Medellín, ya se tuvo una experiencia positiva cuando la ciudad se levantó luego del flagelo del narcotráfico.

Como lo compartió en una de sus columnas publicada en el diario El Colombiano, “un escenario muy malo ahora es que nos dediquemos a hacer lo posible cuando en una situación de crisis tan profunda como esta lo que hay que hacer es lo necesario, y hacer lo necesario implica mirar para lados distintos”.

La pandemia no se va aún. Lo que sí ha permitido entender es que, como lo aseveró a BBC Mundo Nicholas Christakis, sociólogo, médico y profesor de Ciencias Sociales y Naturales de la Universidad de Yale, y autor del libro La Flecha de Apolo: el impacto profundo y duradero del coronavirus en la forma en que vivimos, los virus no son solamente un fenómeno biológico, son un fenómeno social.

La responsabilidad pasa entonces por mantener el cuidado en el corazón de la ciencia y tener presente, volviendo de nuevo sobre la catedrática Victoria Camps
(autora del ensayo Tiempos de cuidados) en su entrevista con El Mundo de España, que “a partir del reconocimiento del valor del cuidado como un valor no solo privado sino público, se derivan una serie de deberes”.

Mejor hacerle caso a la ciencia que no hacérselo, y mejor es también entender el cuidado ligado a las nuevas líneas de investigación que vieron la luz en medio de este agite de inicio de siglo en el que el ser humano debe salir fortalecido, así no pareciera. Ah, y dejar de pensar en el corto plazo.

Nuevas opciones de cuidado, en ayuda de los ciudadanos

La comunicadora social, periodista y psicóloga Liliana Vásquez Peláez, quien desde la televisión y la comunicación organizacional trabaja temas de comunicación educativa –y gracias a su doble rol profesional– tuvo la posibilidad, invitada por Teleantioquia, de liderar un programa de emergencia en salud y de psicología social denominado Salud para el alma.

“Allí activamos la psicología al servicio de la ciudadanía y de los televidentes. Esa fue una experiencia muy interesante porque fue de la mano con una estrategia
de atención psicológica telefónica, también llamada Salud para el alma –que lideró la Secretaría de Salud de Antioquia con la Universidad de Antioquia y LivinLab–, en la que se convocó a profesionales de la psicología voluntarios que quisieran ser parte de la estrategia”.

Inicialmente se buscaba tener una base de datos de profesionales que quisieran acompañar a las personas que llamaran a solicitar ayuda. “Lo mejor es que aparecieron cerca de 200 psicólogos de toda Antioquia, de todas las universidades, recién egresados y a punto de egresar, con mucha experiencia. Voluntarios todos”, reitera la comunicadora.

La profesional subraya lo emocionante que fue hablar con ellos, ubicados en varias subregiones del departamento. “Si resalto esto es porque había una necesidad de la psicología de cómo ayudarnos y creo que hubo un impulso inmediato de servir a la salud emocional y mental”.

Para Liliana Vásquez, dicho llamado fue como un acto natural de servicio de las ciencias humanas y de la propia Psicología. Ante todo lo vivido por la pandemia,
ella enfatiza en la necesidad de los gobiernos, de acá en adelante, de gestionar planes de acompañamiento en salud mental.

Imagen Noticia EAFIT
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Desde la antigüedad, las ciudades fueron lugares que permitían la protección ante el ataque de enemigos. Con la pandemia, el nuevo enemigo invisible obligó al confinamiento de más de 3000 millones de personas en todo el mundo. Foto: Róbinson Henao.

Autores

Juan Carlos Luján

Colaborador Revista Universidad EAFIT.

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inc​omprendido, da

(1) adjetivo. Que no ha sido debidamente comprendido.
(2) adjetivo. Dicho de una persona: Que no recibe el aprecio general de sus méritos. 
Sinónimo: marginado, arrinconado, raro, solitario.

Los fenómenos de la naturaleza, la magnitud del universo y de la vida misma, los lenguajes desconocidos, las emociones del otro. Lo que es imperceptible para los sentidos, el cambio... lo que está oculto, lo incomprendido.

Todo lo que no pasa por el filtro de nuestro conocimiento actual nos amenaza, nos da miedo. O también impulsa nuestra búsqueda de respuestas. Reconocer los límites de nuestra comprensión es el primer paso para descubrir y crear.

En el año 2019, la Universidad EAFIT fue el escenario de INCOMPRENDIDOS​, un proyecto de divulgación científica donde la física, la biología y el arte se pusieron al servicio del asombro y la experimentación. El resultado fue una muestra museográfica que capturó la atención de niños, estudiantes e investigadores por igual.

Gracias a la holografía, una técnica de generación de imágenes 3D, estudiantes de ingeniería física​ crearon representaciones de animales artrópodos —arañas, cangrejos, escolopendras, escarabajos, etc.— recolectados por estudiantes de Biología en Bahía Solano, Chocó.

Más allá de la exhibición, INCOMPRENDIDOS es un ejemplo de diálogo interdisciplinar y traza una línea para proyectos de investigación-creación en EAFIT.

En la presente edición de Descubre y Crea, nos atrevemos a retomar este concepto para explorar nuevas y persistentes incomprensiones en el mundo de la ciencia, la tecnología y la innovación.

Comunicadores, estudiantes, investigadores y artistas, algunos de ellos estrenándose en prácticas de divulgación científica, fueron parte del equipo de trabajo que hicieron posible esta propuesta que desborda la publicación académica y el periodismo impreso.

Como resultado, hoy entregamos una publicación transmedia que aborda temas de interés general, desde una perspectiva que busca fomentar la curiosidad y el entretenimiento, con el uso de nuevos formatos y lenguajes, sin perder de vista el rigor científico y académico que como universidad nos caracteriza.

En suma, la presente edición de la Revista Universidad EAFIT Descubre y Crea, que encuentra sus raíces en los primeros ejercicios de difusión del pensamiento y el debate científico de la comunidad eafitense, continúa avanzando y ratifica nuestro propósito de cultivar la ciencia en el corazón de todos.

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Animales hace poco descubiertos

Euthycaelus cunampia sp nov (macho)

 

Atelopus spurrelli

 

Marmosops chucha

 

Ptychoglossus sp nov Gymnophthalmidae

 

Pleurothallis sp nov Orchidaceae

 

Epidendrum sp nov Orchidaceae​
Cyclanthura sp nov Curculionidae

 

Autores

Raeioul

Ilustración.

Correo: raeioul@raeioul.com

Juan Fernando Díaz, Mariana Echeverri Diez, Sebastián Gómez Torres, Nicolás Pinel, Esteban Garzón Franco, Juan Camilo Arredondo, Esteban Domínguez Vargas, Camilo Flórez Valencia.

Investigación e imágenes originales.

Agustín Patiño

Recopilación.

Correo: apatino@eafit.edu.co​

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​Al rescate de los saberes ancestrales en un paraíso selvático

​Los sonidos de la manigua, unidos a las rugientes olas del océano Pacífico, acompasan los pasos de negros e indígenas en su camino por rescatar el conocimiento propio. En ese proceso los acompañan investigadores de la Universidad EAFIT y de la Fundación ACUA.

En las selvas chocoanas, los espíritus velan porque los hombres y mujeres que crearon en un pasado remoto no los olviden. Al ritmo de la música, los ancestros son estimulados para que actúen contra duras enfermedades, crudos inviernos y guerras interminables. La naturaleza provee toda clase de plantas que refinan la comunicación con aquellos que no pueden ver, pero que saben que están ahí, protegiéndolos.

Durante cientos de años, negros e indígenas se han aferrado a esas creencias para mantener la cohesión de sus comunidades, honrar los lugares sagrados, fortalecer sus labores agrícolas –así como la caza y la pesca–, conservar la naturaleza, atacar sus dolencias y proyectar el futuro.

Los mayores, sean curanderos en las comunidades negras, o jaibanás para los indígenas, tienen la responsabilidad de fortalecer su cosmogonía, preservar la identidad de sus pueblos y mantener el contacto con los seres superiores. Todo ello supone una sabiduría que ha pasado de generación en generación de manera oral, pero esa transmisión de conocimiento se ha ido debilitando con el paso del tiempo.

Y ese debilitamiento lo ha vivido el departamento del Chocó, una de las regiones con mayor biodiversidad de Colombia y el mundo, y habitado por comunidades étnicas desde hace varios siglos. De sus exuberantes bosques surgen corrientes cristalinas y abundantes que alimentan una rica flora y fauna, y nutren los océanos Atlántico y Pacífico. De sus aguas también se sirven las poblaciones ribereñas. Pero ese ecosistema que mantiene la vida está en riesgo.

En Nuquí, uno de los treinta y un municipios que conforman el Chocó, el decaimiento de los conocimientos ancestrales y el deterioro del medio ambiente es motivo de preocupación de líderes y lideresas de las comunidades. Sus reflexiones revelan el afán por evitar que todo quede en el olvido.

“Queremos rescatar nuestra cultura propia porque se está olvidando entre nuestros jóvenes", afirma Gudiela Charampia Banuvi, indígena del pueblo Embera Dobidá –que significa “Gente del Río"– y gobernadora de la comunidad Villa Nueva. Su preocupación es compartida por el líder nativo Balbino Charampia Banuvi: “Hemos estado perdiendo nuestra cosmovisión, nuestro pensamiento propio".

Voceros de las comunidades negras también están preocupados por el deterioro de sus prácticas culturales ancestrales y del medio ambiente. “La tala de madera ha abundado", dice la lideresa y empresaria Ana Yadira Córdoba Mosquera. “Llegamos a tener el árbol de níspero en extinción".

Acércate a las historias ancestrales del municipio de Nuquí, Chocó, visitando el sitio web de la estrategia transmedia “Nuquí Vivo​”. 

 Un diagnóstico más amplio lo esboza Leyner Murillo Mosquera, líder local y exfuncionario de la Alcaldía de Nuquí: “Hay unos conocimientos tradicionales ancestrales en las dos etnias que habitan el territorio que, a través del tiempo, se han ido perdiendo, diluyendo, por la falta de interés de los jóvenes y de los mismos mayores por no pasar el conocimiento a las nuevas generaciones".

Las comunidades étnicas tienen el propósito común de rescatar todo aquello que representa su pasado y fortalece su identidad: El conocimiento de sus orígenes, la simbología de los animales, el poder curativo de las plantas, el valor de sus sitios sagrados y el conocimiento del territorio. Todo ello está en sus agendas de trabajo y en sus conversaciones cotidianas. Paso a paso, vuelven sobre su pasado, para hacerlo presente y futuro.

Tras los saberes del monte

 

¿Qué tienen en común Gudiela, Balbino y Ana Yadira? Son líderes y lideresas formados como talleristas durante la ejecución del proyecto Saberes de Monte, una iniciativa de investigadores de la Universidad EAFIT y la Fundación ACUA, quienes se aliaron para ofrecerle a las comunidades indígenas y negras de Nuquí un acompañamiento en su camino al pasado para rescatar sus saberes y prácticas ancestrales, y dejarlos plasmados en documentos para no olvidarse de ellos y, por el contrario, fortalecerlos.

La idea del proyecto surgió en 2019 bajo dos circunstancias: de un lado, el interés de profundizar el concepto de bio-culturalidad, sobre el que estaba trabajando la investigadora Yulieth Hillón, de EAFIT, y que se basa en las relaciones humano-no humano; y de otro, de la importancia que tenía para las comunidades étnicas nuquiseñas mirar el monte en vez del mar, pues había la necesidad de conocer mejor esos territorios y definir cómo debería ser su ordenamiento y gobernanza.

“Se les preguntó a las autoridades étnicas, tanto afros como indígenas, sobre la posibilidad de hacer este proyecto y dijeron que sí", cuenta Hillón. Ese diálogo se dio previa conversación con Jaime Duarte, integrante de la Fundación ACUA, quien venía adelantando labores con las comunidades de Nuquí.

La autorización de las autoridades étnicas llevó a la investigadora de EAFIT a buscar los recursos necesarios para ejecutar el proyecto y logró que lo financiara el programa Laser Pulse, una organización estadounidense que recibe recursos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Todo estaba proyectado para que comenzara a finales de 2020, pero a inicios de marzo de ese año se tomaron las primeras medidas restrictivas para contener la expansión del virus covid-19. El mundo se encerró.

“A octubre de 2021 nos dijeron que sí y firmamos los documentos el 23 de diciembre de 2021 para empezar en enero de 2022", recuerda la investigadora de EAFIT. Pero surgió otra dificultad: el cambio de las autoridades étnicas, cuyos periodos de gobierno, en el caso indígena, están limitados a un año. “Había que esperar a que concluyeran esas elecciones para volver a hablar con ellas y refrendar la autorización inicial. Y si bien hubo que esperar a que discutieran internamente, al final dijeron que sí".

De esa manera se vincularon el Consejo Comunitario General Los Riscales y tres resguardos indígenas del pueblo Embera Dobidá que se encuentran en el municipio chocoano. “Las comunidades se apropiaron del proyecto y hablan de Saberes de Monte, sobre lo que hacemos todos. Esa es una forma de apropiación importante", dice Duarte, de la Fundación ACUA.

Este investigador destaca la participación de las comunidades étnicas en el proyecto y la vinculación de sus líderes y lideresas como talleristas en los procesos de formación promovidos por EAFIT y ACUA, todos ellos elegidos por sus propias comunidades: “Fue un gran acierto lo que hicimos con la escuela de formadores porque se han vuelto agentes de cambio en cada una de sus comunidades y se han apropiado del proyecto de la mejor forma posible".

Por su parte, Hillón, resalta el fortalecimiento de relaciones interétnicas que el proyecto ha propiciado, en especial con el territorio que habitan. “Ha sido interesante que las comunidades se pregunten por un territorio mucho más amplio y con más diversidad de la que piensan, y que deben pensarse colectivamente", subraya la investigadora de EAFIT y agrega como logros la participación de los niños, niñas, jóvenes y mujeres en este proceso. Todos ellos también han aprendido a mirar a Nuquí más allá del mar.

​Bajo mirada indígena

Gudiela es una de las talleristas formada por el proyecto Saberes de Monte. En sus reflexiones sobre cómo ha evolucionado esta iniciativa piensa en los avances que han logrado las comunidades del pueblo Embera Dobidá nuquiseñas en la formulación del Plan de Vida, un documento esencial para ellas, pues allí están registrados sus fundamentos cosmogónicos y principios de vida individuales y colectivos.

“Nosotros en el territorio nunca habíamos escrito un Plan de Vida", dice Gudiela. “Lo teníamos oral, en nuestra memoria, y carecíamos de apoyo para recoger la información y escribir". Balbino, quien también se formó como tallerista, ratifica lo dicho por la lideresa: “No teníamos una ayuda, quien nos diera la mano para empezar a trabajar en la construcción del Plan de Vida. Y fuera de eso, no contamos, por temas de costumbres y tradición, con una persona que lleve la relatoría".

Con el proyecto Saberes de Monte, los Embera Dobidá de Nuquí encontraron los socios ideales para adelantar la escritura del Plan de Vida y plasmar allí todo aquello que los identifica como comunidad. Tanto Gudiela como Balbino aseguran que con este proceso van a recuperar su memoria ancestral para tenerla viva en el territorio.

​Conoce la Exposición “Saberes de monte: Viaje al corazón de un territorio y su gente​​" en el Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas.

“Queremos rescatar nuestra cultura propia", insiste Gudiela porque, según ella, asuntos como la medicina tradicional se está olvidando entre los jóvenes y desconocen qué plantas tienen en el monte. Por ello también los han involucrado en la construcción del Plan de Vida. “Es que el Plan de Vida para nosotros es importante para tener una resistencia en el territorio, es nuestra historia, la memoria ancestral, la cultura, nuestras propias leyes, la ley de origen".

“Con este proyecto –plantea Gudiela– les queremos dejar una huella a los niños en conservación de los peces, los árboles, la montaña y el agua".

Balbino, por su parte, hace un recuento de Saberes de Monte para reiterar la importancia de sus metas: “El proyecto está enfocado en un mejor conocimiento del territorio, los peces, los animales, las cuencas, los ríos, la biodiversidad, la cultura, la medicina tradicional, la cosmovisión, el pensamiento y gobierno propio, que hemos estado perdiendo. Eso es lo que se ha querido implementar para mantener y fortalecer esa tradición en nuestros territorios".​

Entre ojos negros

Yadira también se formó como tallerista y sus aprendizajes los considera una bendición. “He aprendido sobre el valor de nuestro territorio y de las costumbres ancestrales. Por falta de capacitación no sabíamos en qué territorio vivíamos y cuál era su importancia". Con lo aportado por Saberes de Monte hay situaciones en las comunidades negras que han comenzado a cambiar.

“La gente ya ha empezado a concientizarse", reconoce Yadira, quien además de tallerista es una empresaria del turismo. “Antes veíamos a Nuquí como un lugar donde se vive de la pesca y la agricultura, pero no sabíamos de la riqueza que tenemos ni de todos los daños que ocasionaba la tala de madera".

Las reflexiones sobre la gobernanza del territorio que conforma Los Riscales y las acciones que de allí se desprenden han fortalecido la autoridad del consejo comunitario. De acuerdo con Yadira, “los consejos comunitarios están sancionando la tala de árboles, hay multas, porque la gente antes entraba al monte, tumbaba madera y nadie le decía nada. Pero ahora si te ven cortando un árbol, el consejo comunitario interviene. Ya lo impiden porque la gente está informada, está capacitada, ya saben que si no hay arboles estaremos en problemas". Estas autoridades locales también han prohibido la caza de iguanas, guaguas, zaínos y tortugas para evitar su extinción.

Leyner, por su parte, destaca el método que se adoptó para generar confianza con las comunidades: “Ha sido un proyecto concertado con afros e indígenas. Le ha permitido a la gente participar y conocer cómo avanza, se le va devolviendo la información de cada paso que se da, y las comunidades son activas en la construcción del documento que se viene haciendo, lo revisan, dan sus opiniones. No es un proyecto que está de espaldas a las comunidades".

Ese método de acercamiento a las comunidades ha sido clave para el equipo de Saberes de Monte porque las comunidades han perdido la confianza en la ejecución de este tipo de proyectos, muchas veces impulsados por entidades del Estado y organizaciones no gubernamentales, pues nunca conocían los resultados de las investigaciones ni cuándo terminaban.

Leyner recuerda que se ha trabajado sobre temas relacionados con las aguas dulces, el bosque y el monte. “Ha sido muy bien recibido", insiste y explica que, ante la pérdida del conocimiento ancestral en las nuevas generaciones, el proyecto les permite a las comunidades “esa transmisión de conocimiento, sobre la riqueza que tiene este territorio, sobre todo lo ancestral".

Y sus objetivos van más allá: se trata también de fortalecer sus autoridades propias, representadas en el consejo comunitario, definir qué uso se le dará al territorio y cómo se va a proteger. “A partir de allí, las comunidades empiezan a buscar su propio desarrollo, teniendo por delante la conservación de un territorio que es de todos", afirma Leyner.

Saberes de Monte llegó en un momento fundamental para Los Riscales, pues sus autoridades están en proceso de actualizar el Plan de Etnodesarrollo, un documento que se ha convertido en la brújula que orienta las políticas propias de desarrollo, y que se escribió hace catorce años. “Anteriormente, los nuquiseños y nuquiseñas no tenían tanta oportunidad de formarse académicamente y eso hacía que los planes de desarrollo municipal casi siempre se hicieran a espaldas de las comunidades, lo que se puede evidenciar en los documentos de aquella época, donde se encontraban escritos nombres de otros municipios o departamentos, lo que indicaba que la ruta de desarrollo y planificación de nuestro municipio la hacían cortando y pegando de documentos que nada tenían que ver con nuestro territorio", expone Leyner.

“Hoy gracias a Dios –agrega– contamos con una gama muy amplia de profesionales comprometidos con el bienestar de sus comunidades y estas, a la vez, cada día exigen más y sobre todo del papel que desempeñan los consejos comunitarios y cabildos indígenas con respecto a lo que se proyecta en el territorio".

Junto con EAFIT y ACUA, en este consejo comunitario nuquiseño están fortaleciendo esa actualización, propiciando un mejor cruce de información para que corresponda con la realidad y esté en consonancia con el contexto del territorio. “El Plan de Etnodesarrollo es la guía para que las comunidades empiecen a caminar según sus objetivos propuestos sobre la conservación y el respeto por el territorio. Es un documento que clarifica la ruta hacia dónde las comunidades quieren ir", explica Leyner.

Los pasos que vienen

La investigadora Hillón plantea que en la etapa final del proyecto se sistematizó toda la información obtenida con el fin de escribir un conjunto de informes para las autoridades indígenas y negras, así como para las comunidades. El primer bloque de informes abarca una radiografía de cada una de las veintidós comunidades participantes en el proyecto; el segundo documento se centra en los desafíos y planes que tienen estas comunidades por resguardo y consejo comunitario; y el tercero es el documento final que abarca lo realizado durante los dos años de implementación y sus conclusiones más significativas.

Conoce los resultados del proyecto entregados a las comunidades de Nuquí visitando el sitio web “Saberes de Monte”.

“Se hizo una socialización para que las comunidades aprobaran cada uno de los veintidós documentos que les ayudarán a construir sus planes de vida y de etnodesarrollo, nada se publicó y nada se entregó hasta que la comunidad diera su aval. Se hizo una gira para presentar esos documentos, se recogió información adicional, y escuchamos qué les gustaba y qué no", expone la investigadora de EAFIT.

“También se diseñaron materiales pedagógicos para profesores y estudiantes de primaria", agrega Duarte, de ACUA. Ese kit pedagógico acerca a los niños y niñas a la diversidad biológica y cultural de Nuquí y a los saberes de los mayores, desde una perspectiva de intergeneracional y de género, con el objeto de que ellos sean los embajadores dentro de sus comunidades de la protección de su territorio.

Pero todo no termina allí. Las expectativas de indígenas y negros con el proyecto son altas, pues esperan seguir fortaleciéndose para transmitir ese conocimiento a sus comunidades. Tanto la Universidad EAFIT como la Fundación ACUA, así como las comunidades indígenas y negras en su autonomía, tienen nuevas herramientas para consolidar los Saberes de Monte y continuar avanzando en ese camino de conservar y consolidar el espíritu ancestral que gravita sobre Nuquí, un ecosistema que reclama mayor protección.​

Este artículo hace parte de una estrategia transmedia en la que participan estudiantes de la maestría en comunicación transmedia de EAFIT y el Laboratorio de Divulgación Científica de la Vicerrectoría de Ciencia, Tecnología e Innovación para la divulgación y apropiación social del conocimiento del proyecto “Saberes de monte, diversidad, memoria y derechos bioculturales: mecanismos para la protección de la comun-unidad en Nuquí, Chocó”, liderado por la Escuela de Derecho y la Universidad de los niños EAFIT.

Autores

Juan Diego Restrepo E.

Autor.

Ana María González Cotes, Juan Santoyo Sánchez, Marcela Gutiérrez Ardila.​

Foto.

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