Omitir los comandos de cinta
Saltar al contenido principal
Inicio de sesión
Universidad EAFIT
Carrera 49 # 7 sur -50 Medellín Antioquia Colombia
Carrera 12 # 96-23, oficina 304 Bogotá Cundinamarca Colombia
(57)(4) 2619500 contacto@eafit.edu.co

Luciano Ángel Toro

Los investigadores te cuentan

​Luciano Ángel Toro

luciano-angel.pngAsesor del taller ¿Qué es la luz?​


Luciano Ángel Toro es físico de la Universidad Nacional, y actualmente decano de la Escuela de Ciencias de la Universidad EAFIT. Además de estudiar, su otra gran pasión es jugar, componente importante a la hora de ir al laboratorio. "Me siento como una persona grande jugando con temas muy serios llevados a la experimentación", dice. 

Recordando días del pasado
¿Había un juego en particular que le gustara cuando era un niño? ¿Por qué?
Una de las actividades que más me gustaba era dibujar y colorear con acuarela. Lo que más dibujaba eran barcos; los conocí en un viaje que hice a la costa atlántica (Cartagena, Barranquilla y Santa Marta) y quedé impresionado.  

Recuerdo, también, que tenía un juguete que me regalaron a los 7 años; era un tren de pilas con su carrilera y sus vagones. Aún lo conservo. 

¿Con quién compartía y pasaba la mayor parte del tiempo cuando era niño? ¿Por qué?
Compartía fundamentalmente con mi familia. Cuando tenía entre 10 y 12 años, comencé a conocer vecinos, y por eso empecé a relacionarme un poco más con personas de afuera. Yo tenía compañeros en el colegio, pero generalmente ellos no trascendían del ambiente escolar. Estaban diferenciados los tres ambientes: amigos del colegio, parientes y amigos de mi vecindario. 

¿Hubo algún profesor que lo marcó significativamente? ¿Por qué?
En cada etapa de mi vida me fui maravillando con los profesores. En particular, disfrutaba mucho las clases de Español donde me enseñaban gramática, así como Geografía, Historia y Matemáticas.  

En la universidad hubo un profesor que me marcó mucho, se llama Alonso Sepúlveda. Él fue quien dirigió mi trabajo de grado cuando estudié Física, y me enseñó muchísimo con su claridad respecto a la forma de abordar los problemas, y la sencillez para visualizar muchas cosas que aparentemente eran difíciles.

Si en sus manos estuviera proponer un modelo educativo para las nuevas generaciones, ¿en qué consistiría? 
Creo que once años en el colegio es muchísimo tiempo que se puede emplear mejor para avanzar en el dominio de una segunda lengua, en el manejo un instrumento musical, y en tener unas bases sólidas de matemáticas, física, química, y biología. Yo me he cuestionado mucho eso; creo que hay bastante tiempo desaprovechado, que debería ser destinado para llegar mejor preparado a la universidad.  

Yo propondría unas áreas importantes de cultivar dentro de la formación de un joven y de un niño: la pintura, las artes escénicas y la música. Una formación en ese campo despierta la sensibilidad y te conecta a la realidad; por otro lado, te enseña que no todo pasa por lo racional. 

Viviendo el aquí y el ahora

¿Hay algo que lo obsesione?
Desde hace mucho tiempo he tenido una obsesión con el estudio de materias relacionadas con la óptica; quisiera tener todo el tiempo del mundo para dedicarme a eso. Ahora tengo que pensar en la dirección de la Escuela de Ciencias de Eafit y estoy muy contento. Si voy al momento presente, estoy con el cien por ciento de mis capacidades puestas en entender cuál es la mejor forma de hacer que la Escuela pueda avanzar.

¿En qué cree?
Creo en la capacidad de las personas, en el amor, en la amistad, en algunos valores como la sinceridad, la honestidad, en la transparencia. Por la parte espiritual no tengo una creencia relacionada con alguna divinidad, pero sí tengo un acercamiento importante hacia una espiritualidad que no toma forma ni en Cristo, ni en Buda, ni en Mahoma, es decir, me extasía ver el firmamento, estar frente al mar, o en un templo y sentir esa paz que se genera; es más un goce y una celebración de la vida y del universo en sí mismo.

¿Hubo algún acontecimiento determinante que lo llevara a descubrir su vocación profesional?
Primero fue reconocer que había una facilidad para las matemáticas y la física. Segundo, mi hermano, el que me sigue, estaba terminando Ingeniería Mecánica cuando yo terminaba el bachillerato; lo veía hacer cosas entretenidas como construir planos o estudiar Termodinámica y Dinámica de Fluidos; eso me parecía muy apasionante, lo que me llevó a inscribirme en ese pregrado. Allí rápidamente me di cuenta de que lo que quería era lo que estudiaba el ingeniero mecánico y no la profesión misma, entonces descubrí que lo que me gustaba era la física, la química y en general las ciencias. Debido a eso, fui a estudiar Matemáticas a la Universidad Nacional y Física a la Universidad de Antioquia y después, finalmente, decidí continuar la segunda.

En este momento usted investiga sobre la óptica y la luz. Supongamos que la única posibilidad de realizarla dependiera de un "sí" de los ciudadanos ajenos a temas de ciencia, ¿cómo le explicaría su importancia y necesidad?
Un punto sería hacerle tomar conciencia a esas personas de que, de alguna manera, la sociedad hoy depende de lo que se ha descubierto gracias al conocimiento científico. Además, les diría que deben pensar en lo necesarios que son los sistemas de iluminación de las ciudades y cuánto dependemos de ellos, así como de todo el sistema de comunicaciones; la velocidad de internet, por ejemplo, depende cien por ciento de las transmisiones vía fibra óptica. Además, el estudio de la luz es de gran importancia porque el conocimiento que tenemos del universo se presenta porque nos llega luz de las estrellas.

Si usted tuviera que personificar el objeto de su investigación, ¿Cómo describiría su personalidad?​
La describiría como algo mágico porque la luz es etérea, uno no sabe cómo agarrarla; la luz existe, está ahí, pero su estudio es algo muy abstracto. Tiene un carácter mágico porque no es dura como una roca, pero tampoco es frágil como un ser humano que puede enfermarse o morir.​​