Asesor del taller ¿Qué podemos saber de los paisajes?
Desde pequeño, Miguel se interesó por el campo, el aire libre y el arte. Este último, un amor que descubrió gracias a sus padres y que, según él, fue el primer paso para encontrar su vocación entre la Geología y los paisajes.
Hoy, gracias a su gusto por la naturaleza y curiosidad constante por nuevos temas, Miguel hace parte de la Universidad EAFIT como investigador en el área de las Ciencias de la Tierra, enfocado en el estudio de la Geomorfología, una rama de la Geología que indaga por las formas de la superficie terrestre.
Interesado en divulgar las investigaciones y proyectos en este ámbito, Miguel lleva estos conocimientos a diferentes comunidades no especializadas, con el objetivo de que se apropien de los paisajes en los que viven y de los recursos que tienen a su alrededor.
Recordando días del pasado
¿Había un juego en particular que le gustara cuando era un niño? ¿Por qué?
Creo que hice parte de una generación muy afortunada, porque pasé por la transición de los juegos lúdicos y tradicionales, como el trompo y el yoyo, a los inicios de la tecnología y con ella la llegada del internet y los videojuegos como el primer Super Nintendo. Así que me tocó un cambio muy grande que me dio la posibilidad de disfrutar y jugar con ambas cosas, pero de manera equitativa.
¿Con quién compartía y pasaba la mayor parte del tiempo cuando era niño? ¿Por qué?
Compartí gran parte de mi infancia con mis padres; éramos muy cercanos porque yo soy el mayor de mis hermanos. Solíamos visitar muchas exposiciones de arte, un plan sagrado y muy especial, que incluso hoy seguimos haciendo, pero lastimosamente no con tanta regularidad. Creo que a partir de estas experiencias comenzó mi gusto y amor por contemplar los paisajes.
¿Hubo algún profesor que lo marcó significativamente? ¿Por qué?
Sí, mi profesor de pregrado y amigo, Michel Hermelin. Más que un educador, fue un maestro, un faro y referente para lo que yo quería ser. Además, me ayudó a sortear diferentes temores e inquietudes, y me dio la posibilidad de mirar desde un punto de vista diferente la relación entre la Geología y los paisajes.
Me enseñó mil cosas, pero más que Geología, sobre la vida. Tenía una gran capacidad para comprender al otro y aceptar que las opiniones de los demás también eran válidas y servían para crear otras. Era un ser humano que construía a partir de lo que otros hacían, lo que para mí representaba una solidaridad enorme.
Si en sus manos estuviera proponer un modelo educativo para las nuevas generaciones, ¿en qué consistiría?
No estoy de acuerdo con la pedagogía de enfoque masivo, ya que cada ser humano es individual y tiene su propia subjetividad.Creo que lo más importante es destacar la individualidad de las personas.
Desde este concepto de educación personalizada es importante también alentar a los estudiantes, impulsarlos y ayudarlos a buscar y exigirse a sí mismos cada día más. Desde allí nace la verdadera pasión por las cosas y es por medio de esta que se llega al éxito, no material sino personal.
Viviendo el aquí y el ahora
¿Hay algo que lo obsesiona?
Lo que más me gusta hacer es explorar gran variedad de temas a la vez. Siento una fascinación muy grande por aprender, así que me pongo pequeños retos como, por ejemplo, conocer para la próxima Feria de las Flores todo sobre los silleteros o comprender el sistema político de Colombia. Son metas que me llevan a siempre estar más informado y preparado.
¿En qué cree?
En el planeta y su capacidad de regenerarse y seguir dando recursos como agua y a limentos. Es un tema completamente fascinante, pero a su vez tan complejo que hoy continuamos investigando y descubriendo. Veo a la tiera como una máquina perfecta, que nunca falla, de la cual, los seres humanos somos solo una minúscula parte.
¿Hubo algún acontecimiento determinante que lo llevara a descubrir su vocación profesional?
Creo que fueron varias cosas. Desde pequeño, la influencia de mis padres siempre estuvo presente, pero también mi amor por la naturaleza y el aire libre, lo cual me hizo dar cuenta de que quería estudiar algo que me permitiera estar afuera, en el campo. Así, apareció la Geología en mi camino.
No obstante, hubo momentos en los que me desencanté de esta ciencia que estudia la Tierra, pero luego, gracias a un profesor muy especial, Michel Hermelin, comprendí la relación que la unía con los paisajes y las personas, y allí volvió el gusto. Abrí mi percepción y comencé a descubrir la manera en que se entrelazan estas dos áreas y cómo los paisajes hacían a su vez parte de disciplinas como el arte, la literatura y hasta la vida cotidiana.
Usted trabaja con la divulgación de proyectos sobre Geomorfología en relación con el ambito social. ¿Cómo logra comunicar la importancia de estos hallazgos científicos a comunidades no especializadas, para acercarlos a los paisajes que los rodean?
Primero hay que generar confianza y seguridad para poder explicarle a la comunidad la importancia y necesidad de los proyectos que realizamos. Además, tener en cuenta que cada grupo poblacional es diferente, por lo tanto no se puede discriminar a ninguno.
Además, también es importante encontrar los momentos oportunos para acercarse a las personas. En el caso de la divulgación de proyectos enfocados hacía la Geomorfología existe un instante único cuando alguien se detiene a contemplar un paisaje, porque allí es donde la persona se sensibiliza y abre su percepción y mente, lo que hace que cualquier información que adquiera se muy valiosa. Son estas experiencias las que de verdad nos captan y transforman como seres humanos.
Si usted tuviera que personificar el objeto de su investigación, ¿Cómo describiría su personalidad?
Los paisajes son algo que todos comprendemos, sentimos y percibimos de diferentes maneras, nunca la misma. Son como un libro que podemos leer por igual pero darle un significado distinto. Un paisaje tiene tantas descripciones como personas hay en el mundo.