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Andrés Posada

Los investigadores te cuentan

“A los niños no hay que darles muchos consejos, es mejor dejarlos que sean esponjas, qu​​e asimilen”.

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Asesor de los talleres ¿Por qué existe la música? y ¿Cómo es la música en la ciudad?

¿Cuál es tu título profesional?
Soy graduado en Composición Musical y magíster de la Escuela de Música de Nueva York.

¿Qué estudia un compositor musical?
Un compositor musical se prepara a través de un pensum; historia de la música, el arte y las civilizaciones, armonía, contrapunto, análisis, literatura, estética y las relacionadas con el énfasis. Esto le permite componer para solo dos instrumentos o hasta una orquesta sinfónica.

¿Qué te dedicas a investigar?
Trabajé en el grupo de estudios musicales; por dos años hicimos una investigación con Daniel Gómez Marín sobre un software que se pudiera instalar en computadores portátiles y sencillos para hacer música electo acústica con base en imágenes; entonces se manipulaban imágenes que a su vez movían todo un sistema de síntesis musical dentro del computador que generaba unos audios, con eso hicimos algunos trabajos de música electroacústica generada con instrumentos tradicionales.

¿Por qué decidiste ser compositor musical?
Desde niño siempre tuve la curiosidad de estar inventando canciones, es más, creo que aprendí primero a cantar que a hablar. Después, influenciado por la educación del bachillerato me incliné más hacia las matemáticas y al concepto de que había que obtener un pregrado, pero la música en aquella época no era una posibilidad muy viable, más para los bohemios o un hobby; entonces hice arquitectura y música por los laditos hasta que tomé el riesgo. De la composición me gustó el combinar sonidos y tuve que irme del país a perseguir mi sueño de ser compositor.

¿Qué consejo le darías a un niño que quiera estudiar composición musical?
A los niños no hay que darles muchos consejos, es mejor dejarlos que sean esponjas, que asimilen, que escuchen. Hacemos mal en orientarlos, como dijo el economista Manfred Max Neef que el peor consejo que puede dar un adulto a un joven, o un papá a un hijo, es: "tú tienes que tener la cosas claras, tú tienes que saber para dónde vas"; pero, realmente, uno no sabe para dónde va. La gente que tiene las cosas tan claras y sabe tan bien para dónde va, está tan apresurado de un punto en línea recta hacia el de destino que se pierde toda la aventura del camino, los accidentes; a veces uno sabe para dónde va, y así es la vida, o es posible que haya que devolverse, tomar impulso y desviarse hacia otro lado, eso es la vida, no hay líneas rectas. Entonces, creo que la música es un asunto vocacional, si alguien dice que quiere escribir música es porque tiene ese don, esa naturaleza de combinar sonidos, no todos los músicos lo tienen. 

¿Qué es lo mejor de ser compositor musical?
La posibilidad de penetrar otras dimensiones del tiempo, crear y vivir en un mundo paralelo. Componer es participar de un juego interior hasta obtener un resultado satisfactorio que, al sacarlo de tu congelador virtual, para interpretarlo a través de instrumentos te genera un deleite. Todo el proceso es fascinante, desde imaginarse la obra, tomar decisiones, descartar cosas, enfrentarse a esa página en blanco que realmente está atiborrada de colores en espera de que retires las capas.

¿Qué es lo más difícil de ser compositor musical?
Un compositor musical tiene que promoverse, darse a conocer, hacerse visible; a veces no tienes tiempo ni organización; en mi caso, soy malo para eso; me gustaría tener un manager  (risas). Otro asunto es cuando los músicos tocan con desgano tus composiciones, con apatía, desafortunadamente ocurre mucho.

¿En qué materias del colegio te iba mejor?
Mi educación primaria la viví en un lugar muy innovador en aquel entonces, porque los profesores te enseñaban desde el hacer; recuerdo aquellos espacios pequeños llenos de jardines y especialmente una docente, Gertrudis Gil, le decíamos Miss Gil, tocaba el piano, era fascinante; fue aquella experiencia la que me conectó con el arte. Me iba bien en Matemáticas, mi favorita era una llamada Fisiología.

¿Cuál es tu herramienta o espacio de investigación favorito?
Para componer se requieren ciertas cosas: un piano, es esencial para un músico; si es empírico tener una gran memoria que le permita traducir sus ideas musicales a medios electromagnéticos; hay quien compone por intuición, o improvisación, entonces cada persona tiene un estilo diferente; el artista llanero que inventa música, combina ritmos, después de aprenderlo desde el instrumento lo hace sin anotación; al trabajar en contexto académico se requieren herramientas previas de composición musical, un oído interno desarrollado, porque en tu cerebro después de mucha práctica se alojan ciertos sonidos, ya sabes cómo suena, hay un desarrollo acumulativo que se ha estudiado con el cerebro; al comparar el cerebro de un músico se descubre que hay zonas que se activan mucho más, sean empíricos, naturales, preparados.

¿Cuál es el libro sobre composición musical que más te gusta?
Hay uno llamado ¿Cómo escuchar la música?, muy fácil de leer. 

¿Existen clubes o sociedades a las que los niños se puedan unir si quieren saber más sobre composición musical?
Escuelas de educación no formal, formal, la Universidad tiene un semillero de chicos interesados en aprender música; instituciones como Canto Alegre, Colegio de música, Rayuela, las redes de bandas de música de la ciudad en los barrios.