Asesor del taller ¿Cómo funciona un motor?
Desde pequeño Juan Andrés ha sido inquieto y curioso, lo que lo ha llevado a interesarse por diversas áreas del conocimiento. Este gusto se reflejaba en los proyectos que de niño se proponía y en su asombrosa capacidad de aprender por sí solo temas complejos como la teoría eléctrica, creando su propio circuito electrónico.
Hoy, Juan Andrés aplica su curiosidad de niño y empeño de adulto en enseñar en el pregrado de Ingeniería Mecánica y en la maestría en Ingeniería de la Universidad EAFIT; y en investigar en diferentes temas que le apasionan, como el que estudia actualmente sobre el diseño y control de robots basados en manipuladores paralelos, una estructura que se asemeja a un brazo mecánico que sólo realiza movimientos en línea recta.
Recordando días del pasado
¿Había un juego en particular que le gustara cuando era un niño? ¿Por qué?
Me encantaba jugar con lego, incluso hoy lo sigo haciendo. También solía desarmar y volver armar diferentes cosas; me generaba mucha curiosidad descubrir y entender cómo funcionaban. A los cinco años me regalaron una moto eléctrica y al cabo de una semana ya la había desarmado por completo.
También recuerdo que, un poco más grande, comencé a jugar mucho con cosas electricas. Mi padre me compraba cables, bombillos y enchufes para que yo pudiera hacer diferentes circuitos electrónicos. Incluso, hice varios cortos eléctricos en la casa tratando de ponerlos a funcionar. Todo lo hacía de manera intuitiva y, algunas veces, con la ayuda de mi padre, pero la mayor parte era ensayo y error.
¿Con quién compartía y pasaba la mayor parte del tiempo cuando era niño? ¿Por qué?
La mitad del tiempo me gustaba estar solo en mi casa haciendo cualquier cosa; el resto, lo compartía con mis amigos de la unidad. Crecí en una urbanización muy grande, en la cual vivían muchos niños con los que jugaba fútbol, guerra de bombas de agua, policias y ladrones, mamá vieja y otros más que nos inventabamos.
¿Hubo algún profesor que lo marcó significativamente? ¿Por qué?
Pasé por varios colegios, así que no recuerdo a todos los profesores, pero sí tengo presente algunos más que a otros por sus forma de ser y enseñar; por ejemplo, los del colegio Hispano, donde cursé mis últimos años. Ellos tenían una vocación de enseñanza única y me dieron una libertad que no me habían dado en otro lugar, la cual necesitaba para desarrollarme y preparme para lo que quería ser.
De la Universidad, recuerdo a un maestro en especial: Daniel Velásquez, con quien trabajé en óptica durante toda la carrera. Él me enseñó su área de estudio y cómo lo hacía, lo cual me fascinó tanto que terminó por ser a lo que me dedico actualmente.
Si en sus manos estuviera proponer un modelo educativo para las nuevas generaciones, ¿en qué consistiría?
Creo que un buen modelo educativo debe ser desde la educación autodidacta. El profesor solo debe ser un acompañante del proceso, el trabajo fuerte de análisis y razonamiento tiene que ser por parte del alumno. El problema de ahora es que esto no pasa, los estudiantes quieren que los profesores les entreguen ya todo el conocimiento listo para no hacer un gran esfuerzo.
Viviendo el aquí y el ahora
¿Hay algo que lo obsesione?
Todo. Me gusta aprender de cada tema algo nuevo. Si algún día me encontrara la lámpara de Aladino, el único deseo que le pediría sería que me diera la capacidad de comprender el mundo. Me encanta conocer y saber cosas nuevas, porque creo que el conocimiento, al final, es uno solo, todo termina entrelazado. La forma en la que se interconectan las diferentes áreas es lo que me genera mayor curiosidad.
¿En qué cree?
Creo en un ser superior creador de todo, que puso unas reglas y simplemente deja que el universo avance evolutivamente, lo cual me parece muy inteligente.
Por otra parte, también soy un convencido del declive del mundo por el modo en como hemos manejado sus recursos, llevándolos hasta el límite. Esto lo veo desde el punto de vista de la ingeniería, ya que la Teoría de Sistemas dice que en un sistema todo lo que entra es igual a lo que sale, pero hoy en día como sociedad estamos forzando esto, haciendo que los recursos sean cada vez más escasos para la gran cantidad que necesitamos.
¿Hubo algún acontecimiento determinante que lo llevara a descubrir su vocación profesional?
Siempre lo supe. Desde que tenía ocho años decía que cuando fuera grande quería ser un científico inventor electrónico. Cuando crecí, me di cuenta de que la rama de la ingeniería en la que quería trabajar era la mecánica, porque me parecía que era la más completa y con campo de acción más grande, lo cual me permitía ver muchos temas juntos e interconectados a la vez.
En este momento, usted investiga sobre como construir, diseñar y controlar robots basados en manipuladores paralelos. Supongamos que la única posibilidad de realizarla dependiera de un “sí” de los ciudadanos ajenos a temas de ciencia, ¿cómo le explicaría su importancia y necesidad?
Creo que debemos mostrarle a los ciudadanos que esta investigación no está desarticulada de la vida diaria y otros temas, sino que se incorpora e interconecta con otras áreas y que nos puede hacer más fácil ciertas cosas de la cotidianidad.
Además tenemos que enseñarles que no toda investigación tiene una demostración o efecto inmediato, sino que es un proceso que se va construyendo constantemente. Las personas que no están en el campo de la investigación están acostumbradas a la concepción de que si no ven resultados inmediatos y tangibles, no le ven validez a lo que se hace. Sin embargo, no siempre se puede prever de qué manera un tipo de desarrollo va a impactar a la sociedad, esto se va dando con el tiempo.
Si usted tuviera que personificar el objeto de su investigación, ¿Cómo describiría su personalidad?
Cada vez que pienso en robótica, la veo como algo divertido, ingenioso, dinámico y genera mucha curiosidad.