¿Cómo y quién inventó los meses?

Pregunta: Romario Arriaga Madera.

Responde: Juan Felipe Araque, comunicador social.

Asesor: Álvaro José Cano, divulgador en Astronomía, Planetario Municipal.

El calendario que usamos para organizar, controlar y distribuir el tiempo de las actividades humanas lo conforman 365 días, aproximadamente, de 24 horas divididas en ciclos de luz y oscuridad, 52 semanas y doce meses que en conjunto constituyen un año.

El proceso de creación de este instrumento exigió la observación atenta del sol, la luna, las estrellas y los fenómenos naturales; las diferentes culturas lo modificaron para adaptarlo a sus intereses políticos, sociales, económicos o religiosos de la época.

Hace diez mil años los pueblos esclavos habitantes de Egipto y los valles de Mesopotamia, entre los ríos Tigris y​ Éufrates, observaban, en sus horas de descanso, el cielo nocturno y en especial la luna.

La consideraban una diosa digna de veneración por su capacidad gradual de  presentar distintas caras. Así fue como decidieron que entre cada luna nueva celebrarían un día en honor a ella.

Así nació la primera semana de la historia de la humanidad; tenía 30 días, aproximadamente, y con el paso de los siglos se transformó en lo que hoy denominamos mes.

En su observación atenta, además, aquellos esclavos descubrieron que cada siete días, la luna presentaba otras tres formas - creciente, llena y menguante- que merecían también de adoración.

Fueron, entonces, las cuatro fases lunares las que dieron origen a semanas de siete días con uno dedicado al descanso y la celebración en honor a este satélite natural de la Tierra.

Mientras tanto, los esclavistas se preocupaban por la principal actividad económica de aquellos días: la agricultura; por esta razón necesitaban conocer a la perfección las épocas ideales de siembra, cosecha ​y almacenamiento de alimentos.

Con la observación y la práctica agrícola identificaron las estaciones del año, y al relacionarlas con las fases de la luna concluyeron que, por ejemplo, entre una primavera y otra ocurrían doce ciclos lunares. ¡Así nacieron lo​s meses del año!

Los nombres y número de días que conforman nuestros meses fueron heredados del calendario romano o juliano, elaborado por el emperador Julio César, en el año 46 antes de Cristo (a.C.), con la asesoría del astrónomo y filósofo Sosígenes.

En sus inicios, este calendario constaba de diez meses: marzo, dedicado a Marte, dios de la guerra, arma de conquista; abril, cuando abre la primavera; mayo, consagrado a Júpiter, deidad suprema; junio en honor a Juno, hermana y esposa de Júpiter; julio, antes quintilis y más tarde ofrecido a la memoria del emperador Julio César; agosto, porque el soberano Augusto lo tributó a su nombre; septiembre, séptimo; octubre, el octavo; noviembre, noveno; y diciembre, décimo.

Pero, la suma de días del calendario juliano no coincidía con el ciclo astronómico. La solución a este inconveniente fue adaptarlo al modelo egipcio que consistía en años de doce meses que sumaban 365 días, y años bisiestos con 366.

Además fue necesario adicionarle dos meses. El primero, enero, dedicado a Jano, el Januario o portero, dios de la doble cara que mira al año viejo y al nuevo por venir, y que abre el ciclo solar tras el solsticio de invierno el 21 de diciembre.

El último sería febrero, fin del invierno y comienzo del deshielo que hacía a la tierra apta para la siembra. En medio de estas tareas, los esclavos se infectaban de hongos en sus pies padeciendo altas fiebres.  
Por esta razón, febrero debe el nombre a las fiebres, que se atribuían a un dios perverso que las causaba. La solución que implementaron consistió en acortar su duración, dejarlo de 28 días, para alejar al maligno.

En inglés, español, francés, italiano, portugués, los meses conservan los nombres del calendario juliano, que imperó hasta finales del siglo XV en los territorios conquistados por el imperio Romano.

Sin embargo, a pesar de los ajustes, el calendario juliano continuaba impreciso, tanto así que hacia el siglo XVI tenía diez días adicionales con respecto al ciclo astronómico. El papa Gregorio XIII reparó el error en 1.582.

Eliminó once días del calendario de los países católicos para que el tiempo del hombre estuviera en armonía con las estaciones climáticas, decretó cuáles años de los siglos serían bisiestos, a través de una fórmula matemática, y estableció el 01 de enero como comienzo del año nuevo.

Este es el calendario que hoy utilizamos, con semanas de siete días y uno sagrado dedicado al descanso;  se impuso con el triunfo del cristianismo sobre el imperio romano para luego esparcirse por el mundo.

El cálculo exacto de los días de un mes, y en consecuencia de la duración de un año, fue complejo, porque estuvo sujeto al movimiento irregular de los cuerpos celestes, lo que exigió observación frecuente y, en ocasiones, decisiones autoritarias para fijar o rectificar las fechas.

Por esta razón, el calendario es una convención mundialmente aceptada, para regular el tiempo de las sociedades humanas según sus estructuras sociales y políticas, sistemas económicos y culturales. Además está sujeto a los ritmos del universo y es resultado de observaciones y cálculos que dependen, también, del progreso de las ciencias y las técnicas.

Bibliografía recomendada:

ELIAS, Norbert. (1984). Sobre el tiempo. México: Fondo de Cultura Económica. Cap. 44-46. Págs. 209-217.
LE GOFF, Jacques. (1991). El orden de la memoria. España: Paidós. Cap. II. Págs. 184-215.
VILLEGAS, B. Fabio. (1995). Kalendario Mundi. Kalendario 2000. Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana. Cap. I, II y IV. Págs. 15-47.​

¿Cómo y quién descubrió lo que pasó en la historia y cómo están seguros de que fue así?

​​​​​¿Cómo llega a nosotros la historia? ¿Cómo estamos seguros de que es verdad todo lo que nos enseñan y cuentan sobre el pasado? En la Universidad de los niños nos preguntamos esto y esta es la respuesta.​​​

Pregunta: Isabella Ramírez Balthazar, 15 años.

Responde: Johann Ro​dríguez, abogado y filósofo.

La Historia es como la enciclopedia general de la humanidad, en ella encontramos conocimientos, imágenes y relatos de lo que pasó. Cabe advertir que la Historia comenzó con la escritura, antes de ella se le denominaba Prehistoria, pero esto no quiere decir que antes de que apareciera la escritura no había sucedido nada, ni mucho menos que no tuviéramos conocimiento o al menos datos de lo que ocurría. Si pensamos la Historia como enciclopedia, y si la miramos como una enciclopedia ilustrada, encontramos imágenes de cosas que sucedieron muchos años atrás: estatuas, templos y ciudades que testifican que hubo seres humanos que estuvieron aquí mucho tiempo antes que nosotros. Es más, podríamos decir que los templos y las estatuas antiguas son las fotografías de la época.

Pero no solo hace parte de nuestra Historia lo que escribimos o lo que podemos ver, también lo que escuchamos. A esto se le denomina tradición oral y es cuando nuestros abuelos se sientan a contarnos cómo era el mundo y a su vez ellos, cuando niños, se sentaron a escuchar a los suyos. Este tipo de conocimiento comunica, expande y, lo más importante, guía a las nuevas generaciones.

Pero hablemos de la escritura. En ella reposa la mayor parte del conocimiento adquirido a través de los tiempos, no solo porque es lo actual sino, también, porque de lo anterior se ha escrito mucho.

Pero, ¿quién hizo la Historia?

La Historia la hemos hecho todos, desde el inicio del primer hombre hasta nosotros, la Historia no se hace, se narran los hechos históricos, acudiendo a diversas fuentes, como escritos, vestigios, ruinas, todo lo que ha elaborado el ser humano durante su estancia en la Tierra. Cada una de estas cosas cuentan una historia, cómo y dónde vivíamos, qué comíamos. Todo lo hallado nos habla, como los dibujos de la cueva de Altamira (actual España) que representan cómo vivía el hombre, de qué animales se alimentaba, en pocas palabras, lo que hoy denominamos cultura.

De igual forma, se narran hechos que cambiaron y cambian la vida cotidiana de la humanidad, guerras o descubrimientos, como el fuego o la rueda, qué se hizo con ello, entre muchas otras cosas.

¿Y quién autoriza o da el título de historiador a los historiadores?

Este se gana. Muchos han escrito y pre-escrito hechos históricos, pero no todos son historiadores. Se es historiador cuando a un hecho se le preguntan cosas, qué sucedió con él, en qué afectó la vida de los seres humanos, si la "mejoró o empeoró", es decir, un historiador es un hombre que pregunta y, en especial, que interpreta.

Pensemos, por ejemplo, en la rueda. Una mirada dice que le sirvió al hombre para llegar más lejos en el planeta facilitando el transporte, otra dice que sirvió para hacer carrosas de combate o tanques; unos y otros dan su juicio, según la pregunta que le estén haciendo al hecho.

El historiador es un científico, pero de las ciencias humanas, donde no sólo se busca precisión, como en la ciencia exacta, sino transformación de mentalidades. La Historia no sólo es la narración de hechos, también es pensamiento, de ahí que de un mismo hecho se puedan leer distintas versiones.

Entonces, ¿cómo podríamos tener certeza y confiar en lo escrito?

Esto se logra contrastando información, es decir, comparando lo que varios autores interpretaron del mismo hecho.

La Historia, ya sea escrita o la que vemos en templos y estatuas o escuchamos de nuestros abuelos, o la que nos cuenta el arte, debe de ser preservada, pues revela lo que fuimos y lo que somos. Por ello, abre bien los sentidos, pues cuando veas un edificio o un parque antiguo en la ciudad podrás trasladarte en el tiempo, de igual forma cuando leas o escuches algo podrás sentir lo que sentían los hombres y las mujeres de otras épocas, analizarlo, interpretarlo y profundizar en el

¿Qué inspiró a los artistas a pintar?

Luz Imelda Ramírez, doctora en Historia del Arte, nos ayuda a entender ¿qué inspiró hace tantos años a los primeros artistas a pintar? y ​¿qué es lo que hoy en día inspira a los nuevos pintores y escultores?​

Pregunta: Daniel Mauricio Bulla Arias, 14 años.

Responde: Stefanía Rodríguez Campo, estudiante de Ingeniería Matemática.

​Asesora: Luz Imelda Ramírez, doctora en Historia del Arte.

 

Cada que conozco una ciudad, lo primero que hago es ir corriendo a ver un museo. Siempre hay artistas diferentes; los pintores son los que más me gustan. Esta semana fui al MAMM, el Museo de Arte Moderno de Medellín. Allá hay una exposición que se llama Deseo y tormento, son obras del pintor y dibujante Luis Caballero. Cuando entré en ese largo salón, me sentí en otro mundo, nadie existía porque yo estaba inmersa intentando entender qué había detrás de esos cuerpos que contaban historias.

Hace muchos años, antes del siglo XVIII,  el arte y la ciencia estaban muy unidos, pues en ese tiempo se pensaba en una construcción matemática del universo, es decir, todos creían que dios había creado un mundo perfectamente geométrico, las flores tenían formas asombrosas y los colores que las acompañaban bailaban en sus pétalos. La obra de dios estaba presente en todas partes, era la naturaleza. Dentro de esta habitaba la ciencia buscando comprenderla y explicarla, y el arte procuraba representarla. Entonces, los pintores de la época eran sorprendidos al recibir un aliento. La inspiración se entiende como un brote de creatividad, algo irracional, y significa eso: ¡recibir un aliento! En esa época los pintores recibían un soplo divino, como una idea que surgía en sus cabezas, para pintar la naturaleza que los rodeaba. Para ellos esto representaba lo bueno y lo bello. Y como la obra de dios incluía a los seres humanos, también pintaban el cuerpo humano.

En el siglo XVIII empieza una separación del arte y la ciencia, y nace la idea del individuo, de seres que hacemos parte del mundo, pero que tenemos una identidad que nos define. Entonces los pintores empiezan a preocuparse por la belleza, es esa su nueva inspiración. La naturaleza es bella, pero hay muchas otras cosas que también lo son. Ellos pintaban objetos, lugares, personas que agradaran a los ojos, sin ninguna otra finalidad que la contemplación, que la admiración de lo bello.

Años después, y hasta nuestros días, los pintores desbordan la belleza. Desbordar la belleza es sobrepasarla, es dejarse inspirar por lo sublime, en donde aparece una posición moral; en otras palabras, el pintor quiere decir algo en su obra, denunciar algo, comunicar algo en su experiencia estética.

Ahora, ¿cómo logra darle forma el pintor a su inspiración?, ¿qué hay detrás de esa inspiración?, ¿será que todas las personas pueden recibir ese aliento?, son preguntas que quedan sobre la mesa. Un aliento llega a través de olores, formas, colores, pero es la forma como esta inspiración abraza el lienzo y construye imágenes lo que permite apreciar la obra artística.

El arte en general tiene una función social; la pintura es una expresión artística que habla del mundo a través de diferentes formas y con diversos colores, para contarnos una historia de él. El artista tiene entonces un gran deber, en su obra queda plasmada la realidad, o una versión de esta, en donde tiene la libertad de sentar un punto de vista y generar debate, pensamiento y opinión; un pintor es un agitador de conversación sobre el entorno en el que habitamos.​

¿Cómo se creó la atmósfera?

Pregunta: Juan José Correa, 11 años. ​

Responde: Tatiana Restrepo, estudiante de Comunicación Social.

Asesores: Hana Londoño Oikawa, estudiante de Biología y Lina Correa Agudelo, bióloga molecular.

​La atmósfera, esa capa de gas que todos sabemos que nos protege del Sol, es una de las particularidades de nuestro planeta que hacen posible la vida tal y como la conocemos. ¿Cómo se formó esta heroína terrestre? 

¡Espera! Antes de explicar cómo se formó la atmósfera, es necesario saber exactamente qué es. La atmósfera es la      capa de gases que rodea un cuerpo celeste. En la Tierra, tenemos nuestra propia atmósfera, compuesta principalmente por nitrógeno, oxígeno, argón y dióxido de carbono. ¡Y claro! Agua, que la vemos en forma de nubes junto con otras compuestos como polvo, polen y dióxido de carbono,  residuo de la respiración y de las reacciones de combustión. 

Sin embargo, nuestra atmósfera es más que gases, polvo y agua. De hecho, sin ella no sería posible la vida en la Tierra. Ella se encarga de protegernos de la radiación solar ultravioleta, controla la temperatura del planeta y evita el ingreso de meteoritos.

Ahora, no todas las atmósferas son iguales. Hay unas profundas, como la de Saturno, que tiene 30.000 kilómetros desde la base del planeta hasta la última capa; o la de la Tierra, que es tres veces más pequeña, con 10.000 kilómetros de profundidad. 

Lo cierto es que la atmósfera define muchas de las condiciones superficiales de un planeta, y todas son distintas. En el caso de nuestra atmósfera, tiene cuatro capas: la primera es la tropósfera, rica en oxígeno y vapor de agua. En ella es donde ocurren muchos fenómenos meteorológicos que conocemos: lluvias, vientos y nevadas. Llegar hasta su límite solo es posible con un avión especializado, capaz de alcanzar grandes altitudes.​

​La segunda capa es la estratósfera, un lugar seco y sin fenómenos meteorológicos al que no pueden llegar los aviones, porque no hay aire suficiente para sostenerlos, pero sí los globos aerostáticos. 

​Le sigue la mesósfera, la capa por la que pasan las estrellas fugaces, es decir, los meteoroides que se han desintegrado en la termósfera​, la penúltima capa de la atmósfera terrestre, y en la que suceden las auroras boreales; en ella, además, orbitan los transbordadores. Por último, queda la exósfera, que junto a las otras capas protegen y regulan la vida terrestre.  

Imagen de Um gajo importante (trabajo propio), via Wikimedia Commons. disponible aquí​. 

La atmósfera terrestre se creó hace aproximadamente 4.500 millones de años en un proceso que puede dividirse en 4 etapas.

Ahora, ¿cómo se creó la atmósfera terrestre? Lo primero que hay que tener en cuenta es que no siempre fue el ambiente ideal para la formación de vida, como lo es hoy. Hace aproximadamente 4500 millones de años la Tierra era un planeta geológicamente muy activo. Tantas emanaciones volcánicas formaron la atmósfera primitiva, que e su mayoría estaba compuesta por vapor de agua, dióxido de carbono, azufre y el nitrógeno. En este punto, el oxígeno era apenas presente y aún no existían los océanos. 

En la segunda etapa, al enfriarse la Tierra, el vapor de agua se condensó y formó los océanos. ¡Llovió por mucho tiempo! Y al caer el agua, el dióxido de carbono reaccionó con las rocas de la corteza terrestre para crear los carbonatos -(CO32−), fundamental para que luego se formara la vida, y también para que los ​mares sean salados, como hoy ocurre.

En la tercera etapa, hace aproximadamente 3.500 millones de años, aparecen bacterias, capaces de realizar la fotosíntesis, es decir, de producir oxígeno.  Lo anterior​​ facilitó el desarrollo de la vida marina.

 

Foto de NASA Earth Observatory [dominio público], via Wikimedia Commons​.

Una vez la atmósfera obtuvo el oxígeno suficiente, se dio la cuarta etapa, en la que la atmósfera, y un conjunto de muchas otras variables ambientales, crearon las condiciones necesarias para la evolución de grandes organismos, como los animales capaces de respirar aire. ​​

Así llegamos a la atmósfera actual que contiene los gases creados en cada una de las fases anteriores. Estos se mantienen en movimiento por los vientos y las lluvias, permitiendo a los humanos, y al resto de organismos vivos, respirar. Por esta razón, sin ellos no habría vida en el planeta. ​

¿Para qué sirven los periódicos?

Los periódicos fueron inventados hace muchos años y aún en la actualidad se siguen produciendo, pero ¿con qué propósito fueron inventados? ¿Este propósito ha cambiado con el tiempo?​​


Pregunta: Iván Santiago Giraldo Cerón, 14 años, I.E. INEM José Félix de Restrepo​.

​​Responde: Juan Gonzalo Betancur, periodista y magíster en Estudios Humanísticos de la Universidad EAFIT.

Los periódicos son un rasgo esencial de la sociedad occidental moderna, pero ¿por qué existen los periódicos? Entrevistamos a Juan Gonzalo Betancur, periodista y docente del pregrado de Comunicación Social de la Universidad EAFIT, para que nos respondiera esta y otras dudas acerca de este medio de comunicación.

Estos son dos de los primeros periódicos publicados en Medellín, El Sendero de 1895, y el Ariete de 1896.

"Los periódicos existen por el deseo de la gente de comunicarse, de informar e informarse. El periódico, como lo conocemos hoy, surgió hace un poco más de 150 años, cuando a mitad del siglo XIX las ciudades comenzaron a crecer y se hizo necesario estar contando lo que iba pasando de forma más precisa. ¿Por qué? El voz a voz en plazas, cafés, calles o actos religiosos ya no eran suficientes para las demandas de datos. ¡Claro! Hay casos mucho más antiguos.

En síntesis, se requería de un sistema de información; después van teniendo otras funciones, como entretener. Comenzamos a ver con el tiempo caricaturas, crucigramas u horóscopos en estas publicaciones que también han prestado funciones educativas".

¿Cómo nacen los periódicos?

Los periódicos grandes nacen en Europa y Estado Unidos, pero la prensa surgió en muchas partes, no se puede hablar de un solo lugar. Además, bajo la modalidad de periódico aparecen muchos formatos como las publicaciones de una sola hoja, escrita por ambos lados; otros eran ilustrados o hechos completamente a mano, así que hay muchos tipos de periódicos.

En Colombia los periódicos comienzan a publicarse a finales del siglo XVIII. El primero en nuestro país fue "El aviso del terremoto", creado precisamente después de un movimiento sísmico.

Para mitad del siglo XIX los periódicos dieron un gran salto dentro de la sociedad, no solo colombiana, sino del mundo. La aparición del telégrafo, la alfabetización de ciertos sectores de las sociedades y el surgimiento de la publicidad ayudaron a consolidar estos medios como una industria de gran importancia para nuestra vida diaria.

Con el paso de los años, los periódicos se han transformado. Hoy, por ejemplo, ya no solo hablamos de medios impresos, sino también de digitales. Esta incursión de la palabra escrita a otros medios, no solo ha significado un paso del papel a la pantalla, también ha modificado el tiempo y la actualidad en las noticias.

¿Para qué sirven los periódicos?

A diferencia de la voz, la escritura marca y crea un registro de todo lo que sucede. Da certeza sobre un hecho en el tiempo y evita que la información se distorsione cuando pasa de una persona a otra. Además, la palabra impresa hace que las cosas se mantengan en el tiempo, o en el caso de las ciudades, evita que la información se vuelva chisme.

Sin embargo, esto también puede ser un problema porque lo que queda escrito, también se vuelve una verdad, pero no hay una sola verdad en el mundo. Esta ha sido una de las críticas que ha recibido siempre la prensa, porque puede tender a dar las verdades que le interesan a los poderosos, los dueños del periódico o a determinados grupos de interés.

A mediados del siglo XVIII, los jesuitas solicitaron al gobierno colonial autorización para traer una imprenta que se empleó para la producción de novenarios y hojas sueltas que circulaban esporádicamente. Los primeros periódicos oficiales fueron la Gaceta de Santafé (1785) y el Papel Periódico de Santafé (1791), El Redactor Americano (1806-1808).

El Alternativo del Redactor Americano, que se puede ver en estas imágenes, fue publicado entre  1807 y 1809. Sus hojas son de algodón, y ese publicaba encuadernado, lo que ayudó a su conservación. Estas imágenes fueron tomadas de la colección de la Sala Patrimonial de la Universidad EAFIT.

Retos de la libertad de prensa en Colombia     

El 3 de mayo se celebró el Día Mundial de la Libertad de Prensa, y quisimos aprovechar la oportunidad para consultarle a un periodista experimentado cuáles cree que son los retos de la libertad de prensa en Colombia. Esta es la respuesta de Carlos Mario Correa​, periodista y docente del pregrado de Comunicación social de la Universidad EAFIT.​​​​​​

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¿Para qué se inventaron los instrumentos musicales?

P​regunta: Laura Alejandra Arias, 13 años.

Responde: Yeison Medina.

Asesor: José Raúl Pinoargote, cantautor y guitarrista.

La historia de la música y de la creación de los instrumentos musicales es tan remota como la misma historia del hombre, pero no nos quedemos con esta afirmación. Solo imaginemos que al hombre siempre lo ha acompañado el sonido, ya sea con el trinar de los pájaros, el roce del viento con las ramas de los árboles, el susurro del mar al ser empujado por las corrientes de aire o el traquetear de los maderos en la llamarada.

Imaginemos un hombre sorprendido y cautivado por la cantidad de sonidos que provienen de la Naturaleza; un hombre que se pregunta de dónde y cómo surgen estos sonidos. Su primera respuesta es imitar.

Su cuerpo se convierte en el instrumento perfecto para imitar los sonidos de la Tierra: golpea el piso con sus pies, choca las palmas de sus manos entre sí o contra su pecho, contra sus muslos, silba, grita, habla, encuentra un lenguaje con el cual comunicarse con estas fuerzas exteriores y que son más fuertes que él.

Volvamos a imaginar. Este hombre es un ser que le teme a la Naturaleza, pero también la necesita. Encuentra en su cuerpo, además de un gran instrumento para imitar sonidos, el lazo que comunica sus ideas y sentimientos con todas las fuerzas circundantes, es decir, con la lluvia, con el cauce del río, con el árbol, con el viento y el sol. Su cuerpo se ha convertido en un instrumento mágico que usa para atraer o alejar las fuerzas de la Naturaleza, según la necesidad.

Pero los sonidos del cuerpo del hombre son limitados mas no su búsqueda y sus necesidades. Descubre que algunos de sus utensilios y armas al ser golpeados, frotados o pulsados emiten sonidos. Imaginemos que se dispone a lanzar una flecha en medio del bosque. Va a cazar un pájaro. Tensiona el arco y lanza. ¡Shuu! La flecha corta el aire y la cuerda del arco vibra en todo su oído emitiendo un sonido agudo. Comienza con uno de sus dedos a mover una y otra vez la cuerda del arco. Unas veces fuerte, otras suavemente; unas veces rápido, otras lento; acaba de adaptar uno de sus utensilios para crear sonidos, su paso siguiente será fabricarlos con diversos materiales, como piedras, maderos, caracoles, huesos, fibras naturales...

En el valle del río Ach, al sur de Alemania, hace 42 mil años, con los huesos de un gran buitre el hombre fabrica una flauta, el instrumento más antiguo hasta hoy conocido. ¿Para qué crees que la fabricó? ¿Para imitar? ¿Para

¿Cómo se crean las olas del mar?

Pregunta: Juan Manuel Sierra, 13 años​​.

Responde: Iván Darío Correa, doctor en Geología Marina.

Iván Darío Correa, doctor en Geología Marina, le explicó a la Universidad de los niños EAFIT cómo se forman las olas en el mar, y aquí te compartimos la respuesta.​

Una ola es una ondulación de agua sobre la superficie del mar. Las olas viajan muchos kilómetros por la superficie del mar a velocidades muy variadas y generalmente mueren en las playas.

Normalmente, las olas se forman por el viento aunque su historia comienza muy lejos, en el Sol. Los rayos del Sol calientan la atmósfera y como unas partes se calientan más que otras,​ se generan los vientos.

Cuando el viento sopla sobre el mar, las partículas de aire rozan a las partículas de agua y se empiezan a formar pequeñas olas de pocos milímetros de longitud, llamadas ondas capilares. Si el viento sopla a lo largo de muchos metros o varios kilómetros, las ondas capilares crecen y se van formando olas mayores, que pueden llegar a tener alturas de hasta 10 o 15 metros, aunque las olas más comunes (las que vemos en las playas) tienen alturas entre 0,5 y 2 m. y longitudes entre 10 y 40 m. 

By Karthik Easvur (Own work), via Wikimedia Commons​

Además del viento, los procesos geológicos, como los terremotos, pueden generar olas más grandes.

Cuando un terremoto rompe el fondo del mar, el cambio brusco de nivel de la superficie del mar genera olas de cientos de kilómetros alrededor de esa zona y se desplazan por el océano a velocidades de hasta 700km/h, similares a las de un avión jet.

Lejos de la costa, los maremotos se desplazan como olas de unos pocos metros, pero cuando se acercan a la costa, la altura de estas olas aumenta entre 10 y 20 m. y se convierten en verdaderas “montañas” de agua que impactan sobre las playas y edificaciones aledañas, causando en muchos casos numerosos desastres.

Hay muchos científicos que estudian ambos tipos de olas, tanto para hacer de la costa un lugar más seguro, como para ver la manera de aprovechar la gran energía de las olas de viento y las corrientes que generan.

Debido al cambio climático global, el nivel del mar subirá probablemente y las olas y maremotos afectarán cada vez más las costas.​

Por esta razón, se han desarrollado diferentes proyectos y técnicas para prevenir y estudiar las consecuencias de estos cambios. Uno de estos proyectos es la construcción de una máquina capaz de generar olas artificiales hasta de cinco metros de alto. Con ayuda de esta máquina se pretende simular el mar y estudiar como afectan las inundaciones, para poder tomar medidas y salvar vidas.​

¿Cómo hacen los volcanes para erupcionar?

Pregunta: Lauren Sofía Giraldo, 13 años.

Responde: Óscar Geovany Bedoya, magíster en Ciencias.

​​​​​Óscar Geovany Bedoya, magíster en Ciencias, nos explica cómo los volcanes tienen la fuerza suficiente para expulsar grandes cantidades de lava, piedras y sedimentos desde el fondo de la tierra.​​

Cuando pensamos en un volcán, la primera imagen que viene a nuestra mente es la de una montaña alta, en forma de cono y con un cráter que expulsa lava y humo. Pero existen muchos tipos de volcanes, incluso algunos que no podemos ver porque se encuentran en el fondo del océano.
Dependiendo del tipo de erupción, estas formaciones geológicas pueden ser responsables de la aparición o desaparición de poblaciones enteras.

Hay lugares en los que una placa oceánica (que está cubierta de agua) y una continental (la que sobresale del agua) se encuentran y se empujan entre sí, provocando el hundimiento de los minerales que conforman la placa oceánica. Estos minerales se calientan y se funden por las altas temperaturas del interior de la Tierra, convirtiéndose en magma. En la mayoría de los casos,  este magma es muy viscoso, se enfría y no sale a la superficie. En el caso contrario, si llega a encontrar una abertura entre esas placas, es expulsado.

Si el magma tiene atrapados muchos gases, la erupción puede ser violenta: pueden producirse explosiones que expulsen el magma (o lava, que es el nombre que recibe al salir a la superficie) lejos del cráter del volcán.

Pero si no hay muchos gases la erupción puede ser más tranquila y la lava puede deslizarse por la pendiente del volcán sin que ocurran explosiones. Dependiendo de lo viscosa que sea la lava, esta puede llegar lejos o no.

Existen otros lugares, la mayoría ubicados en el fondo del océano, donde dos placas se separan entre sí, generando una grieta por la que escapa el magma caliente. Como esto sucede bajo el mar, el peso del agua evita que se generen grandes explosiones y el magma, que se enfría, se va acumulando a los lados de la grieta, formando una cordillera submarina.

Cuando esta cordillera alcanza la superficie del agua se forman islas volcánicas, como Islandia o Hawái, que hoy en día son territorios habitados y visitados.

Ciencia entre montañas

    ¿Qué hacemos?

    Para el fortalecimiento de las competencias de ciencia, tecnología e innovación en el entorno rural de la provincia Cartama, realizamos 960 experiencias de aprendizaje en las que han participado más de 1700 niños y niñas de transición a quinto grado y 73 docentes de las 40 escuelas rurales

    Los contenidos de estas experiencias se enfocan en temáticas del Agro y la Biodiversidad relevantes en este territorio y son lideradas por jóvenes de la región formados desde el proyecto en la metodología y las temáticas que se trabajan. 

    ¿Cómo lo hacemos?

    A través de la metodología de la Universidad de los niños EAFIT, creamos talleres junto a investigadores asesores de la agroindustria y la academia, en torno a dos temáticas principales: Agro y Biodiversidad, acercando a estudiantes y docentes a su contexto desde la mirada de la ciencia y poniendo en conversación sus conocimientos previos y los de sus familias, con el conocimiento producido los investigadores y expertos.

    Los talleres se complementan con la entrega de kits pedagógico en las sedes educativas rurales, para que los maestros puedan seguir implementando talleres y actividades de ciencia, tecnología e innovación.

    Etapas en las sedes educativas rurales 

    En Ciencia entre montañas vivimos tres etapas a lo largo del proyecto en las que los niños y niñas se acercaron a la ciencia, exploraron el territorio y pusieron en práctica los conocimientos construidos durante el proyecto.   

    Imagen Encuentros con la ciencia

    Encuentros con la ciencia

    Talleres inspirados en preguntas formuladas por los niños y niñas y diseñados con la asesoría de investigadores expertos para motivar la curiosidad, el asombro y el disfrute de la ciencia.

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    Imagen Expediciones al territorio

    Expediciones al territorio

    Talleres basados en preguntas formuladas por investigadores expertos en temáticas del agro y la biodiversidad que permiten acercar a los estudiantes al conocimiento que se produce sobre la región.

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    Ciencia en acción

    Los estudiantes viven un proceso de investigación-creación que les permite aplicar lo aprendido en los años anteriores a su contexto más cercano.

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