Mario Alberto Duque C.
Colaborador
Que no le gusta el mundo que le tocó en suerte. Que escribe porque, desde pequeña, le iba bien con las letras y mal con los números. Que entre Jane Austen y Gabriel García Márquez le han dado pistas para sus relatos...
Suyos son los cuentos Caperucita se come al lobo, Olor, Violación y Una segunda oportunidad, entre otros. Es la autora de las novelas Cosquillas en la lengua, Coleccionista de polvos raros... Es Pilar Quintana, caleña, graduada del Liceo Benalcázar (que inmortalizó Andrés Caicedo en ¡Que viva la música!), miembro de esa selección de autores latinoamericanos llamada Bogotá 39. Escribió guiones de televisión, se aburrió de todo y se fue a viajar por el mundo. Regresó. Construyó un hogar en una playa del Pacífico colombiano. Volvió a la ciudad. Escribió La perra, su cuarta novela, con la que obtuvo el primer lugar en el IV Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana (PBNC) que promueven EAFIT, el Grupo Familia y Caracol Televisión.
“Quintana recrea el ambiente de un pequeño poblado en el Pacífico colombiano en el que de manera natural van surgiendo los elementos que conducen a la tragedia íntima del personaje”, dice el acta del jurado, que estuvo presidido por el escritor peruano Alonso Cueto.
"La perra es la historia de una maternidad frustrada y, al mismo tiempo, es la historia de una persona buena que comete un acto terrible. No diré cuál para no hacer spoiler".
¿Por qué el Pacífico?
Porque viví nueve años ahí y, de vuelta en la ciudad, sentí la necesidad de recrear ese lugar. Tenía tanta nostalgia que quise hacerlo vivir en las páginas para volverme a sentir en él.
Luego de ser madre descubrí que ahí, en el deseo de la maternidad, en el embarazo, en el posparto, en la intensidad del amor por mi hijo, era donde más animal y llena de impulsos e instintos había sido jamás.
Los animales, la región, las personas, las cosas... ¿Se podría decir que La perra es una historia sobre el abandono?
La perra es la historia de una maternidad frustrada y, al mismo tiempo, es la historia de una persona buena que comete un acto terrible. No diré cuál para no hacer spoiler. Pero yo creo que en esa historia tan sencilla se cruzan muchos temas: la soledad, la frustración, la pregunta sobre si el amor de las madres es incondicional y, claro, también el abandono.
Se alaba en la novela la sencillez del lenguaje. ¿Cómo fue el proceso para lograrlo?
Fue un proceso muy largo y de depuración. La reescribí varias veces y, en cada una, desnudaba cada vez más el lenguaje.
Habló de un proceso de reescritura. ¿Qué tanto cambió la idea original hasta la versión final del libro?
Desde el principio la historia fue siempre la misma: una mujer que llega a los cuarenta y como no ha podido tener hijos adopta a una perrita. Los sucesos de esa historia no se modificaron en la reescritura. El relato sí: la forma en que la contaba, el lenguaje, el orden de algunos pasajes, el énfasis que le daba a un evento o a otro.
La maternidad es, sin duda, uno de los temas presentes en La perra. Incluso, dijo en alguna entrevista que necesitó ser madre para escribir La perra. ¿Qué tanto cambió su manera de ver el mundo el hecho de ser mamá? ¿Siente que esa condición afectará su obra?
La maternidad es la más intensa de todas mis experiencias. Siempre me interesó mucho el tema de la animalidad del ser humano y creo que por eso escribí mucho sobre sexo. Pensaba que en el sexo era donde más animales éramos. Luego de ser madre descubrí que ahí, en el deseo de la maternidad, en el embarazo, en el posparto, en la intensidad del amor por mi hijo, era donde más animal y llena de impulsos e instintos había sido jamás. Entonces me parece que en la maternidad hay una fuente interminable de historias.
Queda la sensación de que sí, la naturaleza allí es agreste, es difícil, se “traga” a la gente y a las casas... Pero que es aún más cruel la naturaleza humana. ¿Quiso hacer visible expresamente esa crueldad en las personas?
Mi intención era mostrar la naturaleza como yo la veo: agreste, pero al mismo tiempo generosa, terrible y bella a la vez. Nosotros, las personas, no somos ajenos a eso, pues también somos naturaleza.
Encuentro también cierto estoicismo en Damaris, o resignación quizá, para aceptar las cosas como vienen, como las puede traer la marea y ya está. ¿Podría ser La perra un retrato de un país resignado?
Damaris es Damaris. Nunca quise hacerla un símbolo de nada.
¿Cuáles son las fuentes de las que se nutre su literatura?
En mi caso, la memoria y las emociones. Escribo sobre las cosas que me pasaron y las que, de algún modo, me marcaron o impactaron.
Hay autores que brindan respuestas para la vida y otros dan soluciones para los problemas literarios o estilísticos. ¿Cuáles son los suyos? De los primeros y de los segundos, claro.
No creo que uso la literatura para encontrar soluciones a los problemas de la vida. Para eso me parece mucho más efectivo el terapeuta. En cambio, a lo largo de la vida sí he tenido grandes maestros que me han enseñado técnicas y me han mostrado el camino cuando escribo. A los que más les debo son: Jane Austen, Gabriel García Márquez, Andrés Caicedo, Ernest Hemingway, Charles Bukowski, Kurt Vonnegut, Laura Restrepo y Tomás González.
Sí creo que los libros deben cuestionar e incomodar a los lectores, hacerles preguntas que evitan hacerse y mostrarles realidades que no quieren ver
¿De dónde viene su necesidad de escribir?
De pronto es porque en el colegio era mala en matemáticas y buena para las letras. O porque era fea y entonces me decían que era una niña muy inteligente. O porque no estoy conforme con el mundo ni la vida que me tocó en suerte y entonces invento ficciones para escapar de ellos.
¿De dónde vienen las ideas de Pilar Quintana? ¿Sus inquietudes?
De las experiencias y la realidad.
¿Le falta a Colombia contar sus regiones en la literatura? ¿Contar más sobre Cali, o Medellín, o Pereira...?
Yo creo que hay grandes autores y grandes historias de las regiones. García Márquez contó el Caribe; José Eustasio Rivera, los llanos y la selva; Jorge Isaacs, el Valle del Cauca y el Pacífico. Eso en cuanto a los clásicos. Los contemporáneos también escribimos desde y sobre las regiones. Los libros de Tomás González son sobre paisas; los de Ricardo Silva y Juan Gabriel Vásquez, sobre bogotanos; la última novela de Octavio Escobar pasa en Manizales; la mayoría de los míos transcurren en Cali y La perra en el Pacífico. Hay muchos más ejemplos.
¿Pesa ser mujer en la literatura?
Sí, como en la vida.
¿Necesita feminismo el arte?
En el arte, como todas las demás instancias de la sociedad y la vida, las mujeres hemos tenido que alzar nuestra voz para ser tenidas en cuenta y abrirnos camino. En eso el feminismo ha sido fundamental. Ahora, ¿se necesitan obras cuyos contenidos sean feministas o pretendan educar a los lectores en el feminismo? No sé. Cada artista, cada escritor, tiene sus preocupaciones y la libertad de abordar los temas como mejor le parezca. Yo, personalmente, no creo en las obras discursivas ni las que pretenden educar.
¿Cómo es eso de que necesita de incomodidad para escribir?
No sé si necesito incomodidad para escribir. Pero creo que la incomodidad no hace daño para escribir, que no es necesario que todo alrededor esté perfecto (la casa limpia y ordenada, el niño en el colegio, los compromisos cancelados) para poder sentarse a escribir. Como dicen los paisas, maluco también es bueno.
¿Le gusta incomodar con sus relatos? Lo pregunto por Caperucita se come al lobo y ese enredo con los colegios chilenos de hace unos años.
En el sentido en que lo está preguntando, no. Lo último que yo quería era que se armara un escándalo, retiraran mi obra, la condenaran y hablaran mal de ella. Pero sí creo que los libros deben cuestionar e incomodar a los lectores, hacerles preguntas que evitan hacerse y mostrarles realidades que no quieren ver.
Escribió para televisión, pero, ¿influye la televisión en lo que escribe? La he oído y leído mencionar a Los Soprano, a Hechizada... ¿cuáles series la han atrapado?
La televisión fue mi escuela. Gracias a mi trabajo en televisión aprendí a contar historias de un modo efectivo. La serie que más me ha gustado es Los Soprano. También me gustaron, especialmente, Breaking Bad y True Detective.
Leí que no escoge los temas de sus novelas, que son estos quienes la escogen a usted... ¿Dónde la han encontrado esos temas?
¿Dónde? En los libros, en los cuentos, en las cosas que escribo, en mis cuadernos, las notas de bloc del teléfono y las páginas de Word del computador.
¿Siente que algún tema la está esperando, que aún no es tiempo de que la escoja, pero que está allí, acechándola?
Siempre estoy pensando en historias para escribir. Tengo libretas llenas de apuntes e ideas. A algunas les llega el momento y crecen y se convierten en cuentos y novelas. Algunas terminan publicadas. Muchas terminan en la basura. Otras nunca llegan a concretarse y se quedan para siempre ahí. Nunca sé cuál de esas muchas ideas va a llegar a feliz término.
Viajar por el mundo para escribir sobre el terruño. Vivir en la selva, pero irse de ella para poder escribir sobre ella. ¿Hay que irse para poder ver bien aquello que se quiere retratar en la literatura?
No sé si sea necesario irse, pero para mí es necesario poner algún tipo de distancia, que puede ser geográfica o de tiempo, en cualquier caso una distancia que me permita alejarme de los eventos y las personas reales para poder trabajar sobre ellos, moldearlos, tergiversarlos y convertirlos en ficción.
Entre los excesos (de silicona, de apariencia) de Coleccionistas de polvos raros y el abandono de La perra. ¿Cuál es el país que reside en la literatura de Pilar Quintana?
Colombia con todas sus complejidades y violencias. Y dentro de Colombia, Cali, que es mi ciudad, y las regiones de Colombia que he habitado: el Pacífico y Bogotá.
¿La selva o la ciudad?
Las dos.
¿Cali o Bogotá?
Las dos.
¿Colombia o el extranjero?
Colombia.
¿Un libro para llevar a la selva?
La vorágine, de José Eustasio Rivera.
¿Una película para ver sola?
Matar a Jesús, de Laura Mora. Es buenísima para verla sola o acompañada, en cine o en video, en la calle o en la casa. La vi el día que se estrenó y ya quiero que salga en video para repetírmela y verla con mi esposo, que no pudo ir conmigo a la premier.
¿Para qué los premios literarios?
Para promover la lectura y dar reconocimiento a los escritores.
¿Por qué participar en el Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana?
Apenas tiene cuatro ediciones y es uno de los premios más prestigiosos en Colombia. Tiene una bolsa muy atractiva. La gente se interesa por los libros que quedan de semifinalistas, de finalistas y por el que gana. La pregunta es: ¿Por qué no participar en ese premio?
Los escritores finalistas
La elección se hizo entre las obras Juego de memoria, de Humberto Ballesteros; Hay días en que estamos idos, de Andrés Mauricio Muñoz; y La perra, de Pilar Quintana.
El grupo de jurados estuvo liderado por un escritor internacional, que en esta oportunidad fue Alonso Cueto. El novelista peruano estuvo acompañado del empresario Ricardo Sierra, presidente de Celsia; la bibliotecaria Ana Roda, exdirectora de la Biblioteca Nacional; la académica Sonia López Franco, docente de la Escuela de Humanidades de EAFIT; y el escritor colombiano y crítico literario Mario Jursich.
El Premio, en sus ediciones anteriores, ha sido entregado a los escritores Juan Esteban Constaín, por su obra El hombre que no fue jueves (2014); a Andrés Felipe Solano por Corea: apuntes desde la cuerda floja (2015); y a Patricia Engel por Vida (2016).