¡Más potencia, más ciencia! Así se renueva Apolo, la supercomputadora de EAFIT
Con Apolo 3, el Centro de Computación Científica de EAFIT da un salto tecnológico. Esta nueva versión duplica su capacidad de procesamiento y almacenamiento, abriendo nuevas posibilidades para desarrollar modelos de inteligencia artificial, hacer predicciones, entre otras tareas.
Además de su potencia, Apolo 3 es más eficiente energéticamente y puede atender a más usuarios. Esta infraestructura informática se integra al ecosistema de investigación de la Institución para facilitar simulaciones avanzadas, agilizar procesos y reducir los costos de los proyectos científicos.
En el cuarto piso del bloque 19 de EAFIT, entre gabinetes, cables y un sistema de aire acondicionado de precisión, se encuentra el corazón tecnológico que impulsa buena parte de la ciencia que allí se produce: Apolo. Este Centro de Computación Científica, que nació hace más de una década, ha evolucionado silenciosamente hasta convertirse en una de las infraestructuras más potentes de su tipo en la región. Ahora, con la llegada de su tercera versión —Apolo 3—, que cuenta con mejor capacidad de procesamiento y almacenamiento, múltiples disciplinas podrán abordar problemas complejos que requieren análisis detallados.
“La versión más reciente representa una importante actualización tecnológica. Ofrece más capacidad de cómputo, mayor eficiencia energética y puede atender a más usuarios. Esta mejora es clave para enfrentar nuevos desafíos como el desarrollo de modelos de inteligencia artificial, predicciones del clima y del tráfico, el análisis del crecimiento urbano, innovaciones en agricultura y productividad, entre otros”, afirma Edison Valencia Díaz, profesor de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería de EAFIT, quien pronto asumirá la coordinación del Centro.
La función principal de Apolo es apoyar el trabajo con grandes volúmenes de datos y cálculos complejos que, en una computadora común, podrían tardar años en completarse y resultarían demasiado costosos. Esta capacidad es útil en estudios sobre el impacto del cambio climático, investigaciones sobre las ciudades en el futuro, desarrollo de nuevos medicamentos y tratamientos, alimentos más saludables, técnicas agrícolas sostenibles, estrategias para reducir la contaminación, entre muchos otros temas.
“En la supercomputación se aprovechan las características de los datos y de las operaciones para dividir las tareas entre múltiples unidades de procesamiento de manera paralela. La principal diferencia entre la supercomputación y los servidores y equipos convencionales es que los equipos de supercómputo están optimizados para realizar cálculos con mayor eficiencia”, explica Juan Guillermo Lalinde Pulido, profesor e investigador eafitense del Área de Ciencias Fundamentales, quien ha sido coordinador científico del Centro de Computación Científica Apolo.
Para Laura Sánchez Córdoba, coordinadora técnica del Centro, esta nueva versión representa un salto cualitativo en el poder de cómputo disponible para la comunidad académica y científica de la Universidad, así como para aliados y usuarios de la industria: “A nivel de aceleración, este nuevo clúster incorpora dos GPUs NVIDIA H100 NVL, consideradas actualmente como unas de las más potentes del mercado para aplicaciones en inteligencia artificial, cómputo de alto rendimiento (HPC) y simulaciones físicas. Estas reemplazan a las 4 GPUs K80 y 3 V100 del sistema anterior, cuya arquitectura ya no estaba alineada con las exigencias actuales de eficiencia, ancho de banda y soporte de bibliotecas modernas”.
El equipo que opera el Centro de Computación Científica Apolo está conformado por profesionales y estudiantes de pregrado en Ingeniería de Sistemas e Ingeniería Matemática. Este grupo se encarga de la administración y mantenimiento del sistema, la instalación de software científico y la atención personalizada a los usuarios. Gracias a esta estructura organizativa, junto con un monitoreo constante las 24 horas del día, Apolo no solo es una infraestructura poderosa, sino también una herramienta confiable, estable y adaptada a las necesidades del presente y del futuro de la investigación.
Una historia que se escribe desde 2012
El Centro de Computación Científica Apolo comenzó su historia en 2012 con una donación de Purdue University, y desde entonces ha evolucionado con base en tres principios fundamentales: facilitar el acceso a los investigadores sin necesidad de conocimientos técnicos avanzados, ofrecer acompañamiento especializado y ser un espacio formativo para estudiantes.
El profesor Juan Guillermo Lalinde lo resume así: “Apolo, al ser la primera infraestructura informática que EAFIT pone a disposición de sus investigadores, ha tenido un papel fundamental en la transformación de la cultura de investigación, al permitir ejecutar simulaciones que aceleran los procesos científicos. Actualmente, muchos grupos de investigación utilizan los recursos del centro, y también se está ofreciendo el servicio a estudiantes y emprendimientos para promover el uso de la computación de alto rendimiento”.
Uno de los mayores aportes de Apolo ha sido democratizar el acceso a esta tecnología. En el pasado, los investigadores debían adquirir sus propios equipos y encargarse de su gestión. Hoy, pueden acceder a un sistema compartido, eficiente y respaldado por un equipo técnico especializado, lo que ha permitido ampliar el alcance de sus proyectos.
El Apolo fue una pieza esencial para avanzar en las investigaciones de la Alianza Genómica de Medellín, en donde EAFIT, la Universidad de Antioquia y la Universidad Nacional, unieron esfuerzos para impulsar un proyecto de secuenciación del genoma humano de personas mayores de 100 años. En este caso, la Institución puso al servicio el supercomputador para la depuración de datos masivos generados en el transcurso de la investigación. También resultó fundamental para una investigación del Grupo CIBIOP (Centro de Estudios de Investigación en Biotecnología) acerca del Efecto de modificaciones de las cadenas carbonadas sobre el comportamiento elástico y de fase de bicapas lipídicas mediante dinámica
molecular. Otra investigación en la que el Apolo resultó fundamental, fue la investigación sobre gusanos antárticos, realizada por científicos de EAFIT y la UdeA, uno de los aportes de la Universidad fue el análisis bioinformático de los datos recolectados.
La experiencia acumulada no solo ha fortalecido el desarrollo de Apolo como recurso estratégico de la Vicerrectoría de Ciencia, Tecnología e Innovación, sino que también ha contribuido al posicionamiento de EAFIT en escenarios internacionales. Esta trayectoria ha sido posible gracias a una visión clara: permitir que los investigadores se concentren en sus preguntas científicas, mientras el centro les brinda el soporte técnico necesario. Como lo expresa el profesor Edison Valencia, “Apolo no es solo una infraestructura: es una invitación a crear, descubrir y transformar. Y si lo hacemos juntos, la ciencia será la fuerza que sostenga lo mejor de este mundo: la vida”.
