EAFIT lanza nuevo pregrado en Ingeniería Industrial con enfoque en analítica de datos y finanzas

Mayo 7, 2025

Con una conversación entre líderes de diferentes organizaciones de la industria y el país, este jueves 8 de mayo, en el auditorio 19-501, EAFIT presenta su nuevo pregrado en Ingeniería Industrial, un programa concebido para formar profesionales capaces de diseñar, planear y operar cadenas de suministro sostenibles y competitivas. 

El programa se destaca por su pertinencia frente a los cambios globales y las nuevas dinámicas empresariales. La articulación entre teoría y práctica, mediante la solución de retos, problemas y proyectos reales, fortalece el aprendizaje experiencial y el desarrollo de competencias.

EAFIT presenta su nuevo pregrado, en Ingeniería Industrial, un programa que iniciará oficialmente a partir del segundo semestre de 2025. Esta iniciativa es el resultado de una investigación sobre las tendencias del mercado global, las demandas de la industria y los avances científicos y tecnológicos, con el objetivo de brindar una propuesta formativa pertinente y alineada con las necesidades actuales del entorno.

Carlos Alberto Castro Zuluaga, resalta el enfoque diferencial del programa: “Hacemos énfasis en la aplicación de analítica, la parte computacional y las finanzas para la toma decisiones a lo largo de una cadena de suministro. No solo desde el punto de vista numérico, sino validando que estas decisiones generen un impacto financiero positivo”, afirma.

Este pregrado tiene como propósito formar profesionales capaces de liderar organizaciones, optimizar procesos y generar valor tanto en el ámbito empresarial como en el social. Para ello, se fundamenta en un enfoque integral que articula conocimientos en analítica, automatización, sostenibilidad, pensamiento estratégico y finanzas, con énfasis en el diseño, planeación y operación de cadenas de suministro sostenibles y competitivas.

Uno de los aspectos más destacados del programa es su flexibilidad curricular: cerca del 47 % de los créditos, a partir del sexto semestre, son flexibles. Esto significa que los estudiantes podrán seleccionar materias del Núcleo de Formación Institucional (NFI), Trayectorias Disciplinares, Trayectorias Flexibles, Líneas de Énfasis y el Periodo de Práctica, de acuerdo con sus intereses, gustos y objetivos profesionales.

“Contamos con una estructura curricular que permite a cada estudiante construir su propio camino, eligiendo trayectorias de profundización o electivas que lo lleven exactamente a donde desea: analítica, finanzas, sostenibilidad, operaciones o logística”, señala Paula Alejandra Escudero Marín, profesora y coordinadora del Grupo de Investigación en Analítica y Cadena de Suministro de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería de EAFIT.

El programa también incorpora proyectos integradores que buscan conectar los aprendizajes académicos con desafíos reales de organizaciones y empresas. Estos espacios promueven el trabajo interdisciplinario, el pensamiento crítico y el liderazgo, competencias esenciales para desenvolverse en un entorno empresarial cambiante, digitalizado y global.

“El aprendizaje experiencial está presente en todos los proyectos, no solo en la parte disciplinar obligatoria, sino también en las trayectorias. Esto permitirá a los estudiantes aplicar lo aprendido a través de la solución de retos, proyectos y problemas reales”, afirma el profesor Carlos Alberto. 


En cuanto al perfil del egresado, se espera que los profesionales formados en este pregrado estén en capacidad de resolver problemas complejos en los niveles estratégico, táctico y operativo. Además, podrán desempeñarse en empresas de manufactura y servicios, en áreas como operaciones, logística, consultoría, asesoría, planeación, control y dirección de la cadena de suministro.


Un programa diseñado con visión estratégica


Este nuevo programa es el resultado de un proceso de planeación estratégica que comenzó entre 2019 y 2020, a partir de estudios de mercado sobre la ingeniería industrial y de producción. Como parte de ese ejercicio, se propuso la reforma de los diferentes programas existentes, entre ellos el pregrado en Ingeniería de Producción y el diseño del nuevo programa de Ingeniería Industrial, con el fin de ofrecer rutas de formación pertinentes y diferenciadas.


Desde su diseño, el programa se ha nutrido de referentes nacionales e internacionales de alta calidad, incluyendo universidades acreditadas y reconocidas por su experiencia en esta disciplina. Además, ha contado con el acompañamiento de expertos y docentes con trayectoria en la industria, lo que ha facilitado una alineación efectiva entre las competencias académicas y las demandas del mercado laboral.


Según los líderes del proyecto, este nuevo pregrado no solo responde a tendencias educativas globales, sino también a transformaciones profundas en la forma en que operan las organizaciones. “Hoy no basta con que una organización tenga procesos bien definidos. Se espera que quienes los lideren entiendan el negocio, analicen la información, valoren los impactos financieros y sociales, y propongan soluciones sostenibles que generen valor. Eso es lo que busca el pregrado en Ingeniería Industrial de EAFIT: formar profesionales capaces de anticipar el cambio y liderar organizaciones”, destaca la profesora Paula.


El pregrado en Ingeniería Industrial se ofrecerá en modalidad presencial en Medellín, con una duración de nueve semestres y un total de 163 créditos. Las inscripciones ya están abiertas a través del portal institucional, y la primera cohorte iniciará en julio de 2025. Haz clic aquí para más información.

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EAFIT lanza nuevo pregrado en Ingeniería Industrial con enfoque en analítica de datos y finanzas
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La primera cohorte del pregrado en Ingeniería Industrial iniciará clases en julio de 2025.
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Futuro de las finanzas regionales en Colombia 

En Colombia, los departamentos se financian mediante recursos propios y mediante transferencias del Gobierno nacional. A pesar del anhelo de descentralización fiscal, la mayor parte de los recursos con los que cuentan los gobiernos regionales provienen de transferencias del Gobierno central. El recaudo de impuestos y los ingresos de otras fuentes es minoritario. 

Para estudiar este fenómeno, se pueden medir los ingresos corrientes tributarios y no tributarios de las gobernaciones a partir de los datos oficiales del Departamento Nacional de Planeación (DNP) sobre las operaciones efectivas de caja, y luego compararlos con las transferencias recibidas desde el Gobierno nacional. 

Pese a que la brecha entre recursos propios y recursos provenientes de transferencias se ha venido acortando, los departamentos han recibido del Gobierno nacional en promedio 1,43 veces más de lo que están en capacidad de recaudar por sí mismos. En otras palabras, entre los años 2000 y 2023, los ingresos propios de los departamentos representaron en promedio el 41,29% del total de sus ingresos. Pero los datos ocultan una realidad mucho más compleja: la desigualdad en la proveniencia de los ingresos de los departamentos.  

Los departamentos de Colombia se clasifican en categorías fiscales: Cundinamarca, Antioquia y Valle del Cauca son de categoría “especial”, pues concentran una mayor población y obtienen más ingresos corrientes de libre destinación. Otros departamentos se clasifican en las categorías 1, 2, 3 y 4: la categoría 4 es la de menor población y menor nivel de ingreso.  

En los tres departamentos de categoría especial, los ingresos corrientes propios han superado a las transferencias recibidas desde otras entidades públicas. Estos departamentos se benefician de grandes aglomeraciones urbanas e intensa actividad económica, lo que les permite obtener un gran recaudo tributario e incluso desarrollar otras fuentes de ingreso.  

Todos los demás departamentos tienen una realidad distinta. En ellos, las transferencias superan a los ingresos propios. Para poner solo un ejemplo, mientras que Cundinamarca genera el 61% de sus recursos mediante ingresos propios, Amazonas no alcanza a generar el 10%.  

 

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Paisaje rural del departamento de Cundinamarca, Colombia
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Paisaje rural del departamento de Cundinamarca, en Colombia
Un país de regiones 

Las diferencias entre los departamentos de Colombia implican que un cambio en la política fiscal territorial del país puede tener impactos muy distintos en cada región.  

Por lo general, las medidas orientadas a aumentar la autonomía regional fortalecen a departamentos con mayor capacidad de generar recursos propios, como Antioquia, Cundinamarca y Valle del Cauca. Sin embargo, otras entidades territoriales no se beneficiarían en la misma medida, puesto que pueden enfrentar dificultades para incrementar su recaudo tributario. 

En contraste, mantener o fortalecer las transferencias desde la nación hacia los departamentos permite a los departamentos con menor autonomía acceder a recursos cuantiosos que de otra manera no lograrían conseguir.  

Esta opción puede verse como beneficiosa, ya que previene una mayor desigualdad en los ingresos de los departamentos. Sin embargo, los incentivos que este sistema genera no contrubuyen a fortalecer la eficiencia de las administraciones territoriales y pueden limitar la competitividad de los departamentos con mayor dinamismo económico.  

Además, la mayoría de las transferencias del Gobierno nacional tienen destinaciones específicas que limitan la capacidad de las gobernaciones para decidir los rubros en los que es más pertinente invertir estos recursos.

Figura 1. Relación entre Ingresos Corrientes Departamentales e Ingresos por Transferencias, 2000-2023. Las categorías fiscales de los departamentos se definan cada año a partir de datos sobre su población e ingresos corrientes de libre destinación. Elaboración propia a partir de datos del DNP.

 

Por lo anterior, además del debate sobre las fuentes de financiación —dar mayor autonomía para recaudar o fortalecer las transferencias—, también se discute la posibilidad de fortalecer la capacidad decisoria de los departamentos para asignar los recursos a distintas áreas, de acuerdo con las prioridades territoriales. 

Si bien es crucial mantener un adecuado financiamiento de los departamentos para fortalecer la igualdad entre las regiones del país, también lo es permitir que el recaudo propio se fortalezca, para incrementar la autonomía de los departamentos y tener un gasto público más orientado a las necesidades específicas de la diversa geografía nacional.  

En este sentido, nuestra estimación[1] es que un crecimiento del 1% en la producción económica de los departamentos generaría un 0,8% de aumento en el recaudo propio, principalmente a través de los ingresos no tributarios. Es decir, el crecimiento y el desarrollo económico de los departamentos es una buena forma de lograr que estos obtengan mayor autonomía.

 

Autonomía con buen juicio fiscal 

La Ley 617 de 2000 representa una herramienta fundamental para que los departamentos gestionen de forma más responsable sus recursos. Al exponer una categorización basada en dos factores concretos —la población y los ingresos corrientes de libre destinación—, la norma no solo busca ordenar las finanzas territoriales, sino también promover el equilibrio entre los recursos públicos que se recaudan y lo que se gasta en un año fiscal[2]. 

El Estado colombiano, mediante las normas de hacienda pública, orienta a los departamentos a conocer bien su capacidad fiscal y a ajustar su estructura administrativa en función de ella. La posibilidad de cambiar de categoría, según el desempeño financiero, introduce un incentivo claro: aquellos que gestionen sus recursos de manera eficiente tendrán más flexibilidad, mientras que quienes no lo logren, verán limitado su presupuesto destinado a la inversión.  

Es crucial destacar que los recursos que los departamentos pueden administrar con mayor libertad provienen, en su mayoría, de los ingresos propios que generan a través del recaudo de impuestos, por ejemplo, gravando productos como la cerveza, los licores, los cigarrillos y el tabaco, los cuales aportan una parte importante de los ingresos corrientes.  

Los gobiernos departamentales también generan ingresos por concepto de registro y anotación, y mediante el recaudo de impuestos a vehículos automotores. Además, la sobretasa a la gasolina cumple un rol clave, junto con otros ingresos que ayudan a completar el recaudo departamental.

Figura 2. En este mapa, los departamentos de Colombia se muestran más grandes o pequeños según su nivel de Ingresos Propios (Tributarios y No Tributarios) como Porcentaje del Total de los Ingresos Departamentales. Elaboración propia a partir de datos del DNP [4]. 

 

El Artículo 4 de la Ley 617 de 2000 fija topes a los gastos de funcionamiento de los departamentos según su nivel de ingresos. Un departamento de categoría especial puede gastar en funcionamiento hasta el 50 % de sus ingresos de libre destinación, mientras que uno de categoría 3 o 4 tiene que mantenerse dentro del 70 %[2]. 

La normativa también es clara en cuanto a qué ingresos pueden considerarse de libre uso, excluyendo aquellos que ya tienen un destino específico, como las regalías o las transferencias. Estos recursos solo pueden ser usados para un fin determinado y no pueden ser redistribuidos por el Gobierno nacional. Aun así, es necesario darles un manejo adecuado para asegurarse de que realmente respondan a las necesidades actuales. 

Por su parte, las rentas nacionales tienen un destino específico y pueden utilizarse de manera flexible según las prioridades del presupuesto general[3]. Solo existen tres excepciones: las participaciones que la Constitución asigna a departamentos, distritos y municipios; los recursos para inversión social —salud, educación y programas para combatir la pobreza—; y aquellos que deben destinarse a entidades de previsión social o a las intendencias y comisarías.  

En suma, mejorar la forma en que se planea el presupuesto nacional y los presupuestos territoriales es determinante para que los recursos sin un uso fijo se aprovechen al máximo, especialmente en áreas como salud, educación y reducción de la pobreza, sin perder la capacidad de adaptarse a las necesidades actuales.

 

 

Notas
  1. Arias Mejía, J. M., Caicedo Esper, G. F., Acosta Ochoa, S., Salazar Aguirre, J., y Echeverri Valencia, M. F. (2024). Realidades de la descentralización fiscal de los departamentos. En Descentralización y autonomía territorial: El camino hacia adelante. Valor Público, Universidad EAFIT. Disponible en https://universidadeafit.widen.net/s/qpmwlrqldz/descentralizacion-autonomia-territorial
  2. Congreso de Colombia. (2000). Ley 617 de 2000. Esta Ley ajusta aspectos clave de la Ley 136 de 1994 y de la Ley Orgánica del Presupuesto, con la intensión de fortalecer la descentralización y mejorar el manejo fiscal en municipios y departamentos.
  3. Constitución Política de Colombia. (1991). Artículo 359. Establece el principio general de no asignación específica de las rentas nacionales, salvo las excepciones.
  4. Departamento Nacional de Planeación (DNP) TerriData. Disponible en TerriData :: DNP

 

 

Autores

José Miguel Arias-Mejía

Estudiante de la Maestría en Economía de la Universidad EAFIT

Gonzalo Felipe Caicedo-Esper

Profesor de cátedra de la Escuela de Finanzas, Economía y Gobierno EAFIT

Luis Miguel Ocampo-Marín

Experto en CAD y lider de proyectos en urbam EAFIT

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Autor
José Miguel Arias-Mejía; Gonzalo Felipe Caicedo-Esper
Edición
Agustín Patiño Orozco

La sostenibilidad como catalizador de la confianza pública 

La sostenibilidad es protagonista en discusiones públicas y análisis estratégicos de todo tipo de organizaciones. Para entender cómo inciden en la sostenibilidad del planeta, algunas empresas han incorporado análisis de impacto en temas ASG —asuntos ambientales, sociales y de gobernanza—mediante la aplicación de estándares como la Iniciativa de Reporte Global.

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paisaje de Medellín donde se ve el campus de la Universidad EAFIT y el edificio del Bloque 20 de Ciencias
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paisaje de una empresa en armonía con la naturaleza

Los análisis de sostenibilidad como la Iniciativa de Reporte Global —GRI, por sus siglas en inglés—, valoran tanto las externalidades negativas asociadas a la gestión empresarial, así como las contribuciones positivas de la organización que incrementan su credibilidad y confianza en la sociedad.

A partir de la Directiva 2022/2464 de la Unión Europea, se establece un estándar complementario con el concepto de “doble materialidad”, según el cual no sólo es importante reportar la incidencia que las acciones de una empresa tienen sobre temas ASG —materialidad de impacto—, sino también la forma en cómo esos temas afectan el desempeño financiero de la organización, los riesgos que enfrenta y las oportunidades que genera con su gestión, a través de la materialidad financiera.

Los reportes de doble materialidad, que conectan la sostenibilidad con la gestión del riesgo empresarial, son cada vez más relevantes conforme se consolidan los estándares y metodologías respectivas. Lo que queda claro es que hay una progresiva conciencia en el mundo empresarial de la conexión entre la sostenibilidad socioambiental y la sostenibilidad corporativa. En este sentido, será cada vez más importante para las organizaciones desplegar y comunicar sus estrategias de sostenibilidad.

La importancia del valor público generado por una organización no depende sólo de lo que se ha llamado “responsabilidad social empresarial” (RSE), sino también de la importancia que tiene, para una empresa, la percepción que las “partes interesadas” tienen sobre sus acciones y los valores que representan.  

Por ejemplo, casi todos preferimos trabajar en una organización que promueve el bienestar de sus colaboradores, o consumir bienes y servicios provistos por una empresa que contribuye al progreso social. Incluso, en algunos casos, una empresa amigable con el medio ambiente quizás tenga acceso a mejores condiciones de crédito. 

Es en relación con las “partes interesadas” —las personas o entidades que están en la órbita de influencia de la organización— que se definen aspectos críticos de la sostenibilidad y de los riesgos que delimitan el futuro de la empresa. 

La sostenibilidad define el futuro de las organizaciones, en tanto genera compromisos ineludibles con la sostenibilidad de la sociedad y del planeta.

 
Crear valor social desde la empresa 

El papel que desempeñan las organizaciones sociales, no gubernamentales y de la sociedad civil, se ha hecho cada vez más importante en las dos últimas décadas, conforme ganan relevancia los criterios ASG para el buen funcionamiento y la legitimidad de los sistemas económicos. 

Lo anterior sucede por al menos tres razones. Primero, porque hay una zona media indefinida entre la gestión social que corresponde al Estado y la que puede asumirse como propia de las empresas. Segundo, porque hay límites a los aportes que el sector privado puede hacer al bienestar colectivo, al desarrollo productivo y al buen funcionamiento de la sociedad y del planeta. Tercero, porque se han desarrollado herramientas que permiten plantear problemas, diseñar esquemas de intervención —como la teoría del cambio—, y evaluar el impacto y la efectividad de las acciones que emprenden este tipo de organizaciones. Todo esto configura un espacio apropiado para las empresas con propósitos sociales, ya que se les reconoce su rol y se les dota de esquemas conceptuales apropiados para medir el impacto de sus acciones. 

Además, alineando la estrategia organizacional con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y los planes de desarrollo local, las empresas contribuyen colaborativamente al logro de metas públicas. Por ello, las alianzas estratégicas y las prácticas de sostenibilidad y de responsabilidad social empresarial (RSE) desempeñan un papel muy importante en la creación de valor público.  

Las organizaciones orientadas a la creación de valor público generan, no solo valor económico —representado en el desarrollo empresarial y el apoyo a proyectos de infraestructura que mejoran capacidades logísticas y facilitan el comercio y la conectividad—, sino que también generan valor social para diferentes grupos de interés, representado en la promoción y preservación de la cultura, la naturaleza, la inclusión social y la equidad, generando un efecto cascada en iniciativas educativas, programas de salud y bienestar, y desarrollo comunitario para poblaciones en situación de desventaja. 

 

El valor de la comunicación 

Las organizaciones deben comunicar de manera clara, coherente y honesta su estrategia de sostenibilidad. No basta con tener buenas prácticas si estas no se conocen, no se comprenden, o no inspiran. Mediante una comunicación efectiva, las organizaciones pueden promover narrativas de responsabilidad compartida, impulsando cambios en el comportamiento ciudadano, el consumo consciente y la participación social.  

La comunicación genera confianza, compromiso, fidelización y movilizar aliados estratégicos cuando logra demostrar que el compromiso con la sostenibilidad es parte del corazón del negocio.  

El compromiso también es con el uso eficiente de los recursos que se destinan a la sostenibilidad, la evaluación rigurosa y la mejora de la calidad de las decisiones que cimientan la reputación organizacional y hacen transparente el impacto social y ambiental que produce la empresa.  

Además, es clave que exista consciencia profunda de esa estrategia dentro y fuera de la organización: que los líderes la comprendan, que los equipos la vivan, y que los grupos de interés vean su impacto. Solo así la sostenibilidad deja de ser un discurso y se convierte en una fuerza transformadora, capaz de generar valor privado y público.

 

Al comunicar de manera transparente sus compromisos y resultados en sostenibilidad ambiental, social y de gobernanza, las empresas refuerzan su legitimidad, fortalecen la confianza ciudadana en las instituciones públicas y privadas y mejoran en conjunto el entorno de gobernanza. 

La comunicación de los resultados en sostenibilidad organizacional no puede basarse únicamente en narrativas inspiradoras. Requiere datos verificables y análisis que permitan evaluar el impacto de las intervenciones. Para comunicar la gestión con transparencia hay que fundamentarse en la evidencia económica.  

Por eso los informes de sostenibilidad deben ir más allá del cumplimiento normativo y convertirse en ejercicios sistemáticos de rendición de cuentas, que muestren cómo las acciones de la empresa generan valor privado y público de forma medible. El fortalecimiento de la confianza pública y la sostenibilidad organizacional exige una gestión informada y basada en evidencia. Tanto las empresas como las organizaciones sociales están llamadas a medir y a comunicar con rigurosidad el impacto de sus decisiones, demostrando así su contribución al bienestar colectivo. 

Herramientas como Bien+, metodología desarrollada en la Universidad EAFIT, permiten a las organizaciones evaluar el valor público que generan, conectando sus estrategias con resultados sociales tangibles, y dando sentido a su propósito y legitimidad en la sociedad contemporánea. 

La comunicación de los resultados de gestión, en la medida en que obliga a evaluaciones cuidadosas de impacto que reflejen el valor real que produce la empresa, da fe de la responsabilidad asumida por la organización y de su compromiso con la sociedad a la que dirige sus esfuerzos.  

 

El valor de la confianza pública 

En síntesis, toda organización tiene una responsabilidad esencial en lo relativo a los factores ambientales, sociales y de gobernanza. En primer lugar, las empresas, porque con su diligencia en estos temas contribuyen a garantizar su sostenibilidad a largo plazo, atenuando riesgos que puedan incidir negativamente en su desempeño, y asegurando su “licencia social para operar”, que se deriva del cumplimiento de las expectativas que la sociedad, en su conjunto, y sus grupos de interés, tienen sobre la gestión empresarial.  

En segundo lugar, las organizaciones sin ánimo de lucro, porque contribuyen al fortalecimiento institucional y el aumento del bienestar social, haciendo viable el desarrollo económico en cuanto propician el respeto a las reglas de juego y generan consensos para impulsar la gestión empresarial.  

El desarrollo de herramientas de valoración de externalidades, —los efectos que una acción produce sobre otros agentes o la naturaleza y que no se materializan en transacciones de mercado—, y de evaluación de impacto —el análisis de los efectos que se producen cuando se destinan recursos a propósitos considerados meritorios por una organización—, abren la posibilidad de evaluar la rentabilidad social de la inversión realizada a través del cálculo del SROI —Retorno Social de la Inversión, por sus siglas en inglés—. 

Gracias a todo esto se fortalece la confianza pública en la organización, se despliegan herramientas para optimizar el uso de los recursos, y se genera transparencia, propendiendo por mejores condiciones para la vida en sociedad y el ejercicio de la iniciativa empresarial para la creación de riqueza. 

 

 

Autores

Mery Patricia Tamayo-Plata

Investigadora de la Escuela de Finanzas, Economía y Gobierno EAFIT

Jesús Alonso Botero-García

Investigador de la Escuela de Finanzas, Economía y Gobierno EAFIT

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Autor
Mery Patricia Tamayo-Plata; Jesús Alonso Botero-García
Edición
Agustín Patiño Orozco

Chequeo al estado de salud de las finanzas personales en el cierre de año

Diciembre 11, 2024

Realizar y revisar presupuestos, establecer metas, investigar sobre las compras o inversiones, ahorrar de manera disciplinada y no gastar impulsivamente, son algunas de las recomendaciones de expertos para tener unas finanzas personales sanas.

A la hora de invertir existen productos tradicionales y no tradicionales, que se ajustan a los intereses y capacidad de riesgo de cada persona.  Se recomienda no hacerlo en activos desconocidos y recibir asesoría profesional. ​

Gozar de buena salud o padecerla no es algo exclusivo de las personas, también aplica para las finanzas. Tener claridad del presupuesto es un síntoma de finanzas personales sanas, esto es: conocer la cantidad de ingresos percibidos y a partir de allí planear los gastos. Si además se dedica un porcentaje al ahorro y la inversión, así sea pequeño, puede decirse que las finanzas están de maravilla. Si por el contrario se tienen más deudas de las que se pueden pagar, hay retraso en los impuestos, incremento de deudas, tarjetas de crédito rebosadas y gastos innecesarios, es momento de hacerle un chequeo a las finanzas, porque puede decirse que están enfermas.

Alejandra María Luján Jaramillo, jefe del pregrado en Finanzas de la Escuela de Finanzas Economía y Gobierno de EAFIT, explica que “para optimizar las finanzas es necesario definir una meta, establecer un presupuesto y hacerle seguimiento, revisar los costos y gastos periódicamente, ahorrar de manera constante y de ser posible invertir”.

Ahora, por más planeación que se haga durante el año, ¿qué pasa con la salud de las finanzas en la temporada decembrina? Si no se evita caer en los gastos excesivos propios de las festividades navideñas pueden reducirse las defensas en la cuenta bancaría, lo que pondrá en riesgo las finanzas. Evitar que esto suceda dependerá de las decisiones que se tomen.

En este sentido, Lina Marcela Cortés Durán, decana asociada de la Escuela de Finanzas Economía y Gobierno de EAFIT, recomienda que, en la época decembrina al igual que el resto del año, es necesario “tener muy claro cuáles son los ingresos y a partir de eso tener una correcta planeación de cuánto puedo gastar. Calcular los gastos del día a día, los gastos básicos personales o familiares, los servicios públicos, educación. Lo sano es que una persona o una familia, ojalá destine al menos el 20% del ingreso total al ahorro”.

Algunas alternativas para in​vertir los ingresos extras de fin de año

Sucede que algunas personas tienen el privilegio de recibir ingresos adicionales al final del año, las anheladas primas, recursos que pueden usarse de manera inteligente, no solo para darse gusticos o compartir regalos, sino para sanear finanzas o asegurar algunos gastos futuros a través del ahorro o la inversión.

Partiendo de la premisa de que la rentabilidad es el premio que el mercado otorga en todos los procesos de inversión, es una buena idea invertir parte del dinero extra, pues además de representar un ahorro, este puede incrementarse.

“A la hora de invertir existen productos tradicionales y no tradicionales, que se ajustan a los intereses y capacidad de riesgo de cada persona.  En Colombia existen productos como el CDT para aquellos que desean algo un poco más estable. También se puede invertir en compra de acciones, divisas, bienes raíces y negocios digitales”, explica la profesora Alejandra Lujan.

Los inversionistas más conservadores podrán optar por inversiones tradicionales como los clásicos Certificados de Depósito a Término, conocidos como CDT, en los cuales las personas depositan una cantidad de dinero en una entidad financiera por un plazo determinado. También existen las acciones y los bonos, que no solo están reservadas para los grandes inversionistas, “hoy en día algunos fondos de inversión permiten que las personas naturales, o sea las personas que no son grandes inversionistas, puedan invertir montos pequeñitos. Ya no es como antes que uno tenía que comprar un paquete grande de acciones, sino que uno puede tener también participaciones pequeñas en empresas”, aclara la profesora Lina María Cortés.

Las inversiones no tradicionales o alternativas son activos financieros que no encajan en las categorías convencionales mencionadas anteriormente, las hay para invertir en capitales privados, infraestructura, propiedad inmobiliaria e incluso arte. También están los que operan en mercados públicos y privados, que invierten en activos tradicionales utilizando métodos que no lo son, como las ventas en corto y el apalancamiento. Las criptomonedas hacen parte de este grupo de inversiones.

Las inversiones alternativas se recomiendan a personas más arriesgadas que quieran hacer inversiones a largo plazo, pero es muy importante que lo hagan con apoyo de entidades confiables, pues la regulación todavía no es clara, como si lo es para las tradicionales.

Antes de decidir destinar un porcentaje de la prima de fin de año a un tipo de inversión, es necesario recibir asesoría profesional, no sea que las finanzas terminen en cuidados intensivos. Para evitar un dolor de cabeza económico, Lina María Cortés recomienda, “no invertir en activos que uno no conoce, o con inversionistas extraños que prometen rentabilidades gigantescas, porque cuando dicen que van a triplicar el dinero en cuestión de un mes lo más seguro es que lo van a engañar. Hay varias Fintech que se encargan de acompañar a los inversionistas y están emergiendo muchos asesores, lo importante es revisar bien que estas personas sean confiables”.

En conclusión, antes de tomar la decisión de invertir es necesario conjugar el verbo planear y tener claridad de los gastos fijos, como servicios, arriendo, salud, transporte, entretenimiento, entre otros. Con esto claro, se debe revisar qué presupuesto se puede destinar al pago de las deudas y la compra de regalos en navidad. Un propósito del año que viene, pero que se puede poner en práctica desde ya, es adquirir el hábito de reservar un monto para los gastos variables, esos que llegan sin avisar; y en la medida de lo posible reservar otro porcentaje al ahorro, que puede ser a través de las inversiones que se ajusten a las posibilidades de cada cual.

Mayores informes
Alejandro Gómez Valencia
Área de Contenidos EAFIT
Departamento de Comunicación
Teléfono: 57 604 2619500 ext. 9931
Correo electrónico: jgomez97@eafit.edu.co 

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A la hora de invertir existen productos tradicionales y no tradicionales, que se ajustan a los intereses y capacidad de riesgo de cada persona.
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El MBA, la maestría en Finanzas y la maestría en Mercadeo son las mejores de Colombia en sus áreas según QS

Septiembre 30, 2024

Estos posgrados son los primeros del país y hacen parte del top 10 de Latinoamérica, según la más reciente medición de QS, cuyos resultados se publicaron el 25 de septiembre, que mide variables como la empleabilidad, la investigación, el liderazgo y el espíritu emprendedor de los graduados, entre otros.

En el caso de EAFIT, estos programas de posgrado se destacaron en los temas de diversidad de estudiantes y profesores, retorno a la inversión, resultados de los graduados en el sector real, empleabilidad y liderazgo intelectual, entre otros asuntos.

​​​​Tres maestrías eafitenses —en Administración (MBA), en Administración Financiera (MAF) y en Mercadeo— continúan ratificando sus más altos estándares de calidad. Esta vez, de acuerdo con los ránquines Business Master’s Rankings: Finance, Business Master’s Rankings: Marketing y Global MBA Rankings que divulgó el miércoles 25 de septiembre la firma Quacquarelli Symonds (QS).

En el caso del MBA, además de posicionarse como el primero de Colombia, figura también como el puesto ocho de Latinoamérica, lugares que comparte con el mismo programa de la Universidad ICESI. Así mismo, las maestrías en Finanzas y en Mercadeo se ubicaron cuartas en Latinoamérica.

“Se trata de una clasificación que mide a los mejores programas del mundo con el mismo rasero. Entonces estamos muy felices y orgullosos pues, además de que el MBA sigue posicionado como el mejor programa de Colombia en su campo, las maestrías en Mercadeo y en Finanzas ahora están en el top 5 latinoamericano”, expresa Cristina Vélez Valencia, decana de la Escuela de  Administración.

La directiva destaca el hecho de que se trata de una medición integral que no considera únicamente la excelencia académica de cada programa, sino también la pertinencia, el reconocimiento por parte de otras organizaciones y aliados, y su reputación en general. “Este es un reconocimiento a un trabajo coherente de EAFIT, y a su compromiso de ser una Universidad de excelencia que se conecta con las organizaciones”, puntualiza la decana.

El MBA de EAFIT se mantiene como el mejor del país y quinto en Latinoamérica

El nivel de empleabilidad, el retorno de la inversión, el emprendimiento y los resultados de los graduados, la contribución intelectual, y la diversidad en las asignaturas y campos de acción de los profesores, entre otras variables, fueron algunos de los aspectos evaluados en la medición del ranquin Global MBA Rankings 2025.

En todos ellos el programa eafitense alcanzó las calificaciones necesarias para escalar cinco posiciones y ubicarse quinta en Latinoamérica. Así mismo, Juan Esteban Escalante Gómez, jefe de este programa, adscrito a la Escuela de Administración, agregó otros elementos como la trayectoria, la internacionalización, la calidad profesoral, la pluralidad pedagógica y el networking, que son factores diferenciales de la maestría, también influyeron en esta ubicación.

“Este ranquin demuestra la evolución del programa, su crecimiento y madurez. Además, evidencia que las decisiones que se han tomado han sido acertadas y han contribuido a que nuestro programa, nuestra Escuela y nuestra Institución continúe por una senda de excelencia. Por otro lado, este resultado se convierte en un punto crítico en términos de compromiso, pues nos lleva a seguir trabajando incansablemente para fortalecer aquellos puntos en los que hoy destacamos y a buscar soluciones para poder dar respuesta a aquellos aspectos con oportunidades marcadas de mejorar”, expresa el directivo.

Por su parte, Mariángela Correa Barrera, jefa de Acreditaciones Internacionales de la Escuela, extendió un mensaje de gratitud a estudiantes, profesores y graduados, por ayudar a tejer la red de conocimiento y relacionamiento que demuestran el impacto de este programa en Colombia y el continente. 

Esto sin duda es un mensaje de calidad que entregamos a la sociedad, y evidencia que el programa cuenta con un enfoque multidisciplinario, diversas oportunidades de internacionalización, un currículo relevante, flexible y actualizado, profesores de alta calidad, y está respaldado por acreditaciones internacionales, como la más reciente de AACSB”, expresó. Para el Global MBA 2025 se evaluaron 340 programas de este campo en todo mundo.

La maestría en Mercadeo, primera en Colombia y cuarta en Latinoamérica

En el caso de la maestría en Mercadeo, posgrado con 12 años de trayectoria en el país, el programa se destaca en ítems como la diversidad de sus estudiantes, los resultados de los graduados en el sector real, el retorno de la inversión que hacen los estudiantes, la empleabilidad y el liderazgo intelectual. La posición en el país lo comparte con el mismo posgrado de la Universidad ICESI.

“Este es un resultado muy importante porque nos posiciona en Colombia y en Latinoamérica como uno de los referentes en el mercado y se convierte, al mismo tiempo, en una evidencia de los resultados buenos que hemos tenido y en la justificación de porqué cada vez nos buscan más y crece el interés por este programa”, comenta María Claudia Mejía Gil, jefa de este posgrado, adscrito a la Escuela de Administración.

La profesora del área de Marketing e Innovación complementa que la calidad de los profesores y las instalaciones físicas, las posibilidades de internacionalización, y las acreditaciones internacionales obtenidas por la Escuela de Administración también se suman a este reconocimiento y son un espaldarazo para el proceso actual que adelantan ante el Ministerio de Educación Nacional para renovar su aval de alta calidad.

La maestría en Administración Financiera, primera en el país y cuarta en Latinoamérica

Junto a los programas anteriores, la maestría en Administración Financiera, de la Escuela de Finanzas, Economía y Gobierno, también se posicionó en puesto 4 en el continente, siendo la única de Colombia en el listado.

Para su jefa, María Patricia Durango Gutiérrez, esto se debe a aspectos como “la calidad y pertinencia del plan de estudios en los contextos organizaciones y globales, que se refleja a través de la empleabilidad; el cuerpo profesoral de calidad; y la pertinencia del programa para aportar a la solución de problemas reales, en nuestro caso, en el área del saber de las finanzas”.

Así mismo, la profesora señala que este primer puesto en Colombia es un logro para la Universidad en materia de calidad y reputación; para los profesores, porque respalda su experiencia, cualificación, investigaciones y publicaciones; para los estudiantes, porque propicia la motivación, la competitividad, el networking y las nuevas oportunidades; y para los graduados pues es una garantía de porqué son tan bien valorados en el mercado.

“Y, de paso, es una contribución al sector de las finanzas, porque nuestros graduados están influyendo positivamente en el sector financiero, aportando conocimientos y habilidades adquiridas durante su formación.  En resumen, este logro resalta el compromiso de la Universidad con la calidad educativa y el impacto positivo que tiene en todos sus actores”, concluye María Patricia.

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Alejandro Gómez Valencia
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